Viendo y percibiendo el reino de Dios

Viendo y percibiendo el reino de Dios


Juan 9:1-34


I. Introducción:


(SRV) Colosenses 3:1-3 “Si habéis pues resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado á la diestra de Dios. 2 Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. 3 Porque muertos sois, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.”


Pablo nos invita en Colosenses 3 a poner la mira en las cosas de arriba (mirar va más allá de un simple ver; pensamos en la mira de un arma que nos sirve para centrar nuestro objetivo).


Aquí, mirar, incluye la percepción del mundo espiritual. Jesús decía: buscad el reino de Dios y su justicia…


Mi primera conclusión: para ver la realidad de Dios, necesito más que el sentido de la vista, necesito el sentido de la percepción de las cosas espirituales, de la Percepción de Dios.


II. Ver sin percibir


1. La pregunta de los discípulos: ¿Quién peco?


Ven en la dirección que les enseñaron a ver. Su pregunta, alude a dos formas de interpretación aprendida acerca de la ley, les enseñaron a ver lo que tenían que ver.


A) Responsabilidad colectiva. Ex. 20:5-6


B) Responsabilidad personal. Dt. 24:16, Ez. 18:2 (los deportados a Babilonia)


Su pregunta es valida; ahora Jesús quiere mostrarles otra manera de ver, aún más quiere corregir su manera de ver; “oportunidad para ver que el poder de Dios se manifieste”


La responsabilidad del que fue enseñado a ver de esta manera (discípulos) es menor que la del que le enseño a ver de esta manera (fariseos y maestros de la ley)


2. La interrogación de los fariseos.


Las preguntas de los fariseos al ciego, reflejan que no se puede ver más allá de aquello que se ha decidido ver.


La posición extrema adoptada; todo lo que esté fuera de mi enfoque, no existe, es falso. Es el equivalente a tapar el sol con un dedo, porque se ha decidido no ver el sol (v.24).


Hay preguntas, llenas de sinceridad, que abren oportunidad para que el poder de Dios se manifieste (los discípulos), en este sentido son preguntas que esperan una respuesta del Único que en verdad ve (Gen. 16:13-14);


Pero también hay preguntas, que desde su construcción (los fariseos), no reflejan tanto la duda como la incredulidad y la incredulidad es asunto del corazón.


Una mente que duda (los discípulos y sus dos maneras de ver la situación del ciego), puede encontrar respuesta, pero un corazón incrédulo (los fariseos), necesita ser cambiado; en algunos casos, naciendo de nuevo (Jesús y Nicodemo)


III. Percibir para poder ver


El sentido de la vista nos pone en contacto con el mundo físico, la percepción espiritual nos pone en contacto con la verdad de Dios.


Estamos hablando de los ojos de la fe. Tomás decía “ver para creer”, Jesús le responde “creer para poder ver”.


Este ciego no podía ver, pero esto no le impedía creer y mucho menos obedecer “fue y se lavó”


En otras palabras en el Reino de Dios, uno comienza viendo con el corazón no con el sentido de la vista.


(RVA) 2 Corintios 5:7 “Porque andamos por fe, no por vista.”


La razón exige explicación, la fe creer (v.25). Los hechos de Dios pueden y deben ser entendidos con los ojos de la fe. Es el Espíritu de Dios y no el del hombre quien nos ayudará a entender y discernir los que de Dios viene.


(RVA) Juan 14:26 “Pero el Consolador, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas y os hará recordar todo lo que yo os he dicho.”


IV. Poniendo la mira en las cosas de arriba.


Si queremos poner la mira en las cosas de arriba, necesitamos empezar pidiendo que se nos dé, una vista que no solo vea, sino que también perciba y crea, las cosas que de él vienen.


Necesitamos una de dos cosas:


(1) ser enseñados como los discípulos, o


(2) ser mudados del corazón como Nicodemo.


Necesitamos ver como este ciego vio, con los ojos de la fe, con todo el corazón. Por eso cuando Jesús se presento frente a él como el Hijo de Dios, ya no tuvo mayor problema para reconocerlo y adorarlo (v. 37,38). Que seamos como él.