Venid, adorémoslo

Venid, adorémoslo


Mateo 2:1-12

A este siglo sólo le queda una Navidad. Un día, los historiadores voltearán a ver esta década y notarán grandes y profundos cambios que ocurrieron en la historia, la tecnología, la política, las relaciones internacionales y la cultura, que no habían ocurrido en ninguna otra década. Sin embargo, la historia registra muchos otros acontecimientos que han sido impactantes. El reconocimiento del cristianismo por Roma en el 303 A.D., la caída de Roma en el 476, la conquista de Inglaterra en 1066, el primer libro impreso por el alemán Juan Gutemberg en 1453, el descubrimiento de América en 1492, -en nuestro país – la lucha de Independencia en 1810 y la Revolución Mexicana en 1910, la bomba atómica en 1945, el viaje del hombre a la Luna en 1969. (Sin duda alguna el 2 de julio)

Todos estos hechos son memorables, pero ninguno ha tenido el impacto de dividir permanentemente la historia en dos partes: a.C. y d. C. Este evento es el nacimiento de un frágil bebé en un pesebre, cuyo nombre es Jesús. El mensaje de Navidad es al mismo tiempo simple y profundo. Le habla a los sencillos y asombra a los teólogos con el misterio de la encarnación. Un periodista escribió una vez: “La Navidad va más allá de toda lógica. O se trata de la más grande falsedad o es la cosa más cierta en todo el mundo. Se trata de aceptar que el Dios de toda la creación vino a este mundo en forma de un bebé. Este concepto básico es tan escandaloso, que si no es verdad, entonces nada del Cristianismo es tampoco verdad. Otro autor ha dicho: “El asunto de la encarnación es un asunto crucial a la fe cristiana. Si este hecho no es cierto, entonces debemos encarar el problema de que no podemos saber cómo ser salvos, ni cómo vivir o aún cómo pensar acerca de Dios”.

Esta verdad es una de las verdades más importantes de toda la fe cristiana. Debemos insistir sin cesar en este hecho tan importante. Un hombre dijo en cierta ocasión: “Si necesitas insistir sobre algo, no lo hagas sutilmente. Toma un martillo y golpéalo una vez. Golpéalo una vez más, y entonces dale un trancazo”. Con la excesiva comercialización de la Navidad, la iglesia debe martillar esta verdad con mucha fuerza. Tres personajes clave de la primera Navidad nos enseñan la respuesta correcta a la venida de Cristo. (Mateo 2:1-12) Los magos de Oriente hicieron un largo viaje para encontrar a nuestro Señor con el propósito de adorarlo y así deberíamos hacerlo nosotros en esta Navidad 2000 años después. Veamos en este pasaje, tres importantes lecciones acerca de nuestra adoración a Dios en esta Navidad.

1. LA ADORACION COMIENZA CUANDO NOS PREPARAMOS PARA LLEGAR A SU PRESENCIA (2) ¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Hemos visto su estrella en el oriente, y venimos a adorarle.

Se ha hablado muchas veces de la identidad de los magos. La Tradición nos conduce a pensar que eran reyes y que venían del oriente. Probablemente eran eruditos persas que eran expertos tanto en astrología y astronomía y que seguían la estrella para localizar al niño. Ellos venían buscando a Cristo. La adoración inicia con un deseo de su presencia en nuestras vidas. Si estos hombres viajaron desde Persia, entonces tuvieron que subir por colinas llenas de rocas y atravesar desiertos para encontrar al Cristo. Habían recorrido por lo menos 1,500 Km Comparado con lo que hicieron estos hombres, ¡qué poco son nuestros esfuerzos para adorar al Señor!: · nos quejamos de la duración del culto, del calor o del fresco, del sonido o de la falta de él, cantamos con desgano, sin concentrarnos en lo que dice la letra; · llegamos tarde -si llegamos-, · no preparamos nuestra ofrenda, · corremos antes de llegar porque no hemos escogido qué ropa nos pondremos, · nos levantamos tarde porque el sábado anterior nos desvelamos · llegamos cansados y con sueño. · A veces no tomamos el tiempo para desayunar o no encontramos la Biblia para llevar. · Salimos corriendo y ni siquiera nos detenemos unos segundos antes de salir para llegar con la mejor disposición de adorar y buscar al Señor. ¡Y luego nos quejamos de por qué los cultos no son animados! Qué diferente sería nuestra actitud de adoración si nos acercáramos a la adoración con una disposición de buscar su presencia. Un domingo, una mujer estaba muy enferma para ir a la iglesia, por lo que le pidió a su esposo y a sus hijos que fueran sin ella. Cuando regresaron, le preguntó a su marido por la ropa que llevó una hermana que era su amiga. Le respondió que no tenía la menor idea. Le volvió a preguntar si una pareja que pasaba por conflictos ya se llevaban mejor, y su marido le repitió que no sabía nada en absoluto. Ella se medio molestó y volvió a preguntar por lo que la hermana del pastor iba a hacer con su hijo por lo del sábado anterior. Su marido, con una cara totalmente de confusión le respondió ¿Cómo sé lo que van a hacer estas personas? Ella le respondió, Jorge, honestamente, a qué vas a la iglesia? Buena pregunta, ¿no? Por qué venimos a la iglesia. Venimos por muchas razones. Pero nuestra prioridad debería ser adorar al Señor. Hay un cambio que notamos los que estamos dirigiendo el culto cuando cantamos con un corazón preparado para la alabanza. Hay un cambio que nota el predicador cuando hay un anhelo por escuchar la Palabra de Dios. Se puede notar un gran cambio cuando cada uno de los oyentes está buscando la presencia de Dios y su dirección espiritual. Al igual que los magos, llegar a la presencia del Señor es llegar a un momento en que experimentamos (10) Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo. La única manera de salir librados de toda esta comercialización de la Navidad es recordando a quien ha nacido y el significado de su nacimiento para nuestras vidas. La realidad de Navidad está directamente relacionada con nuestra búsqueda de su presencia, tal y como lo hicieron los magos de oriente hace mucho tiempo. Si no nos entusiasma verdaderamente su llegada en esta Navidad, lo más seguro es que tampoco él esté llegando a nuestras vidas diariamente. ¿Por qué no darle el regalo de nuestro tiempo para estar en comunión con El cada día del año?

2. LA ADORACIÓN CONTINUA CUANDO NOS POSTRAMOS ANTE EL REY (11) Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron…

La adoración tiene dos grandes enemigos: el orgullo y la indiferencia. Son tan fuertes que pueden llegar a exterminar la vida de adoración en una persona. Una religión fría jamás llega a satisfacer a nadie. Nuestras vidas se fortalecen gracias al trato que tenemos con nuestra familia, con los amigos, con los compañeros del trabajo y con Dios. A la gente religiosa como la que vivía en Jerusalén le gusta hablar de su amor hacia Dios, pero solamente esos sabios lo pudieron probar al postrarse en la presencia de Jesús. La adoración nunca llega a ser una realidad hasta que reconocemos quién es Él y quiénes somos nosotros. La imagen de estos ilustres hombres postrados ante el bebé es un retrato de lo que es la sumisión y la humildad. Es posible prepararse para la Navidad de acuerdo con las maneras tradicionales. Podemos colocar los foquitos, los adornos, las guirnaldas, y comprar regalos para nuestros amigos; sin embargo no existe adoración hasta que nos inclinamos ante Él en completa sumisión a su voluntad para nuestras vidas. Permita que esta verdad penetre por un momento a su mente. Si la adoración ocurre cuando nos postramos en señal de aceptación de su voluntad, ¿No nos produce alivio y tranquilidad saber que su voluntad nunca es mala para nosotros, sino que lo que Él quiere para nosotros es bueno, agradable y perfecto para nuestras vidas, nuestras familias, nuestras finanzas y nuestro futuro? Este tiempo de Navidad es excelente para revisar el grado de sumisión a la voluntad de Dios que se expresa en un obediencia constante y gozosa de todos sus mandamientos. ¿Cuántos de sus planes reflejan que usted está buscando hacer la voluntad de Dios?

3. LA ADORACIÓN SE AFIRMA CUANDO ENTREGAMOS NUESTROS TESOROS (11) y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.

Nadie tiene que decirme o animarme a que les compre algo a mis hijas en Navidad. Lo hago porque las amo y porque quiero hacerlo. Igualmente, nadie tiene que torcerme el brazo para que le compre algo a mi esposa. Lo hago porque quiero que ella sepa cuánto la amo. La gente de esta iglesia, al igual que las demás iglesias de esta ciudad, de este estado y de todo el país necesita amar a Dios de igual forma como ama a su familia. Si esto llegara a ocurrir, nuestras iglesias rebosarían de prosperidad espiritual y económica. ¿Ha considerado Ud. alguna vez los regalos que trajeron estos hombres? No se trataba de simples monedas de compasión a un frágil y extraño bebé. En realidad se trataba de regalos valiosos, regalos costosos. Eran tesoros de sus corazones que fueron presentados al Rey recién nacido. Cada regalo no solo era de gran valor financiero, sino que simbolizaba la grandiosa y poderosa naturaleza del rey al que se le estaba ofreciendo. Nosotros entregamos los tesoros de nuestro corazón a quienes les hemos entregado nuestro corazón. Pero esto nos lleva a un problema que puede causarnos confusión: ¿Qué le podemos dar a Cristo como regalo en Navidad? ¿Qué se le puede dar a alguien que es el dueño de todo el oro y la plata del mundo? ¿Qué le podemos dar para mostrarle nuestra devoción a El? Una marca de tarjetas tiene como su frase principal “cuando para usted es tan importante que quiere darle lo mejor…” y lo mejor somos nosotros mismos. ¿Qué le ha dado Jesús a usted? El se dio a sí mismo. Comenzó con su nacimiento y lo probó totalmente cuando se entregó en la cruz del Calvario. Y hasta hoy Él continúa ofreciéndose a sí mismo a este mundo. Él es el regalo de Dios para la Humanidad. Una Navidad, un pastor recibió la llamada del director de una escuela primaria que era miembro de su iglesia. Su voz estaba ahogada de emoción mientras le pedía ayuda al pastor. El último día de clases antes de salir de vacaciones, un niño de 6 años entró a su salón con una nota que traía prendida en su saco descosturado. Era de su padre y decía: “Por favor, si puede, ayude a mi hijo. Su mamá nos acaba de abandonar recientemente y perdí mi trabajo la semana pasada. Debido a eso, estoy tragando mi orgullo, porque nunca antes le había pedido ayuda a nadie; sería posible que tenga un regalo de Navidad para mi hijo? Mientras leía la notita, se secó las lágrimas de sus ojos. Se identificó con el dolor de ese padre. Estuvo de acuerdo con ayudarlo y decidió que sus hijos participaran en compartir la alegría de dar. Esa misma tarde fueron a una tienda de abarrotes y compraron comida para el niño y su papá. Después fueron a una juguetería para comprarle un juguete al niño; regresaron a la casa y lo envolvieron. Ya casi entrando la noche se dirigieron a aquella humilde casa y tocaron la puerta. Cuando el hombre abrió la puerta y vio al pastor con sus hijos con la comida y los regalos, comenzó a llorar. El niño, que tenía los ojos bien grandotes de la sorpresa, extendió las manos no para recibir los regalos, sino para acercarse al pastor y darle un enorme abrazo. Después miró a los ojos y le dijo: “Gracias, Señor. Mi maestro me dijo que usted iba a venir, me dijo que usted iba a venir”. La lección aprendida esa tarde es obvia. La atención del niño no estaba puesta en los regalos sino en el que los estaba dando. Tal vez dentro del niño se encuentra un ejemplo de adoración que debemos recordar. Cuando miramos el nacimiento de Cristo, nuestro corazón debe ser tocado no sólo por el regalo que nos ha dado, sino también por aquél que nos lo ha traído. Cuando alguien que realmente ama da algo, siempre da lo mejor.

CONCLUSIÓN

Se hizo pobre -para que fuéramos ricos Murió -para que naciéramos de nuevo Se hizo siervo -para que fuéramos herederos No tuvo hogar- para que tuviéramos una mansión en el cielo Padeció hambre – para que fuéramos alimentados Tuvo sed -para que en nosotros corrieran ríos de agua viva Fue abandonado – para que nosotros nunca estuviéramos solos Fue hecho pecado- para que nosotros fuésemos hechos justos Murió- para que tuviéramos vida eterna

El próximo domingo nos veremos aquí para celebrar simbólicamente la llegada del Rey recién nacido. Vengamos con una mente y un corazón listos y preparados para entregarnos por completo en adoración a él.