Tenemos una esperanza segura en Cristo
Lucas 24:13-35
Espero que no llueva hoy. El prognóstico dice que no…pero, bueno, muchas veces no se puede confiar en los prognósticos ¿verdad? Cada vez que hago planes para ir en un picnic o para jugar básquetbol afuera, dicen que va a haber buen tiempo, pero siempre llueve. Pues a veces me siento decepcionado, hasta que casi me desespero. Pues, en el texto para esta mañana vemos que habían dos discípulos de Jesús que se sentían desilusionados también. Esperaban que Jesús fuera su Salvador, pero luego murió su esperanza en una cruz. Y es por eso que Jesucristo les apareció en el domingo de la resurrección para mostrarles que la esperanza que tenían no fue una esperanza falsa. Pues, a veces nosotros decimos, “Espero que no llueva” o “Espero que ganen los empacadores” o algo así, pero no es una esperanza segura, segura ¿verdad? A veces sí, ganen los empacadores, pero muchas veces no. Y entonces hoy vamos a ver que tenemos una esperanza segura por medio de nuestro Señor resucitado, porque él saca la desesperación de nuestros corazones y quita toda confusión.
I. Nuestro Señor resucitado saca la desesperación de nuestros corazones.
Pues, podemos entender la desilusión y desesperación que sentían estos dos discípulos ¿verdad? Ellos creían que este hombre Jesús era el Salvador prometido del Antiguo Testamento, la esperanza de todo Israel. Y por eso lo siguieron. Pues muchos de los discípulos de Cristo dejaron a sus familias, a sus amigos, y su trabajo—realmente dejaron toda su vida—para seguir a Cristo. Pero ahora ¿qué? Jesús ya llevaba tres días en la tumba…su gran esperanza murió. Pues aún hoy en día escuchamos de unos líderes de estas sectas, así como el que estaba en Texas, David Caresh, el cual prometió a su seguidores que él era el Salvador del mundo. Mucha gente dejaron a sus familias y trabajo para vivir con él en Hueco, Texas. Y ahora los que han sobrevivido a él sienten desilusionados y no saben que hacer con sus vidas. Tenían una esperanza falsa…
Y es por eso que Cristo apareció a estos dos discípulos, para asegurarles a ellos y también a nosotros que nuestra esperanza es segura. Vemos que los dos discípulos estaban caminando de Jerusalén a un pueblito llamado Emaús (y acuérdense que todavía estamos en el domingo de la Resurrección). Estaban discutiendo entre sí todo lo que había pasado: el juicio y la muerte de Cristo, y también las mujeres que en la mañana fueron al sepulcro y en vez de encontrar a un cadáver, vieron a unos ángeles los cuales les dijeron que Cristo había resucitado. Imagínense la discusión. No sabían que pensar ni en quien confiar. Y de repente se acercó Jesús, pero ellos no lo reconocieron. Pues, no sabemos si Cristo se veía diferente o si nada más Dios no los dejaba reconocerlo, porque la Biblia sólo nos dice que estaban velados sus ojos. Pero no es importante. Lo importante es que Cristo apareció a ellos para sacar la desesperación y desilusión que tenían en sus corazones.
Pues, Cristo había resucitado de entre los muertos, y entonces, su esperanza no estaba en vano. Con su muerte en la cruz Cristo pagó el precio de todos los pecados del mundo, y entonces con su resurrección probó la victoria que había ganado. Y por eso apareció a las mujeres en aquella mañana, a estos dos discípulos, a San Pedro, a todos los discípulos, y aún en otra ocasión a 500 discípulos. Dios nos provee a muchos testigos de la resurrección para que no haya duda. Y después de que Cristo abrió sus ojos, los dos discípulos dijeron, “Es cierto, es cierto.” Pues, no había duda.
Pero ¿cuántas veces no nos sentimos así como los discípulos sentían antes de reconocer a Cristo: o sea, desilusionados y desesperados? Pues, la vida está llena de desilusión. Hay muchas personas que piensan:”Si voy a los Estados Unidos, la vida va ser mucho más fácil…casi sin problemas.” Pero, al llegar, se dan cuenta que no siempre es así ¿verdad? Y aún en la iglesia hay unos que dicen, “Pues, si asistes a la iglesia y realmente crees en Dios, no va a haber ni un problema en tu vida.” Y nos quedamos pensando, “Pero yo sí asisto a la iglesia y yo sí creo en Dios. ¿Por qué esta enferma mi mamá? ¿Por qué echaron a mi tío en la cárcel? ¿Por qué soy pobre?” Pues, el diablo nos ataca así para poner duda, o sea, para que nos desesperemos de Dios…
Y es por eso que Cristo nos da su Santa Palabra, para calmar nuestras dudas y para sacar esta desesperación de nuestros corazones. Porque no hay duda. En las Sagradas Escrituras encontramos a nuestro Señor resucitado. Tenemos el testimonio de los que vieron a él con sus propios ojos. Es cierto, ha resucitado…y dado que él vive, nosotros también tenemos la seguridad, la esperanza segura, que nosotros también viviremos para siempre con él en el cielo.
Sí, tenemos la esperanza segura de la vida eterna en el cielo…pero a veces todavía nos quedamos confusos en cuanto a los problemas de este mundo ¿verdad? “Sé que tengo la vida eterna, pero todavía no entiendo por qué pasan todos estos problemas en mi vida.” Y vemos en el texto que los dos discípulos de Emaús, así como nosotros, fueron hombres débiles, y se quedaban confusos…y por eso apareció Cristo, para quitar toda confusión…
II. Nuestro Señor resucitado quita toda confusión.
Antes que todo, Cristo les regañó, ¿verdad? Les dijo: ¡Qué torpes son Ustedes, y qué tardos de corazón para creer todo lo que han dicho los profetas! ¿Acaso no tenía que sufrir el Cristo estas cosas antes de entrar en su gloria? Pues, la verdad es que estos discípulos debían haber sabido. Ellos habían estudiado Moisés y los profetas los cuales profetizaron muy claramente de lo que iba a hacer el Mesías. El profeta Isaías 700 años antes de Cristo escribió en cuanto al sufrimiento y muerte de Cristo: Despreciado y rechazado por los hombres, varón de dolores, hecho para el sufrimiento…Maltratado y humillado…como cordero fue llevado al matadero…y él murió entre los malhechores. Debían haber sabido que iba a morir. Y Job más que mil años antes de Cristo, predijo su resurrección al decir: Yo sé que mi redentor vive, y que al final triunfará sobre la muerte.
Y entonces, Cristo en su misericordia y paciencia divina, explicó otra vez todo lo que dice el Antiguo Testamento en cuanto a él. Les mostró que todo esto aconteció según el plan y la sabiduría de Dios. Y por medio de la Santa Palabra de Dios, Jesús quitó toda confusión…pues casi podemos ver el foco prender sobre sus cabezas ¿verdad? “Aaaah, ya entiendo!” Pues, después de que se abrieron sus ojos cuando estaban en la mesa con Cristo, se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón mientras que conversaba con nosotros en el camino y nos explicaba las Escrituras?
Y fíjense que esto es lo que hace Cristo para con nosotros también. Por medio de las Sagradas Escrituras, o sea, la Biblia, quita toda confusión. Porque en esta Palabra vemos que todos nosotros somos pecadores condenados a la muerte eterna, pero que Dios en su misericordia prometió a un Mesías, un Salvador de los pecados. Y en el momento justo, Cristo, el Hijo de Dios, vino a este mundo para cumplir con esta promesa. De su buena voluntad, Cristo se sometió al castigo que nosotros merecemos, y en nuestro lugar sufrió los golpes de los soldados, los azotes, los clavos de la cruz, y aún más duro, sufrió el infierno por todos nuestros pecados. Pero tres días después Cristo resucitó de entre los muertos, confirmando nuestra esperanza de la vida eterna. La Biblia lo dice muy claramente: la salvación es nuestra por medio de la fe en Cristo Jesús. No hay confusión.
Pero ¿qué tal los problemas de este mundo? Pues, la Biblia habla de esto también. Dice que Cristo, nuestro Señor resucitado, tiene todo dominio sobre todo (aún sobre el diablo y la muerte). Y dice también que Cristo sabe todo de lo que está pasando en nuestra vida y de lo que nos espera en el futuro. Pues, podemos decir que Cristo es el verdadero “sabelotodo,” pero en el buen sentido, porque él sí sabe todo. Y dado que tiene todo poder, que sabe todo, y que nos ama tanto que dio su propia vida por nosotros…bueno, podemos confiar en lo que dice en Romanos 8:28.
Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. A veces lo que sufrimos aquí en este mundo es un prueba para fortalecer nuestra fe o la fe de otros, y Dios aún a veces nos permite ver en misericordia como los problemas sirven para nuestro bien. Mi mamá es un muy buen ejemplo. Hace unos años supimos que mi mamá tenía cáncer del pecho. Era muy difícil para toda mi familia…no podíamos entender por qué. Pero gracias a Dios mi mamá se recuperó y después ella empezó de ayudar a otras mujeres en la comunidad que se contrajeron el cáncer. Las apoyaba, les explicaba lo que estaba pasando, y más que todo les dio el consuelo del evangelio. Y hace un poco más de un año una de estas mujeres falleció, pero dado que mi mamá tenía cáncer, esta Señora escuchó la buenas nuevas que es el evangelio y ahora está en el cielo. Todo…todo lo que pasa en este mundo es para nuestro bien, aunque a veces no vamos a entender cómo hasta que lleguemos en el cielo. No tenemos que estar en la oscuridad de confusión…porque sabemos porque acontecen los problemas, tal vez no específicamente, pero sabemos que es para nuestro bien. Mejor que lo dejemos todo en las manos de Dios ¿verdad? Y entonces, ¿cómo nos vamos a reaccionar ante estas noticias tan buenas? Tenemos un muy buen ejemplo en los dos discípulos de Emaús. Después de que se abrieron sus ojos y reconocieron a Cristo, regresaron inmediatamente a Jerusalén. No dijeron, “Bueno, mañana,” sino en la misma recorrieron rápidamente los once kilómetros para decirles a los demás lo que había pasado. “Es cierto, Cristo ha resucitado.”
Y entonces, ¿cómo te vas a reaccionar tú ante estas noticias? “Bueno, mañana. Después. Luego.” Espero que reacciones con gozo por todo lo que ha hecho Dios por ti. Yo sé que siempre les digo que comparten estas cosas con los demás ¿verdad? Y también sé que muchas veces es difícil para Ustedes saber que decir a sus amigos y familiares. Y entonces, dinos a nosotros los pastores. Pastor Getka, Ben, Ryan, o yo—uno de nosotros puede acompañarte con unos amigos o amigas, con tu mamá, o con quien sea, para hablar con ellos. Lo importante es que escuchen este mensaje tan importante ¿verdad? Y si tienes ganas de aprender mejor como hablar de tu fe, pues dinos también. Porque no es tan difícil, podemos sentarnos para practicar y para ver lo que dice la Biblia. Nosotros los pastores estamos aquí para servirles a Ustedes y a todos con la Palabra de Dios.
Porque todos nosotros aquí tenemos la esperanza segura del cielo. Y tenemos esta seguridad por medio de nuestro Señor resucitado el cual ganó los cielos por nosotros. Por medio de su Palabra, Cristo saca la desesperación de nuestros corazones y quita toda confusión…Pues, tal vez llueva hoy. Quizás ganen los empacadores. Pero siempre vamos a ir a los cielos porque es una esperanza segura en Cristo Jesús. Amén.