Señales de los tiempos
“¡Hipócritas! Sabéis discernir el aspecto del cielo y de la tierra; ¿Y cómo no distinguís este tiempo?” (Lucas 12:56)
“Y oiréis de guerras y rumores de guerras, mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres y terremotos en diferentes lugares” (Mateo 24:7)
Pese al adelanto tecnológico y a los grandes avances de la ciencia, no podemos negar que vivimos uno de los momentos más críticos de la historia, porque la descomposición social a la que hemos llegado nos hace ver claramente que la humanidad se encamina irrevocablemente hacia la auto destrucción. El odio que conlleva a la guerra es uno de los índices que con más claridad ponen al descubierto esta situación. En el capitulo 24 de Mateo Jesucristo declara que antes del tiempo del fin se tendría que pasar por situaciones sumamente difíciles, como guerras, hambres, pestilencias, catástrofes, y también en el ámbito social, político y religioso, se viviría un tremendo deterioro en sus más grandes proporciones.
Ninguna guerra puede tener respaldo moral o ético, las mal llamadas guerras santas, han sido pretextos para justificar intereses políticos, religiosos o económicos. Para poder justificar en nombre de Dios una guerra hay que trasladarse al antiguo pacto, y aún allí veremos que muchas batallas no fueron ordenadas por Dios, sino por decisión de hombres. Esto no anula el hecho que Dios se ha valido a veces de ejércitos para derrotar las fuerzas del mal, sin embargo él nunca ha necesitado del concurso humano, porque su soberanía y poder está muy por encima del más sofisticado armamentismo nuclear. La doctrina y práctica del Nuevo Testamento enseña que ante la maldad y perversidad de los hombres, son otros los valores que deben ponerse en práctica, pero claro, esta enseñanza está dirigida a la Iglesia de Jesucristo y no al gobierno militar o civil, con todo y que toda autoridad es puesta por Dios, según el capítulo 13 de Romanos
Indiscutiblemente, y sobre todo a este lado del hemisferio, prevalece la idea del mesianismo americano, nuestras consignas y banderas están enarboladas para pensar que nosotros tenemos la verdad absoluta, y sobre todo que actuamos en nombre de la justicia y la libertad, y que sin lugar a dudas representamos el imperio del bien. Algunos interpretes estadounidenses, incluso localizan a América en la profecía y describen su protagonismo en nombre de Dios. Ayudaría mucho el no pensar siempre que esta nación representa el imperio del bien y la justicia, porque si bien es cierto que los fundadores de esta patria la establecieron con una profunda devoción cristiana, y reclamaron esta tierra para Dios, también es necesario admitir que Estados Unidos de América se ha apartado mucho de sus principios, y que en la realidad se le rinde más culto al Dios de las riquezas y del poder, que al Dios de los cielos. Además se combate el terrorismo que nos conviene combatir, pero no se combaten otras injusticias domésticas.
En los próximos días estaremos movidos por el sentimiento patriótico, en las iglesias se estará orando con “fervor” por las gloriosas tropas que ya habrán erosionado e incursionado con mil bombas diarias en un país muerto de hambre, tendremos fondos de pantalla y fondos musicales para justificar con himnos y consignas nuestra justa causa. Las hambrientas agencias noticiosas editarán sus espacios e interrumpirán sus comerciales para mantenernos bien informados en relación a la guerra sin precedentes. Con lujo de detalles se nos irá poniendo al día en cuanto a los sofisticados artefactos de destrucción con que se cuenta, y poco a poco se nos pasará la factura del costo, pero eso no importa porque el imperio está solvente. Toda la simbología esotérica, latina, judía y cristiana que está impresa en el dólar cobrará vigencia y nuevamente tendremos la razón, porque en Dios confiamos.
Indudablemente hay una crisis de conciencia porque oramos por nuestros jóvenes que están al frente, pero nos olvidamos de los niños, mujeres y ancianos que de alguna forma están experimentado el terror de los mísiles y las bombas, aún cuando las cámaras no nos muestren ese rostro de la guerra, solamente en Bagdad viven millones de seres humanos que no tienen culpa de lo que está pasando. Particularmente doy gracias a Dios por este país y creo que en ningún lugar del mundo funciona mejor la democracia y la libertad como aquí, pero es urgente reconocer que también aquí se cometen atropellos e injusticias, el libertinaje y la arrogancia está llevando a esta sociedad a un estado de insensibilidad total y que por ende está produciendo un liberalismo y un secularismo cada vez más escandaloso, capaz de corromper aún a la misma iglesia. Dice la Biblia que los demonios se pueden someter a la autoridad de los creyentes, pero no lo dice de los políticos, por lo tanto, nuestra postura debe ser la de orar por la paz del mundo, aún cuando sabemos que nos encaminamos hacia una hecatombe nuclear. Orar por la evangelización y cristianización de todo ser humano, aún cuando sean totalmente diferente a nosotros. Promover esfuerzos significativos para vivir en armonía con nuestros vecinos. Compartir con el necesitado y sin ostentaciones las bendiciones que Dios nos ha dado.
Las injusticias que se cometen a diario Dios las repudia, aún cuando nuestras consignas sean “En Dios confiamos”, o “Una Nación bajo Dios” Debemos recordar que hay muchas deudas y agravios inconfesos que como nación debemos pagar y restituir, tierras que una vez no figuraban en esta geografía, pero ahora si figuran. Indocumentados que vinieron para hacer esta nación grande, hoy son perseguidos y deportados por considerarles oportunistas económicos y nocivos a la sociedad. Cientos de miles de abortos practicados anualmente. Millones de personas insistiendo y protestando para que se les reconozca con orgullo y admiración sus maneras torcidas de vivir sus aberraciones sexuales. Distribución de drogas y materiales pornográficos como una de las más lucrativas industrias de la actualidad. En las escuelas enseñanzas liberales que ponen en serio peligro la vida de nuestros hijos y la santidad de la familia, en fin, América a través de sus líderes políticos y religiosos, antes de asumir el rol de gendarme del universo, deberíamos de ponernos a cuentas con Dios. El mensaje no ha cambiado: Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios. (Miqueas 6.8) A propósito, con estas palabras en su discurso, hace algunos años asumió la presidencia de este país un hombre que hoy es considerado un flojo y un payaso, porque sus esfuerzos estaban encaminados a promover el diálogo, la igualdad y la justicia. Pidamos a Dios que nos ayude para que los cristianos no caigamos en la cultura del nintendo, ni en la mentalidad justiciera de Rambo.
Todo el lenguaje de Apocalipsis es de carácter simbólico, sin embargo queda clara la imagen de todas las calamidades que vendrán sobre la tierra antes de la segunda venida de Jesucristo. No podemos ignorar el inminente hecho que la humanidad se encamina hacia un juicio, el cual está precedido de todos estos elementos que denotan angustia y terror. Dios no ordena la guerra, ni envía el hambre, ni las enfermedades, todo esto viene como consecuencia de la desobediencia y la manifestación del pecado y las injusticias en todas sus formas. “Cuando el Cordero rompió el tercer sello, oí al tercero de los seres vivientes, que gritaba: “¡Ven!” Miré, ¡y apareció un caballo negro! El jinete tenía una balanza en la mano. Y oí como voz en medio de los cuatro seres vivientes, que decía: “Un kilo de trigo, o tres kilos de cebada, por el salario de un día…” Cuando el Cordero rompió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente, que gritaba: “¡Ven!” Miré, ¡Y apareció un caballo amarillento! El jinete se llamaba muerte, y el infierno lo seguía de cerca. Y se les otorgó poder sobre la cuarta parte de la tierra, para matar por medio de la espada, el hambre, las epidemias y las fieras de la tierra” (Apocalipsis 6:5-9)
Como cristianos debemos saber discernir acerca de los tiempos y proclamar las buenas nuevas de Jesucristo porque el tiempo aceptable de salvación puede terminar en cualquier momento, para luego entrar en ese período sombrío de la historia que se conoce con el nombre de la gran tribulación. Por otra parte debemos hacer los preparativos necesarios ya que las trompetas están por sonar, y no con sonidos inciertos. La preparación es urgente porque a ultima hora no podrá ser, esto de acuerdo a las mismas enseñanzas de las Sagradas Escrituras. Buscar a Dios, su reino y su justicia debe ser la prioridad, y hacer los ajustes y enmiendas que sean necesarios en nuestra vida. Reorganizar nuestro sistema de valores y volver a la sencillez de una vida en plena comunión con Dios. La esperanza que no avergüenza es el retorno de Jesucristo y que establecerá el nuevo y verdadero orden, que pondrá todo en su lugar, pagará a cada quien según sus obras, y trasladará a los suyos según lo prometido por Dios. Mientras tanto, escuchemos lo que la Biblia dice, y determine usted a quien se refiere: Y el Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo nuestros pies. (Romanos 16:20)