Salvar a los pecadores
“Palabra fiel y digna de ser recibidas por todos: Que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero” (1 Timoteo 1:15)
Cuando uno lee este verso, pudiera levantarse la pregunta de por qué dice: “Palabra fiel y digna”, acaso toda la Biblia no es fiel y digna de creer? Sí lo es, es la Palabra de Dios, es justa, nada le falta ni le sobra. Toda la Biblia es importante, aunque unas verdades lo son más que otras. En este verso el escritor quiere acentuar la verdad encerrada en el texto, y esto por dos razones. De un lado, por la incredulidad natural del corazón humano, que aun en verdaderos Creyentes, a menudo, duda de si Cristo le ha salvado o no.
La mejor fe es débil, duda del amor de Dios con mucha frecuencia, entonces hay que decirle al corazón: “Palabra fiel digna”. Del otro lado, que posiblemente sea la verdad que más deba ser insistida y proclamada en toda la Creación: “Que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores”. No a los justos, ni buenos, ni siquiera a los medios pecadores, sino a los pecadores completos, a los más viles y malvados de la humanidad, los primeros pecadores, a los impíos, transgresores, inicuos, malvados; el amor y el sacrificio de Cristo es para ellos. De todas las enseñanzas bíblicas que hayan sido publicadas a los hombres, esta es la más escogida. Ninguna otra pudiera ser más dulce al corazón humano que esta, es la más hermosa de todas. No hay una declaración más agradable a un corazón culpable que esta: “Que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores”. El sermón será así: Uno, Explicando el texto. Dos, El amor de Cristo en salvar los pecadores. Luego, La aplicación.
I. EXPLICANDO LAS PALABRAS DEL TEXTO
El texto puede ser desglosado en tres:
Importancia del mensaje: “Palabra fiel y digna de ser recibidas por todos.”
El mensaje: “Que Cristo Jesús vino al mundo para salvar “, y
Los agraciados. “Los pecadores, de los cuales yo soy el primero.”
Detalles
Importancia del mensaje: Cuando las ofertas entre los hombres son muy atractivas, se suele decir: Demasiado bueno para ser verdad, o que el mensaje de oferta carece de importancia, pero aquí es diferente, el mensaje es verdad y bueno, es importante. Viene de Dios mismo, esto es suficiente para que sea importante, es Palabra del Señor, es por tanto un dicho fiel, de parte del Creador a las Criaturas: “Palabra fiel y digna de ser recibidas por todos.” No se trata de un regalo material como dinero, sino algo mucho mejor, el mensaje de Dios a ti. Es fiel o verdadero, digno o conveniente, beneficioso para todo tu ser.
Para un hombre no hay palabras más importantes que las de su Creador, así que debe ser recibido por todos y cada de uno de los seres humanos. Abre tus manos de fe, te conviene recibirlo. Ahora bien, la ternura del Señor se hace manifiesta, ya que no dice que tú debes recibirlo, como si te lo impusiera obligado, aunque bien puede hacerlo, sino que dice: “Es digno que lo recibas;” es de tu más grande conveniencia. Dios se humilla para hablarnos.
El mensaje: “Que Cristo Jesús vino al mundo para salvar.” En la época que nos ha tocado vivir, hemos visto que hay no pocos ministerios cuyo énfasis es que Cristo vino a aliviar el cuerpo de sus diferentes enfermedades, acentúan de manera desproporcionada su sanidad. También hay otros que arguyen que como Cristo es Rey, entonces sus súbditos deben ser ricos, lo que se conoce como el Evangelio de la prosperidad material, pero ni una cosa ni otra, Su venida es bien clara, el vino a salvar. Desde antes de Su nacimiento el mensajero del cielo se lo hizo saber a José: “Llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mat.1:21).
No decimos que no quiera o no pueda darnos otras misericordias de índole terrenal, sino que Su oficio se centra en salvar del pecado: “Que Cristo Jesús vino al mundo para salvar.” En una ocasión sus discípulos sintieron hambre, y rogaron a Jesús que comiera, y El respondió: “Yo tengo una comida para comer que vosotros no sabéis… Mi comida es que yo haga la voluntad del que me envió y que acabe su obra” (Jn.4:32,34). La comida del Señor Jesús es salvar.
Los agraciados: “Los pecadores, de los cuales yo soy el primero.” La expresión no puede ser más sencilla y de más fácil compresión, que el oficio de Jesús es beneficiar al pecador. No hay que darle vueltas, es fácil de entender. Es cierto que la Biblia tiene verdades oscuras y difíciles de dar una clara interpretación, pero aquí no hay nada de eso, es claro como el agua: El mensaje es a los pecadores. Entonces es para toda persona hombre o mujer. De manera, pues, que la primera condición para ser beneficiado es, ser pecador, la segunda y no menos importante es estar consciente de serlo, ver su propia miseria espiritual, que tú no tienes nada que te recomiende con Dios. Pablo dice aquí que fue el primero de los pecadores.
A primera vista su declaración parece extraña, porque conocemos miles de gente que han sido peores que él, ¿por qué? , pues dice así de él mismo. Porque los pecados de otros uno lo sabe por especulación, que los ve o se lo dicen, pero los de uno mismo se saben por experiencia, no hay que contárnoslos, entonces si uno es un Cristiano honesto y en luz, debiera repetir con Pablo: “De los pecadores yo soy el primero.” Los hombres y mujeres que se beneficiarían eternamente con la salvación que da Cristo, primero deben experimentar su propia miseria de pecador, antes de recibir la vida eterna. La salvación que da el cielo es para ellos. Nos referimos a hombres y mujeres que se ven a sí mismo tan malvados que ni siquiera quisieran venir a la Iglesia, se sienten indignos de estar con gente buena. A ellos es este llamado. Ellos están más cerca del cielo que los otros.
Un caso: “Dijo a Simón: Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar. Simón le respondió y dijo: Maestro, toda la noche hemos trabajado duro y no hemos pescado nada. Pero por tu palabra echaré la red.” Pedro vio el mandato de Cristo con incredulidad, su duda fue muy evidente.: “Cuando lo hicieron, atraparon una gran cantidad de peces, y sus redes se rompían. Y Simón Pedro, al verlo, cayó de rodillas ante Jesús exclamando: ¡Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador!” (Luc.5:4-8). Pedro se vio un gran pecador, y reaccionó con incredulidad, porque si hubiese visto el porque Cristo vino a este mundo, le hubiese pedido diferente a como pidió, pediría: “Señor no te alejes de mi, porque soy pecador. Vimos el desglose del texto: La Importancia del mensaje: “Palabra fiel y digna de ser recibidas por todos.” El mensaje: “Que Cristo Jesús vino al mundo para salvar “, y los agraciados: “Los pecadores, de los cuales yo soy el primero”.
II. EL AMOR DE CRISTO EN SALVAR LOS PECADORES
Este amor será destacado considerando Su entusiasmo en salvar, mientras estuvo sobre la tierra y cuando ya estaba en el Cielo. Estando en la tierra. Cuando leemos les Evangelios es notorio como toda clase de pecadores vinieron a El, y a ninguno que reconoció como el Mesías echó fuera, se complació en salvarlos; no devolvió a nadie que entregase su alma para consolarle. Unos vinieron con fe muy débil, tal como Jairo (Marc.5:23). El oficial del rey (Jn.2:46-52). El padre con el hijo endemoniado (Mar.9:24), y la fe de ellos fue limpiada y sacada a victoria. El joven rico trató de manipularlo, y aun cuando Jesús fue cauteloso con él, no dejó de ser cortes: “Jesús, mirándole, le amó” (Marc.9;21). Con la mujer sirofenicia parecería como si la estuviese despreciando, pero lo cierto es que la trato así para destacar la grandeza de su fe y honrarla públicamente y por todas las generaciones (Mat.15:26).
Su amor por los pecadores fue algo tan notorio que aun sus enemigos lo reconocieron, calumniándolo lo honraron, porque le llamaron “amigo de publícanos y pecadores”, y a ellos les respondió: “No he venido a llamar justos, sino pecadores al arrepentimiento” (Mat.9:11-13). Mire esta hermosa historia: “Entonces Jesús, cansado del camino, estaba sentado junto al pozo… Los discípulos le rogaban diciendo: Rabí, come. Pero les dijo: Yo tengo una comida para comer que vosotros no sabéis” (Jn.4:6,31-32). Se olvidó de comer por el gozo que experimentó en salvar una mujer cuyo deleite era coleccionar maridos ajenos. Su comida fue salvarla. Otra historia: “No os regocijéis de esto, de que los espíritus se os sujeten; sino regocijaos de que vuestros nombres están inscritos en los cielos. ” (Luc.10:20-21).
Los discípulos se regocijaban en que tenían poder para echar fuera los demonios, pero El les dijo que se regocijaran más en que tenían el poder de imitar Su oficio de Salvador, y allí mismo dice: “En aquella misma hora Jesús se regocijó en el Espíritu Santo y dijo: Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas de los sabios y entendidos y las has revelado a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó” (v21); su regocijo fue que los apóstoles podían ser como El, podían salvar almas: “Has escondido estas cosas de los sabios y entendidos y las has revelado a los niños.” Hombres débiles y pecadores con el poder de ser instrumentos para vida eterna. En la historia de la resurrección de Lázaro, le dijo a Sus discípulos: “A causa de vosotros me alegro de que yo no haya estado allá, para que creáis” (Jn.11:15). Sus milagros fueron para confirmar que era el Hijo de Dios, que no los hacia por simplemente hacerlo, sino para que creyeran en El, de modo que se regocija cuando alguno de los Suyos mejora o crece en la fe.
Aun a la hora de la muerte, siendo varón de dolores, con grandes quebrantos, no disminuyó su amor por salvar a los perdidos, y estando colgando de la cruz se ganó un ladrón que estaba crucificado junto a El. Y antes de ascender a los cielos la encomienda a los apóstoles fue esta: “Que en su nombre se predicase el arrepentimiento y la remisión de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén” (Luc.24:47). Les urgió que empezaran predicándole a los que más le aborrecieron, quienes le crucificaron. Así fue Jesús antes y después de Su muerte: “Palabra fiel y digna de ser recibidas por todos: Que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero” (v15). Estando en el Cielo. Si antes de sufrir la muerte fue tan vehemente en salvar, cuanto más ahora en gloria, ya que Sus sufrimientos son cosas del pasado, mire como lo dice: “La mujer, cuando da a luz, tiene angustia, porque ha llegado su hora. Pero después que ha dado a luz un niño, ya no se acuerda del dolor, por el gozo de que ha nacido un hombre en el mundo” (Jn.16:21). Esto es, que si padeciendo dolores fue tan entusiasta en salvar, ahora más. El apóstol Pablo hace de esto un motivo para persuadir a los Gálatas: “¿Tan insensatos sois? Habiendo comenzado en el Espíritu, ¿ahora terminaréis en la carne? ¿Tantas cosas padecisteis en vano, si de veras fue en vano?” (Gál.3:3-4). O que los sufrimientos de Cristo por los Creyentes no serán en vano, se ha propuesto llevarlos a la gloria, y ciertamente que lo hará.
La Omnipotencia divina está comprometida en tal santo esfuerzo, nótese: “Jesús se acercó a ellos y les habló diciendo: Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones” (Mat.28:18-19). La satisfacción de Su corazón, y el poder divino están buscando los pecadores para librarlos de la condenación eterna y salvarlos. La muerte de Cristo no tiene otro fin o propósito que salvarte, y salvarte para siempre. Entonces se puede inferir con total certeza: Que así como los abogados ganan más dinero al conseguir más clientes, también Cristo gana más gloria y honra en salvar más pecadores y mientras más malvado ha sido, más brilla el poder de la Cruz del calvario, leamos esto en lenguaje del apóstol Pablo: “Para que nosotros, que primero hemos esperado en Cristo, seamos para la alabanza de su gloria” (Efe.1:12). El beneficio de tales abogados sería engrosar sus bolsillos, así Cristo recibir más gloria, porque se deleita en la salvación de los impíos: “Palabra fiel y digna de ser recibidas por todos: Que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero” (v15).
APLICACIÓN
Lo que te mantiene alejado es, que tú no conoces la mente y el corazón de Cristo. Ahora mismo, en este lugar, si tú quieres puedes ser salvo; basta que quieras. En cuanto a El no es algo indiferente, sino la medula de Su alma, desde antes de la fundación del mundo ya estaba preparado para venir a este mundo, padecer, ser aborrecidos aun por su propia familia, lo mataron, resucito, fundó la Iglesia y ha mandado sus discípulos a salir en Su nombre a buscar los pecadores para librarlos de la ira venidera. El asunto ha sido traído delante de tus propios ojos, ahora la decisión es tuya. Ahora bien, si tú no quieres salvarte, con todo Su obra no es disminuida, tú te condenarías a ti mismo, pero el hizo hasta lo sumo para salvarte. Más aun, si nadie fuese salvo, si todos los rechazaren, aun así será glorificado, dio descargo total al amor de su corazón por lo pecadores. Estoy hablando de una suposición, porque la verdad es que la multitud de los salvos es tan grande que su canto en el cielo es como el estruendo de muchas aguas. Entonces es si tú quieres, pero si no quieres perecerás por tu gusto. Agrego algo más: Si hay gozo delante de los ángeles que están en el cielo por un pecador que se arrepiente, cuanto más gozo habrá en el corazón de Cristo por tu conversión. Amigo, ven a Cristo, ahora mismo, y habrá gozo en Jesús, en los ángeles y en tu conciencia.
Amigo, el Evangelio nació en el cielo, viene del cielo, y este mensaje tómalo así: Del cielo para ti. Es hora de que bendigas a Dios que ha honrado tu persona. Dios encarnado a descendido a ti, te dice ahora mismo: Morí para salvar a los pecadores. El poder y dominio que Jesús tiene sobre toda la creación ha sido sujetada o puesto en operación para que en esta hora y en este lugar tú escuches esta palabra de salvación: “Que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales tú eres uno de ellos” (v15).
A ti te digo, que después de lo que has oído, y de conocer del amor de Cristo por salvarte, si lo rehúsas, no estás rehusando hombre sino a Dios, o que tu incredulidad bajo la predicación clara de este sencillo Evangelio sería lo que te condene. Te invito, pues, a considera este verso: “Mirad que no rechacéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que en la tierra rechazaron al que advertía, mucho menos escaparemos nosotros si nos apartamos del que advierte desde los cielos” (Hebr.12:25). No te opongas a tu salvación. Recuerda esto, que Cristo no sólo es un Cordero, también es un León. Si lo rehúsas, entonces no te podrá librar de la ira venidera: Recíbele en tu corazón y serás salvo. AMÉN