Orando con fe
Juan 15:7
INTRODUCCIÓN
Las últimas dos semana hablamos de las primeras dos disciplinas bíblicas de un discípulo de Cristo. ¿Cuales son? Dijimos, que si nuestras oraciones van a ser contestadas, si vamos a vencer el pecado y ver el reino de Dios avanzar, practicarlas, no es opción. Hoy y la próxima semana estaremos en la tercera disciplina, que es ORAR CON FÉ.
ILL ¿Alguna vez ha llamado a un amigo para compartir buenas noticias solo para escuchar una grabadora? Como quiera deja un mensaje, pero cuelga decepcionado. Siente la diferencia entre dar información y conectar con un amigo.
Teniendo esto en mente, ¿cual es la mejor manera de hablar con el Padre? ¿En qué oraciones se deleita Dios? Posiblemente en el pasado ha orado recitando palabras. Tal vez sus oraciones solo han sido listas de peticiones en lugar de una conversación significativa con Dios. Pero, sea cual sea su situación, si quiere profundizar en su vida de oración, necesita hacerlo de acuerdo con principios bíblicos.
La Biblia enseña que la oración es entrar en la presencia de Dios. Al hacerlo, no debemos tener prisa y bombardearlo con nuestras necesidades; ni orar como si dejáramos un mensaje y seguir nuestro camino sin relacionarnos con él. Dios es santo, y acercarnos a él con humildad y un corazón contrito, es un requisito. (Isa. 57:15)
I. ACCIÓN DE GRACIAS Y SUMISIÓN
Al orar con fé, necesitamos expresar nuestra gratitud a Dios en respuesta a Sus actos. Los salmos nos exhortan a darle gracias por:
Liberarnos de la aflicción
Mostrar Su fidelidad
Perdonar nuestros pecados (Salmo 30:4-5)
Es increíble, pero uno puede estar tan ocupado en presentar sus pedidos a Dios, que olvida separar un tiempo para expresar gratitud. Gratitud por lo que hemos recibido y gratitud por lo que no.
ILL Una mujer llamada Ruth Harms escribió el siguiente poema:
Señor, día tras día te he dado gracias por decir que sí. ¿Pero cuando, genuinamente, te he dado gracias por decir no? Aún así tiemblo en pensar en las posibles calumnias, las manchas acumuladas en mi vida, si no hubieras sido lo suficientemente sabio para decir tu inalterable NO. Así que gracias por decir no, cuando mi lista de deseos excedía mi deseo por ti. Cuando pedí una piedra pensando que pedía pan, gracias por decir no. A mi “¿Solamente ahora Señor?”, gracias por decir no. A mis excusas sin sentido, motivos egoístas y distracciones peligrosas. Gracias por decir no, cuando la tentación que me sedujo me hubiera atado sin esperanza de escape. Gracias por decir no cuando te pedí que me dejaras solo. Y sobre todo, gracias por decir no, cuando en angustia pedí,“Si te doy todo lo demás, ¿puedo quedarme con esto?” Señor, mi asombro aumenta cuando veo la sabiduría de tu sabio no. ¿Cuantas veces le ha dado gracias a Dios por decir “NO”?
ILL Hace un tiempo compartí con ustedes la oración de un soldado confederado, y por la relación con este sermón quisiera hacerlo otra vez:
Pedí a Dios fortaleza para poder alcanzar; me hizo débil para que aprenda a obedecer en humildad.
Pedí salud para hacer cosas mayores; me fue dada enfermedad para que hiciera cosas mejores.
Pedí riquezas para ser feliz; Se me dio pobreza para que aprendiera a ser sabio.
Pedí poder para tener el reconocimiento de los hombres; recibí debilidad para que sintiera mi necesidad de Dios.
Pedí por todas las cosas para disfrutar la vida; me fue dada la vida para que disfrutara todas las cosas.
No recibí nada de lo que pedí pero todo lo que en mi interior esperé.
Soy, entre todos los hombres, ricamente bendecido.
APP La oración de un discípulo es una oración de fe, pero también de acción de gracias y sumisión; sumisión a la voluntad de Dios y cooperación con esa voluntad.
Si anclo un bote a una costa, y halo, ¿halo la costa a mí o yo mismo me halo a la costa? De la misma manera, la oración no es halar la voluntad de Dios a la mía, sino alinear la mía con la de él. El se deleita en contestar la oración que es hecha de acuerdo a Su voluntad. (1 Jn. 5:14-15)
Por Su naturaleza, Dios se rehúsa contestar la oración que es inconsistente con lo que él quiere. Necesitamos escuchar Su voz para saber como orar; y esto solo es posible permaneciendo en Cristo, viviendo en Su Palabra y viviendo en oración. Todos son necesarios, para comunicarnos completamente con el Padre.
CONCLUSIÓN
Si el Señor no contestó o no ha contestado su oración, pudiera ser por 3 razones:
Hay pecado en su vida que necesita confesar y abandonar.
Dios quiere que usted espere en él y aprenda paciencia.
No está pidiendo conforme a Su voluntad porque no está escuchando Su voz.
ILL Martín Lutero dijo, “Tengo tanto que hacer, que paso las primeras 3 horas del día en oración.”
Como discípulo de Cristo, ¿cuan importante es para usted orar, hablar con Dios? ¿Cuanto lo practica? (Jn. 15:7)