Nuestra esperanza en Cristo
Romanos 8:35-39
INTRODUCCIÓN
Como todos nosotros sabemos, a partir del 11 de septiembre, el mundo entero está alarmado y preocupado por la situación que reina como consecuencia de los ataques terroristas en los Estados Unidos. Nadie podrá olvidar las horrorosas escenas de los aviones estrellándose en los edificios que un día fueron los más altos del mundo. Personalmente tuve la oportunidad de estar allí en 1989.
Hoy, al considerar los ataques que se están realizando, se piensa en una posible guerra de dimensiones inimaginables que tal vez sea la peor guerra que el mundo haya visto jamás. El sólo hecho de considerar esta posibilidad hace que el miedo nos invada. Todos buscan hoy algún tipo de esperanza, de donde sea, pero que le permita acostarse a dormir tranquilo. Y como ministro del Señor tengo la gran responsabilidad de darle una respuesta al pueblo de Dios. ¿De qué manera podría fortalecer su esperanza en esta mañana? Podría hacerlo hablándole de la política, para consolarle diciendo que vivimos en países fuertes y democráticos y que los gobiernos se pondrán de acuerdo para solucionar el conflicto. Podría hacerlo hablándole del poderío militar y consolarlo diciéndole que el ejército de los Estados Unidos no tiene rival y que puede acabar con cualquier fuerza destructiva que se le enfrente Podría hacerlo hablándole en términos financieros, y consolarlo diciéndole que las Bolsas de Valores de todo el mundo están fuertes y que continuará el crecimiento y se fortalecerán todas las inversiones.
Podría hacerlo hablándoles de la geografía y consolarle diciendo que vivimos muy lejos del Medio Oriente, alejados de los objetivos financieros, políticos y militares que pudiera escoger el enemigo Podría hacerlo hablándole psicológicamente y enviarlo a un curso titulado: “Cómo auto ayudarse y auto cuidarse después de un desastre”, para levantar su auto confianza, se vea Ud. más competente y evite lamentarse por el doloroso pasado Podría hacerlo hablándole de las profecías o del libro de Apocalipsis y consolarlo diciéndole que Ud. no estará presente en la Tierra cuando se lance el bombazo final contra nuestra país Las respuestas a estas seis opciones son muy fáciles para mí: ¡NO! No voy a tratar de fortalecer su esperanza en estas seis maneras porque la razón es muy simple: ninguna de ellas es verdad:
Ningún sistema político es invencible
Ningún ejército militar puede protegernos de cada fuerza destructiva que exista
Ninguna economía es segura y todos podrían perder sus inversiones
Ni El Medio Oriente, ni el Lejano Oriente, ni ningún país occidental está a salvo del siguiente acto terrorista, el cual puede ser mayor y más mortal.
Ningún esfuerzo psicológico que tenga el propósito de hacerlo sentir competente para evitar dolor guía a la salud, sino a la son fatalidad.
Finalmente, ninguna posibilidad profética que prometa escapar del sufrimiento bajo la providencia de Dios en los tiempos finales funcionó para los creyentes del edificio del WTC aquel martes, y tampoco darán resultado con ustedes. Así que no me voy a equivocar en mi llamado como ministro del evangelio tratando de fortalecer su esperanza en esas formas.
En lugar de eso, quiero fortalecer su esperanza asegurándome que Ud. se sienta más vulnerable de lo que pudiera estar hoy, a la luz de los ataques terroristas del 11 de septiembre pasado. Hay dos razones para hacer esto: Una; somos más vulnerables de lo que pensamos ser. La siguiente fase del terrorismo tal vez no sea un contraataque similar a la estrategia de la semana antepasada. Más bien, podría tratarse de un acto de guerra química o bacteriológica en la que se disparen gases mortales (como el ántrax o la viruela) o el envenenamiento del agua de una ciudad, o infectar los alimentos con enfermedades que puedan llegar a convertirse en epidemias, sólo por mencionar tres posibilidades muy realistas. Esto ya no significaría seis mil, sino cientos de miles de personas muertas. Quizá millones. Así que somos más vulnerables de lo que pensamos ser.
La segunda razón es que los tipos de sufrimiento que la Biblia presenta para el pueblo de Dios son más extensivos de lo que sucedió en Nueva York o está sucediendo en Afganistán. Quizá este tipo de calamidad nos ayude a leer en las Escrituras lo que realmente están diciendo y hacer que nos sintamos menos seguros con las cosas materiales para estar seguros en nuestro Salvador y Rey Jesucristo. Por ejemplo, 1 Pedro 4:12-19 dice: Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, 13 sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría. 14 Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros. Ciertamente, de parte de ellos, él es blasfemado, pero por vosotros es glorificado. 15 Así que, ninguno de vosotros padezca como homicida, o ladrón, o malhechor, o por entremeterse en lo ajeno; 16 pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello. 17 Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios? 18 Y: Si el justo con dificultad se salva, ¿en dónde aparecerá el impío y el pecador? 19 De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien
Así que la forma en la que quiero fortalecer su esperanza esta mañana no consiste en aumentar su sentimiento de seguridad aquí en la Tierra, o desviándolo de la verdad bíblica diciendo que los juicios de Dios han caído sobre justos para purificarlos y condenar a los injustos, o engañarles diciéndoles que el pueblo de Dios no verá ninguna tribulación. Quiero resaltar esta terrible realidad de que estamos indefensos y vulnerables para darle una esperanza real y sólida que se fundamente en la Palabra de Dios. No se trata de sentimientos de esperanza basados en inocentes ideas de estabilidad terrenal o de un escape de los juicios purificadores o condenatorios de parte de Dios. Entonces, ¿Cuál es esta esperanza y dónde está basada? Nuestra esperanza es que nada nos puede separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús, ni el sufrimiento ni la muerte. Y las dos razones de esta esperanza son la muerte de Cristo y la soberanía de Dios. Nuestro Salvador y Rey, Jesucristo murió y resucitó para llevar nuestros pecados, hacerse maldición por nosotros, soportar nuestra condenación, quitar nuestra culpa, y asegurar nuestro gozo eterno en la presencia del Dios que nos satisface en todo. Y la soberanía de Dios sobre todas las personas y eventos garantiza que lo que Cristo compró por nosotros por su sangre se convertirá inevitablemente en nuestra herencia. Bueno, vayamos a nuestro texto para observar las enseñanzas de la palabra de Dios.
I. NUESTRA FIRME ESPERANZA CONSISTE EN QUE NADA NOS PUEDE SEPARAR DEL AMOR DE CRISTO.
¿Cuál es nuestra esperanza en los mejores y en los peores momentos? Nuestra esperanza es que nada nos puede separar del amor de Dios que es en Cristo, ni siquiera la muerte o el sufrimiento. Nuestra esperanza no está en una vida fácil, segura y cómoda aquí en la tierra. Nuestra esperanza está en que el amor de Dios nos concederá un gozo en la gloria de Dios que todo lo llena y que continuará después de la muerte y aumentará por toda la eternidad. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? 36 Como está escrito: POR CAUSA DE TI SOMOS MUERTOS TODO EL TIEMPO; SOMOS CONTADOS COMO OVEJAS DE MATADERO. 37 Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. 38 Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, 39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
Nuestra esperanza firme esta noche -y es la única esperanza duradera – es que si uno confía en Cristo como su Salvador como su supremo Rey, entonces quedará protegido por el amor de Dios de tal manera que ningún terrorista, ninguna tortura, ningún demonio, ningún desastre, ningún hombre, ningún microbio, ningún gobierno podrán destruir. Esta es la esperanza de este texto. Esa es la esperanza de la vida cristiana. No es una esperanza política, ni militar, ni psicológica, ni geográfica, ni mucho menos escapista. Es una esperanza comprada con sangre, producida por el Espíritu Santo, centrada en Dios, que destruye el miedo, que vence la muerte y que exalta a Cristo.
II. LOS FUNDAMENTOS DE NUESTRA ESPERANZA
A. El primer fundamento de nuestra esperanza es la muerte de Cristo por nosotros. La primera respuesta es la muerte de Cristo en nuestro lugar. Mire el vr. 32 El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? La base de nuestra esperanza que Dios nos da gratuitamente y que es todo lo que necesitamos para estar plenamente satisfechos en el para siempre es que él no escatimó a su propio hijo, sino que lo dio por todos nosotros. Él lo dio. Lo dio por nosotros. Dios lo hizo. Y lo hizo por nosotros. Y el vr. 32 dice que la muerte es el fundamento de nuestra esperanza de que nos dará todo lo que necesitemos para estar satisfechos plenamente en él para siempre. Y lo digo así: él nos dará todo lo que necesitemos para satisfacernos para siempre en el amor de Dios, porque lo que se hace claro en el vr. 35 es que la soberanía de Dios no garantiza que escapemos del sufrimiento. No garantiza que nunca estaremos en un avión secuestrado o en unas torres gemelas -o que nunca beberemos agua envenenada o que nunca respiraremos un gas mortal. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Estas palabras cubren prácticamente todos los tipos posibles de calamidad. La angustia y la tribulación son palabras generales para describir los peligros de todas clases. Los cristianos somos vulnerables a todos ellos. Si su esperanza está en que va a escapar de ellos, su esperanza no tiene ningún fundamento. Y yo no quiero darle una esperanza sin fundamento esta noche, sino quiero darle una esperanza con un sólido fundamento. La esperanza cristiana no consiste en que escaparemos de estas cosas, sino que ninguna de ellas nos pueden separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús.
B. El segundo fundamento de nuestra esperanza es la soberanía de Dios sobre nosotros. Hemos visto primeramente que Cristo pagó con su vida a fin de asegurarnos eternamente. Y la segunda razón por la que nada nos podrá separar del amor de Dios es que Él es soberano. Y la soberanía de Dios en todos los eventos es una garantía de que lo que Cristo compró para nosotros con su sangre se convertirá inevitablemente en nuestra herencia. ¿Dónde veo estas cosas en el texto? Consideremos el vr. 36: Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Ahora; esa es una cita del Salmo 44:22. Pablo la menciona por la misma razón que estoy predicando hoy. La aprendí de él. El apóstol quiere dejar bien claro, con autoridad bíblica, que la esperanza cristiana no es escapar de la matanza. La esperanza cristiana no es que nunca estaremos en un avión o un autobús secuestrado o que nunca estaremos fuera de un edificio que se derrumbe por el estallido de bombas que haya dentro de él. Y no es que Dios deje de ser soberano sobre todas las personas y eventos; no es que Dios no gobierna todas las cosas para sus propios propósitos. ¿Por qué digo esto? Porque cuando Ud. regresa al salmo 44, lo que leemos es que Dios no está parado impotente viendo cómo sus ovejas van directo al matadero, sino que Él mismo nos está entregando a este sufrimiento. Vrs 10-13: Nos hiciste retroceder delante del enemigo, y nos saquean para sí los que nos aborrecen. Nos entregas como ovejas al matadero, y nos has esparcido entre las naciones. Has vendido a tu pueblo de balde; No exigiste ningún precio. Nos pones por afrenta de nuestros vecinos, por escarnio y por burla de los que nos rodean. Así que cuando Pablo dice en el vr. 36 “por causa de ti somos llevados al matadero”, no quiere decir que Dios perdió todo el control de su mundo o de su pueblo. Entonces tampoco significa que no tenga propósitos santos o planes en donde muestre su gracia; tampoco significa que no tiene intenciones llenas de misericordia, o que no pueda tener intenciones claras en este oscuro y espantoso sufrimiento ordenado por Dios. No. Lo que quiere decir es que Dios, quien en su soberanía nos entrega a la calamidad, ha de usar esa misma soberanía para hacer que la vida, la muerte, los ángeles, los principados, las cosas presentes, las cosas que están por venir, que los poderes, que la profundidad, la altura y toda cosa creada sirva para nuestro eterno gozo en Dios. Lo que quiere decir es que al enfrentar grandes calamidades o desastres, Dios no quiere que pongamos nuestra esperanza en ninguna otra cosa más que en su poder y en su gracia; quiere que le conozcamos como el Gran Libertador; quiere que acudamos a la sombra del Omnipotente; quiere que nuestra esperanza sea Él y sólo Él.
CONCLUSIÓN
Mi deseo es que en los próximos días y semanas de incertidumbre, de fuertes rumores de guerra que están por llegar, el Señor nos conceda sentir un gran pesar, nos haga humillarnos y nos dé una firme y bien anclada esperanza en nuestro Salvador y Rey Jesucristo. Que esta iglesia pueda ser un poderoso testimonio de confianza y esperanza de salvación a todos aquellos que aun no han venido al conocimiento de Jesucristo. Que la comunidad entera de esta ciudad pueda encontrar en cada miembro de esta iglesia una confianza tal que le permita compartir las buenas noticias de salvación que produzca una arrepentimiento y una fe en Cristo. Mi oración es que el Señor guarde los corazones en perfecta paz, a aquellos que perseveran en él. “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado. 4 Confiad en Jehová perpetuamente, porque en Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos.”