No esta aquí, pues ha resucitado
1 Corintios 15
Tomás Jefferson, a pesar de ser recordado como un gran hombre, nunca aceptó los Milagros que aparecen en la Biblia. Él editó su propia versión de la Biblia, en la que no aparecen todas las partes que se refieren a eventos milagrosos porque fueron borradas. Al editar los Evangelios, Tomás Jefferson se limitó a tener las enseñanzas morales de Jesucristo. Las últimas palabras de sus evangelios dicen así: Y tomando José el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia 60 y lo puso en su sepulcro nuevo, que había labrado en la peña; y después de hacer rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro, se fue”. Pero gracias a Dios que esa no es la manera en que termina la historia, porque el Señor resucitó de verdad, como él lo había prometido. En esta mañana vamos a considerar este gran hecho que es la razón de todo en la vida cristiana.
I. LA RESURRECCIÓN DE CRISTO ES UN HECHO TOTALMENTE CIERTO (3-8)
A. La resurrección de nuestro Señor es tema central del evangelio (1-2)
Pablo hace énfasis en que es en esta gran doctrina fundamental en la iglesia ha puesto su fe; es esta doctrina en la que descansa toda esperanza para el creyente. Gracias a este hecho somos salvos.
Vemos entonces aquí que la resurrección es pieza central del mensaje que debe ser predicado a todas las personas, para la fe y arrepentimiento. No es un apéndice después de la muerte del Señor. En otras palabras, Pablo está diciendo que el evangelio está incompleto si no incluye la resurrección del Señor. Muchas veces cuando compartimos a Jesucristo, nos enfocamos sólo en la muerte y perdemos de vista que la su resurrección es pieza fundamental del mensaje del evangelio. Pero no debemos quedarnos aquí, debemos enfatizar y con más entusiasmo que Jesús no se quedó en la tumba. Y esta verdad tiene que ser creída para la salvación: Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo.
Durante esta Semana Santa hemos tenido la oportunidad de reflexionar en los sufrimientos de Cristo; sin embargo, hoy termina toda esta reflexión con la más grande celebración que la fe cristiana pueda disfrutar. Gloria a Dios.
B. La muerte y resurrección de nuestro Señor son parte del plan eterno de Dios (3-4)
La Biblia enseña que los hechos de la muerte y resurrección de Jesús no acontecieron inesperadamente. Dios, desde la eternidad, y de acuerdo con su eterno propósito para nosotros en Cristo, como dice el apóstol Pedro, el cordero había sido inmolado desde antes de la fundación del mundo.
En su predicación en Pentecostés, el apóstol dice algo sorprendente: Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús Nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis; 23 a éste, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole…
El relato de la conversación de Jesús con los dos discípulos nos dice que: “…comenzando desde Moisés y todos los Profetas, les interpretaba en todas las Escrituras lo que decían de él. Sería largo y cansado revisar una por una las referencias proféticas de la muerte de Cristo en el A.T. Sin embargo, veamos algunas de ellas Salmos Mi vigor se ha secado como un tiesto, y mi lengua se ha pegado a mi paladar. Me has puesto en el polvo de la muerte. Pues no dejarás mi alma en el Seol, ni permitirás que tu santo vea corrupción. Isaías Pero él fue herido por nuestras transgresiones, molido por nuestros pecados. El castigo que nos trajo paz fue sobre él, y por sus heridas fuimos nosotros sanados. Vivirá por días sin fin, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada. Daniel. Después de las sesenta y dos semanas, el Mesías será quitado y no tendrá nada; Oseas El nos dará vida después de dos días; al tercer día nos levantará, y viviremos delante de él. Zacarías “¡Levántate, oh espada, contra mi pastor y contra el hombre compañero mío, dice Jehová de los Ejércitos. Heriré al pastor, y se dispersarán las ovejas, y volveré mi mano contra los pequeños.
C. La resurrección de nuestro Señor es un acontecimiento tan cierto que no hay duda de su veracidad. (5-8)
Pablo les está diciendo: “Si no me creen, hay muchos testigos que lo vieron. Pregúntenles”: Pedro (el gran apóstol), los otros doce, 500 hermanos que lo vieron al mismo tiempo, Jacobo, el medio hermano del Señor que era el principal en la iglesia de Jerusalén.
El hecho de la resurrección de Cristo no fue visto por uno o dos como todos los supuestos milagros que dicen suceder en nuestros días. No sólo da testimonio la tumba vacía, sino que cuando Pablo escribió a los corintios había cientos de testigos que contemplaron al Señor vivo.
Con toda humildad, Pablo dice que él también lo vio. Se refiere al momento de su conversión en Damasco cuando iba persiguiendo y encarcelando a los cristianos.
El argumento de Pablo no está solamente en decir que él fue uno más que vio a Jesús: dice que su vida transformada es un testimonio poderoso de que tuvo un encuentro con Cristo y que recibió el encargo de predicar el evangelio.
II. LA RESURRECCIÓN DE CRISTO OFRECE LA ÚNICA ESPERANZA PARA TODO LO QUE CREEMOS, SOMOS Y HACEMOS (14-20)
A. La predicación del evangelio (14)
El apóstol nos dice que su trabajo no tendría razón de ser. Él -y todos los que han abierto su boca para compartir el mensaje de las Escrituras,- estarían perdiendo su tiempo anunciando a Cristo, si en verdad no hubiera sido cierta su resurrección.
Piensen en todos los esfuerzos que se llevan a cabo para compartir la Palabra de Dios, para traducirla a diferentes idiomas; piense en aquellas personas que viajan o caminan varios kilómetros para compartir semanalmente el mensaje de las Escrituras; piense en todos los hombres y mujeres de todo el mundo que están estudiando en seminarios con el sólo deseo de comunicar la Palabra de Dios. Piense en las miles de horas invertidas para preparar y compartir los sermones, estudios bíblicos: Nada de eso tendría razón de ser si Cristo no hubiera resucitado. Pero eso lleva a considerar otro asunto muy relacionado:
B. La fe del creyente (14)
Pablo está diciendo: no sólo los que sirven al Señor en la proclamación del evangelio como yo pierdo mi tiempo, sino que también ustedes, pues si Cristo no resucitó, han confiado inútilmente el destino de sus almas a algo que es falso.
Y no sólo los creyentes vivos de Corinto, sino todos los creyentes que ya se han ido con el Señor (vr. 18) Todos los que ha partido a la presencia del Señor han creído como nosotros y se fueron con la misma esperanza que tenía David de ver al Señor cara a cara. Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo. Piense en cuánta gente habría sido engañada si a la hora de su muerte lo único que le dio esperanza fue la promesa de resurrección.
Sin embargo, usted y yo tenemos la certeza de que el vivir es Cristo y el morir es ganancia. Usted puede acostarse a dormir confiadamente; no importa la circunstancia en que usted se nos adelante al cielo: todos tenemos por igual la certeza de las palabras de Jesús cuando dijo: voy, pues, a preparar lugar para vosotros… para que donde yo estoy, vosotros también estéis.
¡Gloria a Dios! Nuestra fe descansa hoy sobre un fundamento sólido. Podemos decir junto con Pablo: Yo sé a quien he creído… La fe de ustedes -mis amados hermanos-, a pesar de la burla, del desprecio de los demás es una fe preciosa que nos guarda y nos da la victoria en este mundo.
C. Nuestro testimonio (15)
Vivimos en un mundo corrompido por el príncipe de la mentira y del engaño. Un mundo donde por tantas mentiras, la gente no sabe qué ni en quién creer. Muchas personas se han levantado y han asegurado tener la verdad final, pero finalmente su falsedad ha sido descubierta. Hace unos años en Texas, un demente llamado David Koresh, afirmaba que él era Jesucristo y engañó a cientos de personas que murieron calcinadas en un refugio secreto. Los que sobrevivieron a esta tragedia viven en una total confusión en cuanto a sus creencias.
Pero los cristianos no debemos tener ninguna preocupación en cuanto al contenido del mensaje que anunciamos. Prediquemos con toda convicción de que en Cristo hay esperanza, hay paz, hay vida, hay perdón de pecados. Prediquemos que todo aquel que cree en él no será avergonzado. Prediquemos que el Señor tiene el poder de salvar eternamente a todos los que vienen a él en arrepentimiento y fe.
D. El perdón de nuestros pecados (17)
Durante dos mil años se ha estado predicando que todo aquel pecador arrepentido que viene a Cristo recibe por fe en él, el perdón de sus pecados; predicamos que se elimina toda barrera entre Dios y nosotros; que somos reconciliados con él. Que Dios nos declara justos y libres de toda culpa; que el pecador es trasladado del reino de las tinieblas al reino de la luz; predicamos que estamos en paz con Dios.
Dios nos ha reconciliado y nos ha hecho sus hijos. Ha borrado y eliminado todo obstáculo para nos acerquemos confiadamente al trono de su gracia. Y todo esto es posible gracias a que Cristo vive hoy. Porque todo el contenido de este mensaje está apoyado en las promesas de Cristo y como él cumplió diciendo que tenía el poder de entregar su vida y resucitar por sí mismo, entonces podemos confiar que también tiene el poder de deshacerse de nuestros pecados y darnos la vida eterna.
E. Esperanza de algo mucho mejor en la otra vida (19)
Si la esperanza que tenemos en Cristo fuera sólo para esta vida, seríamos los más desdichados de todos los mortales .NVI
En los días de Pablo ser cristiano era un peligro grave: persecución, rechazo de las personas y de la misma familia, pobreza, etc. La pena era muchísima. Había pocos beneficios tangibles en aquella sociedad. Era renunciar a subir en la escala profesional o social.
Entonces Pablo nos enseña que no importa todas las penas, sufrimientos y privaciones en esta vida por ser cristiano. (vr. 31,32) Gracias a Cristo, tenemos la plena seguridad de que en la otra vida, -la verdadera vida- las cosas serán totalmente diferentes y muchísimo mejores que las que vivimos aquí. Si así no fuera, seríamos los más desdichados, porque nos pasaríamos la vida sufriendo sin ninguna esperanza futura.
G. La esperanza de nuestra propia resurrección (20) “…porque yo vivo, vosotros también viviréis. Dijo el Señor. La primicia era la primera parte de las cosechas que los judíos traían al templo como ofrenda. Aunque Cristo no fue el primero en resucitar, sí fue el primero que nunca volvió a morir. Él es el primero, y es la prueba y garantía que nosotros también resucitaremos a la vida eterna. Muchos mueren sin haber vivido realmente; pero otros continúan viviendo a pesar del hecho de haber muerto.
CONCLUSIÓN
Esto es muy cierto en relación con los creyentes. El mensaje que oyeron las mujeres: “No está aquí, pues ha resucitado”:
Es un mensaje de confianza para nuestras convicciones: estad firmes y constantes,
Es un mensaje para no bajar la guardia: creciendo… siempre
Es un mensaje de exhortación para servir al Señor: en la obra del Señor,
Es un mensaje que le da sentido a nuestro diario vivir: sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es vano.