Marca registrada
Efesios 1:3
Un sello es un elemento que se utiliza para marcar un documento como propio. Esta expresión en la Biblia connota que somos Sello de Propiedad de Dios y a su vez, nos enseña que fue dado como anticipo de nuestra herencia para la vida eterna.
¿QUÉ SE NECESITA PARA REGISTRAR UNA MARCA?
1. Crear el nombre
2. Llenar un formulario
3. Un Abogado
4. Finalmente es emitido un acta o resolución donde se informa que ahora es una MARCA REGISTRADA.
El Padre es quien nos elige para adoptarnos, nos mira a los ojos y nos da un nombre, el Hijo vino e hizo el proceso y pago el precio dando arras por nosotros y el Espíritu Santo, el Sello puesto; que certifica que somos ahora de su propiedad. Y es la aceptación de este sello, la que nos publica en la gaceta o boletín de registros de marca y públicamente señala que estamos inscritos en el libro de la vida.
El formulario lo llenamos en el momento en el que decidimos recibir y aceptar a Cristo como único y suficiente salvador. Por lo general nos dan la bienvenida cuando somos nuevos en la iglesia, hacemos una oración especial para invitar al Señor Jesucristo a nuestras vidas. En varias Iglesias toman los datos, nombre, dirección teléfono…. Y el formulario queda lleno.
Luego que esto sucede, se requiere de un Abogado. El trámite lo puede hacer uno mismo pero corre el riesgo de perder la marca, puesto que existe una mafia interna que roba las marcas; por esto, es conveniente dejarlo en manos del Abogado y en este caso dice la palabra que: Abogado tenemos para con el Padre
SEGUIDO A ESTA ELECCIÓN, nosotros entramos a rendir cuentas como lo hace una franquicia. 2 Co 1:22 . De ahí en adelante siempre debemos proyectar una nueva imagen, a la estatura del Varón Perfecto.
La prueba que tenemos, es nuestro registro en el ESPÍRITU SANTO, Su sello.
¿COMO SABEMOS UD Y YO QUE ESTE REGISTRO YA FUE APROBADO?
1. Cuando somos regenerados y hemos nacido de nuevo. (Juan. 1:12-13) 2. Cuando somos libres de pecado. (Romanos 8:1-17) 3. Cuando tomamos conciencia de quién es nuestro dueño absoluto. (Ro 8:15) 4. Cuando somos llenos de poder para testimonio. (He 1:8 , 24)
CONOZCAMOS UN POCO MAS SOBRE EL ESPÍRITU SANTO… La Biblia nos lo presente de muchas formas:
•”Viento y Fuego”. Jn. 3:8; Hch. 2:2,3; •”Sello, Prenda, Arras”. 2ªCo. 1:22; Ef. 1:13,14.
•”Unción”. 1ªJn. 2.20.
•”Agua Viva”. Jn. 4:14 comparar Jn. 7:38,39 •”Paloma”. Mt. 3:16; Jn. 1:32,33.
Hay muchas personas que piensan que el Espíritu Santo es una fuerza o un poder. Pero la verdad es que es una persona de la Trinidad, tal como lo es Jesucristo y el Padre. El Espíritu Santo no es una “influencia benéfica”, “una fuerza que impulsa”, “un poder mágico”, “una emanación” o “una corriente”, ni siquiera es un “atributo” de Dios.
Tampoco es una entidad nebulosa o abstracta que nosotros podamos adquirir para alcanzar el éxito en nuestra experiencia cristiana, o para hacer obras milagrosas con que asombrar a la gente.
El Espíritu Santo es una PERSONA DIVINA, santa, soberana, infinitamente poderosa, sabia y bondadosa. Así como el Padre y el Hijo son Personas, el Espíritu Santo es la tercera Persona gloriosa de la Trinidad divina (Mateo 28:19). Siendo Dios mismo, el Espíritu Santo desea ejercer su dominio y voluntad en nuestra vida, para usarnos según Su propósito.
El Espíritu Santo ha estado presente desde el momento de la creación. (Génesis 1:2) “el Espíritu de Dios se movía sobre el haz de las aguas”. Durante el ministerio de Cristo cuando echaba fuera los demonios y hacía los milagros “por el Espíritu de Dios”. (Mat. 12:28) y siempre se ha mostrado como una Persona, con todos los Atributos y Acciones propios de la Personalidad.
¿CUAL ES LA MISIÓN O EL MINISTERIO DEL ESPÍRITU SANTO? (EFESIOS)
Es la Cuota inicial de nuestra heredad.
Es el Espíritu de Sabiduría y revelación.
Nos ayuda frente al Padre.
Nos edifica como templo santo.
Nos revela el misterio de Cristo.
Fortalece el hombre interior.
Nos motiva a ser semejantes a Cristo por medio de la fe.
Se entristece por nuestros pecados.
Tiene la misión de darnos llenura y fortaleza.
Ayuda en medio de la oración y en la batalla.
Es el dador del Fruto: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza.
Es el dador de los Dones: Sabiduría, ciencia, fe, sanidades, milagros, profecía, discernimiento de espíritus, lenguas, interpretación de lenguas,
¿DONDE MORA EL ESPÍRITU SANTO?
La Biblia menciona diferentes templos establecidos en distintos tiempos para la habitación de Dios en la tierra:
1) EN EL TABERNÁCULO: Fue la primera morada de Dios en la tierra (Éxodo 25:8 y 34:26) Cuando fue dedicado, “una nube cubrió el tabernáculo de reunión, y la gloria de Jehová llenó el tabernáculo.” Era el sitio de la adoración de Jehová (Éxodo 33:7-11), durante los primeros quinientos años después de la liberación de Israel de la tierra de Egipto.
2) EN EL TEMPLO: Cuando los israelitas ya estaban establecidos en la tierra prometida, Salomón construyó un templo de piedras en Jerusalén. En la dedicación del mismo, Salomón dijo: “Yo, pues, he edificado una casa de morada para ti, y una habitación en que mores para siempre.” (2º Cr.6:2) Y leemos que “no podían los sacerdotes estar allí para ministrar, por causa de la nube; porque la gloria de Jehová había llenado la casa de Dios.” (2º Cr.5:14).
3) EN EL CUERPO DEL SEÑOR JESÚS también era un templo (Jn.2:19-21). Juan dice del Señor: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como la del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad (Jn.1:14). La palabra que se traduce como “habitó” realmente significa que el Señor Jesús hizo su tabernáculo entre los hombres. Los judíos procuraron destruir ese maravilloso templo cuando crucificaron al Señor, pero Dios lo levantó tres días después.
4) EN LA IGLESIA DEL SEÑOR JESUCRISTO: En el Nuevo Testamento tenemos la revelación más maravillosa: que la Iglesia del Señor Jesucristo, es ahora “templo para morada de Dios en el Espíritu” La Escritura dice: “edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu. (Ef.2:21-22) Por fin, pues, Dios tiene un templo, no hecho de manos, que se está edificando sin ruido ni ostentación alguna (Comp, 1º R. 6:7). Cada uno de nosotros, los creyentes, como piedras vivas, somos edificados como casa espiritual para Dios. (1ª Pedro 2:5)
5) EN EL CUERPO DEL CREYENTE: Además del templo anterior, el cuerpo de cada verdadero creyente en Cristo es también un templo del Espíritu Santo. (1ª Cor. 6:19) El Señor habita en nosotros (Ef. 3:17) y ello se refiere a una residencia permanente, ya que está en “su propia casa”, y no como una visita.
DIFERENCIACIÓN ENTRE LA PRESENCIA DEL ESPÍRITU, LA PLENITUD DEL ESPÍRITU Y LA MANIFESTACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO.
1) La presencia del Espíritu: Se refiere a la recepción del Espíritu Santo y su habitación en cada creyente, que por lo tanto es hecho templo de Dios. Esto es equivalente a recibir la “unción” del Espíritu Santo, es decir, el acto de Dios, aplicado a cada persona por el cual envía al Espíritu Santo para morar permanentemente en ella, cuando le recibe por primera vez como sello. Entonces tener el Espíritu Santo es haber recibido la unción del Espíritu Santo, sin ninguna “manifestación” visible más allá de los efectos inherentes a la conversión.
2) La plenitud del Espíritu: Se refiere al hecho de ser lleno del Espíritu Santo. Es un segundo nivel donde el Espíritu no sólo mora en el creyente, sino que también gobierna completamente su vida.
La presencia del Espíritu, según la doctrina desarrollada en el Nuevo Testamento, es una de las características más distintivas de la presente dispensación de la gracia. Nadie en el Antiguo Testamento, o en el período inmediatamente anterior a la Iglesia, recibió al Espíritu de este modo. Nadie fue morada permanente del Espíritu Santo antes de Pentecostés.
La noción de que una persona pudiera ser templo de Dios, está completamente ausente en el Antiguo Testamento. En cambio, sí encontramos que algunas personas fueron momentáneamente llenas del Espíritu Santo para servicios especiales. (Moisés, Elías, Eliseo)
Comparando los dos puntos anteriores tenemos:
La presencia del Espíritu Santo,(1), es absolutamente esencial para la salvación de una persona.
La plenitud del Espíritu Santo, (2), es absolutamente esencial para la santificación del creyente.
En un verdadero creyente, la presencia del Espíritu, así como la regeneración (Tit. 3:5), el sello (Ef. 3:13), y la unción del Espíritu (1ª Jn. 2:27) son incondicionalmente permanentes; pero la plenitud continúa únicamente en tanto se cumpla la condición de permitir que el Espíritu gobierne toda las áreas de la vida.
La presencia, o unción, del Espíritu Santo le es dada a todos los que creen. Por lo tanto no hay ningún creyente genuino que no haya recibido “la promesa del Padre, el don del Espíritu Santo”. En cambio, lamentablemente, muy pocos creyentes tienen la plenitud del Espíritu Santo, porque son pocos los que quieren cumplir las condiciones.
3) La manifestación del Espíritu: No es el movimiento de las manos, no es el caerse cuando lo toca el pastor, no es el llanto o la risa. Tampoco es el que nuestro cuerpo se coloque de rodillas o se tienda en el piso. Todo esto sucede en nuestros cuerpos físicos, como consecuencia a la manifestación del Espíritu.
No es posible que como cristianos midamos la unción del pastor, o la bendición del Servicio por la cantidad de personas que se caen, se ríen o lloran.
La manifestación del Espíritu Santo es lo que sucede en nuestras vidas, una vez que hemos sido sellados (Recibiendo al señor por primera vez) y nos mantenemos en la plenitud de Cristo (Entregándole el gobierno de TODAS las áreas de nuestra vida).
Es palpable, se ve, se siente, se vive. Es el poder orar y ver la respuesta; imponer manos y ver la sanidad; profetizar una palabra y ver que se cumple; orar en lenguas o interpretarlas sin temor; es la autoridad para dar un consejo sabio, una palabra de ciencia, una revelación divina; Es tener amor, paz, paciencia, fe, gozo, bondad benignidad, mansedumbre, templanza.
El Espíritu Santo se Manifiesta en nuestras vidas cuando en nosotros se ven a diario, “no solo en los servicios”, el Fruto y los Dones.
PARA CONCLUIR
El morar del Espíritu, su Sello y sus manifestaciones, no son solo una experiencia, sino un hecho real que se acepta por medio de la fe. El sello del Espíritu es una parte tremendamente significativa de la salvación del cristiano e indica su seguridad, y que es propiedad de Dios.
Así mismo, es el símbolo de una transacción terminada. Los cristianos estamos sellados hasta el día de nuestra redención, para ser presentados en gloria delante del Padre.