La seguridad en sí mismo

La seguridad en sí mismo


Ninguna persona que sigue a Jesús ha desarrollado jamás verdadera madurez espiritual sin haberse enfrentado a una variedad de valles, llamo valles a una serie de altibajos, ya que los valles están formados por una serie de altibajos. Tales altibajos espirituales o experiencias son necesarios para activar el proceso de maduración. La seguridad en si mismo para enfrentar cada una de las pruebas y oportunidades es una consecuencia de todo esto. 

La seguridad en si mismo se define como un sentimiento de certeza y confianza. Para el cristiano esta seguridad se manifiesta en la proporción de su confianza en Dios. La certeza indica la confianza en una persona o cosa, se enfoca en la fe. La fe es fundamental para todo cristiano ya que “sin fe es imposible agradar a Dios” (Hebreos 11:6). La falta de fe imposibilita alcanzar el potencial que se tiene en Dios y en las relaciones personales. 

1. La fe

Es pues la fe la certeza de lo que se espera la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1). 

En la versión Reina de Valera de 1909 esta misma cita dice: “Es pues la fe la sustancia de las cosas que se esperan, la demostración de las cosas que no se ven”. Sustancia significa parte real o esencial de una cosa, lo que es sólido o real. La sustancia habla de realidad, la esencia o parte principal de un concepto. Demostración significa prueba de una cosa, datos o información en los que puede basarse un juicio o conclusión para establecer la prueba de una cosa. La fe no es, pues, una idea abstracta, sino una realidad concreta. La confianza en Dios y por lo tanto en uno mismo no se basa en sentimientos, si no en una prueba tangible, y la prueba es nuestra fe. En otra versión de la Biblia dice de este mismo versículo: “Ahora bien, la fe es la seguridad (la confirmación, el titulo de propiedad) de las cosas que esperamos, la prueba de las cosas que no vemos y la convicción de su realidad”. La fe es un hecho real que no se revela a los sentidos. 

Nuestra fe es, pues, la seguridad, seguridad intelectual y ausencia de duda. Entonces tenemos: Seguridad: calidad de seguro. Confirmación: acción de autentificar una cosa o corroborar su realidad. Titulo de propiedad: es la prueba autentica de que algo te pertenece legalmente. La fe es la prueba de la validez de una cosa. La palabra prueba significa evidencia que establece la validez de algo. A la fe siempre se le define como algo abstracto e invisible , por lo tanto, intangible. Sin embargo, la prueba tiene que ver con algo real, algo que existe. La fe es una convicción, la convicción significa convencimiento o acción de convencerse. La fe pues, es un convencimiento absoluto. 

2. Ladrones de la fe.

Nuestra fe es fundamental para nuestra madurez, es por eso que el enemigo envía constantemente una gran cantidad de su gente para impedir que desarrollemos la fe y por lo tanto evitar de que estemos seguros. Es por eso que David dijo: “Las angustias de mi corazón se han aumentado; Sácame de mis congojas. Mira mis enemigos, cómo se han multiplicado, Y con odio violento me aborrecen” (Salmo 25:17,19). Depresión Con la depresión viene el ladrón de la desesperanza, desesperanza significa “perder toda esperanza, ser vencido por la inutilidad y la derrota”. 

Martín Lutero, el padre del protestantismo dijo una vez: “Por mas de una semana estuve a las puertas de la muerte y del infierno. Temblaban todos mis miembros. Cristo estaba completamente perdido. Me estremecía con la desesperación y la blasfemia contra Dios”. En una ocasión Moisés dijo: “Y si así lo haces tú conmigo, yo te ruego que me des muerte, si he hallado gracia en tus ojos; y que yo no vea mi mal” (Números 11:15). David escribió: “Temor y temblor vinieron sobre mí, Y terror me ha cubierto. Y dije: ¡Quién me diese alas como de paloma! Volaría yo, y descansaría” (Salmo 55:5). Incluso Jesús se enfrento contra este ladrón: “Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo” (Mateo 26:38). Y podemos mencionara muchos. La psicología dice que los pensamiento malos y negativos son la raíz de la mayor parte de las depresiones. 

Estos pensamiento inmoderados no solo causan depresión, sino que alimenta a su vez a esos pensamientos, como una droga que crea una adicción y que es casi necesaria, ya que según existe una glándula que al estimularla segrega ciertas sustancias. Por eso proverbios dice: “Mas por el dolor del corazón el espíritu se abate” (Proverbios 15:13). También dice: “Mas el espíritu triste seca los huesos” (Proverbios 17:22). La depresión es un estado de tristeza que debilita nuestras fuerzas. El estar triste dice la Biblia que seca los huesos, en una definición se dicen que los huesos sostienen y protegen los órganos blandos del cuerpo, aunque en apariencia son sólidos, los huesos están formados por tejidos vivos dotados de nervios, y vasos sanguíneos y linfáticos, y entre millones de microscópicos canales longitudinales que los hacen porosos, a su cubierta exterior se adhieren los músculos y tendones, en la medula se forman los glóbulos, con el tiempo va aumentando la producción de medula amarilla. Es decir los huesos son una parte fundamental en el sostenimiento de nuestros músculos mas sensibles e importantes y también intervienen en la producción de la sangre, lo que nos lleva a decir que si nuestro huesos envejecen al igual nuestros músculos y la producción de nuestra sangre no será buena, o sea, la depresión causada por la tristeza envejece todo nuestro cuerpo. David dice: “Nada hay sano en mi carne, a causa de tu ira; Ni hay paz en mis huesos, a causa de mi pecado…Estoy encorvado, estoy humillado en gran manera, Ando enlutado todo el día. Porque mis lomos están llenos de ardor, Y nada hay sano en mi carne. Estoy debilitado y molido en gran manera; Gimo a causa de la conmoción de mi corazón” (Salmo 38:3-8). Como la depresión es un estado de tristeza que debilita nuestras fuerzas, el remedio para esta es la risa o el gozo. “El corazón alegre hermosea el rostro” (Proverbios 15:13). “El corazón alegre constituye buen remedio” (Proverbios 17:22). Los psicólogos dicen que la risa tiene un poder curativo. 

Algunos estudios demuestran que la risa, de la clase que definimos de buen humor, puede ser una indicación de bienestar físico y mental. Algunos científicos han estudiado un efecto de la risa medible en los pulmones y en otros órganos importantes. Otros estudios dicen que la risa reduce las tensiones y relaja los tejidos, y ejercita órganos vitales. Aun la risa forzada tiene un efecto sobre nosotros, tanto física como mentalmente. La risa elimina tensiones nerviosas que trastornan funciones corporales, despeja la mente de molestias y resentimientos. La risa deja una sensación de bienestar, de satisfacción y contentamiento. La risa beneficia los pulmones, despeja el sistema respiratorio, es un desahogo emocional, produce descarga de energía innecesaria, combate el aburrimiento, contribuye a vencer la timidez, la tensión y la ansiedad. Un profesor en psicología llamado Jacob Levine dice: “La capacidad de reír es la medida del ajuste del hombre a su ambiente, mientras que la incapacidad de responder positivamente a las situaciones que hacen reír a las personas normales indica presencia de problemas”. Y concluye con algo tremendo: “ Se ha probado que la risa, junto con un sentido del humor bien desarrollado, es uno de los más seguros signos de inteligencia”. Entonces, sabiendo todo esto debemos pedirle a Dios que nos bautice con una mayor dosis de gozo cada día. 

Odio.  El perdón es una cualidad vital para la madurez espiritual y contribuye al crecimiento de la Confianza en Dios, por lo que el enemigo tratará de causarnos problemas con el ladrón de la ira, el cual lleva a un espíritu de odio. Con respecto a esto la Biblia dice: “No aborrecerás a tu hermano en tu corazón; razonarás con tu prójimo, para que no participes de su pecado. No te vengarás, ni guardarás rencor…”(Levítico 19:17,18). La palabra rencor significa “abrigar resentimiento o mala voluntad”. Como siempre se descubre que es fácil guardar un rencor, se hace fácil guardar otro. Pronto la mente subconsciente de la persona es un deposito de rencores. Tal persona encuentra por ultimo recurso confiar en Dios o en otras personas. Su confianza en otras personas se ha destruido, y ha perdido toda confianza en si mismo. Y normalmente actúa con ira, es la manifestación del rencor, su expresión siempre será tendiente a la ira. El remedio para el odio es la benignidad. 

El primer paso para vencer al odio es la practica del perdón, que proviene de un espíritu benigno. Como dijo Pablo: “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”. (Efesios 14:32). El odio siempre quita, pero la benignidad da. La benignidad no solo vence al espíritu de odio también lleva a muchas bendiciones personales. Por ejemplo: “A su alma hace bien el hombre misericordioso” en otro contexto dice “Cuando te muestras benigno tu alma se vigoriza” (Proverbios 11:17). 

Soberbia u Orgullo.  El enemigo tiene otro ladrón que se llama presunción. La presunción tiene que ver con un concepto excesivamente alto de uno mismo y que está lleno del espíritu de orgullo. No nos referimos a la confianza personal sino a la actitud de arrogancia. 

La Biblia advierte: “Antes del quebrantamiento es la soberbia, Y antes de la caída la altivez de espíritu” (Proverbios 16:18). Pablo dice: “Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión” (Romanos 12:16). Se puede describir a la soberbia como una rotunda esclavitud, pues de este pecado fue de donde surgieron los demás. La soberbia provocó la caída de lucifer. Comúnmente la persona atrapada por la soberbia no se da cuenta de que lo está. La Biblia dice: “Por tanto, la soberbia los corona;” , otra versión dice “Así que llevan su orgullo como cadena al cuello” (Salmo 73:6). La soberbia surge fundamentalmente, de dirigir la atención a nosotros mismos. Cuanto más quitamos nuestros ojos de las necesidades y preocupaciones de los demás, tanto más nos alimentamos de la soberbia. El remedio para la soberbia es la humildad. 

La humildad jamás se debe de tomar como auto condenación. La humildad no consiste en rebajarse uno mismo, sintiéndose indigno. En verdad, la mejor manera de practicar la humildad es exaltar a los demás. Cuanto más exaltamos a otros desde una posición modesta, tanto más cultivamos la humildad. La Biblia dice: “Riquezas, honra y vida Son la remuneración de la humildad y del temor de Jehová” (Proverbios 22:4). Santiago dice: “Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes”(Santiago 4:6). Pedro dice: “Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad” (1 Pedro 5:5). La humildad es más un estilo de vida que una serie de actos individuales. Francamente la persona que se esfuerza en humillarse para dar un ejemplo de humildad, esta dirigiendo la mirada hacia si misma, lo cual es en si una forma de soberbia. Por tanto, la humildad tiene que fijar su atención en los demás. Cuanto más exaltamos a otros tanto menos pensamos en nosotros, tanto más derrotamos al ladrón de la presunción. 

Temor.  El temor atrae el ladrón de la ansiedad, es otro enemigo enviado para destruir nuestra fe. Desde luego son imprescindibles algunas formas de temor. Indudablemente no hay nada malo en el temor normal, como el de pisar un insecto venenoso. Pero el “temor” al que nos referimos es aquel que consiste en estar siempre a la espera de peligros y sus posibles resultados que son grandemente exagerados. Dicho temor excluye la capacidad de Dios para intervenir a nuestro favor. Específicamente nos referimos a la ansiedad innecesaria. La Biblia nos manda continuamente a que evitemos el temor, se dice que las expresiones “no temas” y “no temáis” aparecen unas 350 veces en la Biblia. Un pasaje dice: “Por nada estéis afanosos (o ansiosos)” (Filipenses 4:6). Proverbios dice: “No tendrás temor de pavor repentino” (Proverbios 3:25). 

Los antiguos griegos usaban la palabra “phobos” para referirse a este pavor, palabra que traducida significa aproximadamente “terror”. Hay centenares de temores que los psicólogos llaman fobias, y que plagan a la humanidad. Lo malo de esto es cuando permitimos que estas fobias se desarrollen de tal manera que excluyamos la capacidad de actuar de Dios. El temor es una especie de fe, pero a la inversa. En efecto, creer que una calamidad o circunstancia adversa es mayor a la capacidad de Dios (en eso consiste el temor) es expresar más fe a la calamidad que a Dios. Por lo tanto, cultivar el temor es reducir nuestra fe o torcerla. El remedio para el temor es el valor, algo que se cultiva aprendiendo los pensamientos de Dios. No solo se cultiva leyendo la Palabra de Dios sino que se aumenta viviendo el la presencia de Dios. La confianza se relaciona con el acercamiento hacia a Dios, algo que se desarrolla mediante el habito devocional, que incluye oración y lectura. 

Culpa.  Este es el más mortífero del arsenal del enemigo, la culpabilidad da origen al ladrón de la condenación. Se define a la culpabilidad como la “conciencia, llena de remordimiento por haber hecho algo malo”. Naturalmente podemos tener una desilusión lo lleva a uno a corregirla. Por ejemplo, cualquier creyente que quiere madurar en Cristo agradece el proceso continuo de convencimiento ejercido por Espíritu Santo. La culpa lleva al creyente a la esclavitud espiritual. Esclavitud significa “estado o sujeción a una fuerza o poder”. ¿Cómo podemos diferenciar entre convicción y condenación? La convicción siempre atrae a una persona a Dios, en tanto que la condenación siempre nos aleja de el. La culpabilidad es mortal sobre todo porque crea una especie de ceguera espiritual. Específicamente, la culpabilidad engendra depresión, ese ladrón que ya estudiamos. David se refería a la desesperación que le causaba este sentimiento de culpa dijo: “Porque mis iniquidades se han agravado sobre mi cabeza; Como carga pesada se han agravado sobre mí” (Salmo 38:4). Esencialmente, el sentimiento de culpa es causado por creer las mentiras del enemigo. De modo que vencemos dicho sentimiento sembrando las semillas espirituales de la seguridad en nuestros corazones. La seguridad es simplemente “el estado o la cualidad de estar seguro o convencido de que cierta cosa es verdad”. Seguridad es sinónimo de certeza, la cual obviamente es vital para el buen desarrollo de la fe en Dios. 

La Biblia nos manda a que nos acerquemos a Dios con certeza y seguridad: “acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió.”. (Hebreos 10:22, 23). Podemos aumentar nuestra seguridad fijando nuestros ojos en Dios. Con respecto a la culpabilidad y la condenación es muy importante que recordemos que el foco de estas actitudes es el yo. Cristo es el foco del perdón. Así que para vencer la culpabilidad que consiste en fijar la atención en los fracasos necesitamos mirar con más cuidado a Jesús. La Biblia dice que miremos a “Jesús, el autor y consumador de la fe”(Hebreos 12:2). Respecto a esto Andrew Murria dijo: “nunca trate de despertar la fe desde adentro. No podemos estimular la fe desde las profundidades de su corazón. Dejemos nuestro corazón y contemplemos el rostro de Cristo.

Inferioridad.  El complejo de inferioridad, da rienda suelta al ladrón de la duda en uno mismo, es el ultimo ladrón que el enemigo envía para despojarnos de nuestra seguridad en nosotros mismos. Aunque cada creyente puede encontrarse con varios de los ladrones mencionados, ningunos parece afectar a más creyentes en periodos más prolongados que el ladrón de la duda en uno mismo. Hablando en términos generales, la mayoría de las condiciones de inferioridad se producen por las persistentes confesiones de fracaso. Ya sea que estas confesiones se hagan en público o sólo en la mente, el caso es que nada estorba más nuestra dignidad que los pensamientos y conversaciones que tienen un carácter negativo. La Biblia dice: “El hombre se alegra con la respuesta de su boca” (Proverbios 15:23), y: “Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él” (Proverbios 23:7). Fue este enemigo que casi derrotó a Gedeón antes que Dios tuviera oportunidad de usarlo en Israel. A Gedeón se le dijo que Dios quería usarlo para librar a la nación, a lo que el dijo: “Ah, señor mío, ¿con qué salvaré yo a Israel? He aquí que mi familia es pobre en Manasés, y yo el menor en la casa de mi padre” (Jueces 6:15). Dios jamás le preguntó su condición, le dijo lo que tenía que hacer con el y le dio una orden, pero puso los ojos en si mismo. 

Afortunadamente Gedeón venció este sentimiento de inferioridad y reconoció que Dios lo llamaba. Después conducía un pequeño ejército de 300 hombres a una victoria porque Dios lo había llenado el corazón con el espíritu de la confianza, que es remedio para todos los sentimiento de inferioridad y de duda en uno mismo. Cuando Thomas Edison murió a las 84 años de edad, la Oficina de Patentes de los Estados Unidos tenía un registro de más de 1,100 inventos distintos, entre ellos una bombilla eléctrica, atribuida a el que nunca terminó la secundaria. Uno de los inventos de Edison, el acumulador, tiene una historia especialmente insólita. Se dice que Edison efectuó 10,000 experimentos separados y cuidadosamente documentados antes de halar finalmente la solución. Después del último fracaso, e ignorando que estaba a punto de hacer un descubrimiento, un amigo de el trató de consolarlo por fracasar 10,000 veces. La respuesta de Edison fue extremadamente positiva y con gran confianza. Con una sonrisa dijo: “Pues, yo he fracasado 10, 000 veces. Soy el único en la tierra que ha probado 10, 000 maneras en que un acumulador no funciona.”  La seguridad en si mismo es el remedio para la inferioridad, no cabe la menor duda, y no cabe la menor duda de que puede cultivarse. Y aunque la “seguridad en si mismo” y la “confianza” estén íntimamente relacionadas, si hay una diferencia. 

Conclusión. 

La confianza es básicamente una convicción de que podemos tener éxito en Cristo, factor que trata mayormente del crecimiento y la madurez. Además, el foco de la confianza está en la posición de uno en Jesucristo, mientras el foco de la seguridad en si mismo está en el “poder” de uno en El. Una de las promesas más grandes de toda la Biblia respecto a nuestra seguridad en Cristo fue escrita por Pablo: “Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.” (Romanos 8:38, 39). 

Principio de la seguridad en si mismo: 

Solo puedo hallar el propósito fundamental de la vida aprendiendo los aspectos esenciales de la plena confianza en Dios para mi vida. Debo aceptar su voluntad como mi voluntad, avanzando en su plan como la nube lo hace con el viento. Debo reclamar, seguro de que obtendré, cada promesa celestial como mi título de propiedad que nunca he visto. Por tanto, resuelvo adoptar diariamente esta manera de proceder, y con el poder de Dios lo declaro ya hecho. 

Pasaje del Principio de la seguridad en si mismo: 

Esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho” (1 Juan 5:14,15).