La santidad que Dios demanda Parte I
Deuteronomio 6:4-9 »Oye, Israel: Jehová, nuestro Dios, Jehová uno es. »Amarás a Jehová, tu Dios, de todo tu corazón, de toda tu alma y con todas tus fuerzas. »Estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón. Se las repetirás a tus hijos, y les hablarás de ellas estando en tu casa y andando por el camino, al acostarte y cuando te levantes. Las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; las escribirás en los postes de tu casa y en tus puertas.
El texto que voy a enfocar se halla en Hebreos 12:14: Seguid la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Nuestro Dios es Dios santo. Y si queremos conocerlo, tenemos que ser santos también. Y debemos pensar en la santidad que él nos demanda. Este sermón quiero enfocar el concepto de la La Paz que encontramos en este versículo: Seguid la paz con todos.
¿Qué es la paz? Pues, la paz tiene que ver con las relaciones entre nosotros y nuestro prójimo. En el Decálogo, hay cuatro mandamientos que tratan con nuestra relación con Dios, y los seis restantes tratan de nuestra relación con nuestro prójimo. Cuando Jesús resumió la ley, cuando él llevó el Antiguo Testamento entero y lo puso en una declaración concisa, él también miró a estas dos secciones del los diez mandamientos y dijo:
El primero de todos los mandamientos es: Oye, Israel: el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. El segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que estos.
Entonces cuando Jesús decía como acercarse a Dios, él dijo: Por tanto, si traes tu ofrenda al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar y ve, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces vuelve y presenta tu ofrenda. ¿Qué dice esto?
Me gusta la manera que Clarence Jordan pone esto en lenguaje corriente. Él dice: Si usted está en un culto de la iglesia, y mientras se sienta allí en la banca, y sigue recordando todas la cosas que las varias personas tienen en contra de usted, levántese, salga del culto, y vaya a aquellas personas a quienes usted le ha hecho cosas malas. ¡Arréglense! Luego, vuelva a la iglesia. Y él dice: Mire, no se siente allí pensando en lo que usted debería o no debería haber hecho, váyase y arréglelo.
Es que, en nuestro camino a Dios, en nuestro camino a la iglesia, en nuestro camino a adorar a Dios, es muy probable que nos encontremos con nuestro prójimo, y tenemos problemas, o causamos problemas, o nos causan problemas. Y Dios nos mira y mide la seriedad de nuestras relaciones interpersonales y los problemas que hay. Y qué tan serios somos en arreglar las diferencias con nuestro prójimo.
En 1a Juan 4:20, Juan dice la misma cosa, aun más fuerte. El dice: Si alguno dice: «Yo amo a Dios», pero odia a su hermano, es mentiroso, pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?
Pues, hemos declarado esto en término fuertes. Y a la vez, tenemos que ser justos.
El apóstol Pablo permite algunas excepciones. Y por eso estoy muy agradecido. En Rom. 12:18: dice así, “Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres.
Eso nos ayuda, ¿no es verdad? De vez en cuando encontramos a una persona que simplemente no quiere la paz. No puede llevarse bien con nadie. Y nosotros estamos obligados a llevarnos bien con el pueblo. Debemos hacer lo mejor y asegurarnos de que el problema que existe, no es culpa de nosotros.
Vaya la segunda milla, dé, haga lo mejor posible para tener una relación buena. Pero, cuando se ha hecho todo y la persona todavía no quiere aceptarlo, usted puede dejarlo, andar con una conciencia buena y tranquila que el problema no es de usted. Es que de nadie se espera que vaya más allá de su capacidad. ¿Entendemos?
Podemos hacer lo mejor de nuestra parte y todavía tener gente enojada con nosotros, pero Dios nos aceptará. Tenemos un buen Dios, ¿verdad? Pero tenemos que estar seguros que no es culpa nuestra. Dios no me hace responsable por las acciones incorrectas de otros.
En Harvard, una de las universidades famosas, un astrónomo daba una conferencia sobre La Expansión del Universo. Decía cómo hay galaxias más grandes que la de nosotros, y que se mueven fuera de nosotros y más rápido que la velocidad de luz. Dijo: se están cayendo del extremo del universo. . . . Es increíble pensar en esto. Hay galaxias allí fuera volando y estamos perdiéndolas. En este momento una señora en la audiencia se puso muy molesta y dijo: Oh, profesor, ¿qué vamos a hacer acerca de todas esas galaxias que se pierden? El profesor la miró y dijo suavemente: ¡Déjelas ir!, señora, ¡déjelas ir!
Así es con algunas relaciones. Cuando usted ha hecho todo lo que sepa y lo que esté a su alcance, diga a Dios, pongo todo en tus manos y ¡déjelas ir! ¡déjelas ir! Y a veces, para tener la paz, tenemos que asumir la culpa y la responsabilidad por una situación que nos es ajena.
Me acuerdo de una iglesia donde pastoreé algunos años atrás, una persona estaba muy enojada por algo que había pasado en la iglesia hace años. Yo le dije a la junta de la iglesia: Vamos a escribirle una carta de disculpa, le vamos a pedir perdón. Y todos nosotros vamos a firmarla. Me dijeron: Mire, no es culpa de nosotros que ella esté enojada con nosotros y la iglesia. Tratamos de arreglar el problema y acomodarla de nuevo en nuestra iglesia. Tuvimos una fiesta para los graduados de High School, y en la última hora su hija decidió hacer otra cosa. No podíamos evitarlo. Y ella quiere culparnos por el error de su hija, eso no es justo. Les dije: Está bien. Vamos a escribir una carta de disculpa. Y vamos a firmarla todos. Yo escribí la carta, la pasamos por todos los miembros y mientras yo iba a firmarla, alguien dijo: Usted no tiene que firmarla pastor. Usted aun no estaba de pastor aquí en nuestra iglesia. Les dije: No me importa. Voy a firmarla.
Firmé y mandé la carta. Luego le dije a la junta: Ahora, todos está en las manos de ella. Hemos hecho todo lo que sabemos hacer.
Permítame decirles esto. En verdad pienso que ella estaba siendo injusta. En efecto, yo sé que ella era injusta por guardar rencor contra la iglesia. Pero la carta la cambió. Ella se convirtió en un miembro modelo de la iglesia después que recibió la carta. Logramos que el problema se muriera. Después se lo hicimos saber a su esposo. Oh cuán feliz me sentí despides de escribir esa carta y ver los resultados.
Puede usted tomar la culpa como lo hizo Dios en Jesucristo aun cuando no sea culpable. Escuche, vale la pena. Esa señora es mi amiga.
Pues me imagino lo que usted está pensando. Está pensando ¿qué de ella? Si estaba actuando injustamente. Los cristianos no debemos ser así. Tal vez sí, tal vez no. Es que, somos humanos todos. Cometemos errores todos. Sin duda ella, estaba en un error, sintió que la iglesia había hecho algo malo en contra de ella con intensión. Hermanos, no ayudamos a mantener buenas relaciones cuando declaramos y reclamamos nuestros derechos.
Yo creo que el escritor del libro de Proverbios Estaba en lo correcto cuando escribió: Aunque le cueste todo lo que tenga, adquiere comprensión. (4:7)
Con mucha frecuencia no nos entendemos uno al otro. Como la pareja de viejitos que celebraban su aniversario do oro. Y el marido quiso decirle a su esposa cariñosamente cómo se sentía después de cincuenta años de matrimonio con ella. Pero ella oía bien y a menudo entendía bien lo que le decían. Sin embargo, de una manera muy amorosa él dijo: “Mi amor, después de cincuenta años sigues siendo bella y todo el mundo allí sonrieron y pensaban que hermoso decir algo así después de todos estos años.
Pero la esposa, no oyó bien lo que realmente le dijo el esposo y respondió: “¿Qué? ” Entonces el marido repitió fuertemente las palabras: MI AMOR, después de cincuenta años sigues siendo bella “
Y la esposa disparó las palabras: “Pues, permíteme decirte algo después de cincuenta años estoy cansado de ti también como tu de mi! “
Qué importante es saber escuchar bien y ser comprensivos y tolerantes. ¿verdad? A veces la paz requiere la restitución. ¿Qué es eso?
¿Tiene usted algunas cosas pendiente que necesita reparar, cosas que arreglar? ¿O ha recibido prestado usted algo y se le rompió? Quiero decir algo sobre esto. Si se le rompió, no lo devuelva y diga que va a arreglarlo.
Naturalmente la otra persona le dirá: No se preocupe. Arréglelo, o compre otro y luego devuélvalo. Sea justo. ¿Debe usted dinero a otro? Si usted no puede pagar todo, comienza a pagar algo. Dé a saber que un día usted lo va a pagado por completo.
Vaya la segunda milla, haga las cosas extras para hacer la paz. Sea generoso. Haga todo posible, y entonces si la otra persona todavía está enojada u obstinada, regresa al culto. Regresa al altar con la seguridad completa que Dios va a limpiar la cuenta. Funciona. Haciendo un esfuerzo para vivir en paz con todos, es el camino a Dios.
Seguid la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Hacer la paz es sumamente importante si queremos ver a Dios ¿Tiene usted la paz en su corazón este momento?