La plenitud se evidencia dando
La Auténtica Prosperidad se manifiesta dando
“Den, y se les dará: se les echará en el regazo una medida llena, apretada, sacudida y desbordante. Porque con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes.” (Lucas 6:38)
Retomando el pensamiento que ha venido hilvanando estas meditaciones, hoy quiero referirme a la tan ansiada prosperidad, la cual algunos solo ven en términos de abundancia material, cuando en realidad la auténtica prosperidad, que es la bendición de Dios en toda su plenitud, es mucho más que cosas. El amor, la paz, el gozo, la libertad, la esperanza, la confianza, son satisfacciones plenas que solamente un espíritu elevado puede experimentar, solamente una persona que ama a Dios y vive en plena comunión con el plan divino puede conocer a fondo la realidad de la verdadera abundancia y plenitud espiritual.
La gratitud y la alabanza a Dios, como señalaba la semana pasada, nos conducirá invariablemente a la generosidad, entonces estaremos dispuestos a dar sin temor, porque habremos descubierto que la verdadera prosperidad se evidencia dando. Aprenderemos que cuando damos con alegría es porque nuestra nueva naturaleza así lo determina, y que como hijos e hijas de Dios nos asemejamos a nuestro creador, quien siempre esta dando. Descubriremos que dar no depende de lo que tengamos, sino que damos porque siempre tenemos, y tenemos porque estamos dando. Dar nos hace estar concientes de la presencia de Dios a cada instante y en el suplir las necesidades de otros hay alegría y bendición.
Desafortunadamente aún en la comunidad de cristianos no siempre el principio de la generosidad funciona a cabalidad, pues hay una gran cantidad de personas que dicen amar a Dios pero son egoístas y orgullosos. Nunca dan, y si acaso alguna vez dan es para ser vistos o por cierta culpabilidad, a veces dan por obligación, o dan a cambio de algo. Son muchos los que prefieren hacerse los desentendidos en cuanto al diezmo y dejan que sean otros los que sostienen el ministerio, y no se dan cuenta que diezmar es una manera de poner en primer lugar a Dios quien nos bendice con toda bendición espiritual. Diezmar con alegría y sin legalismos es un estilo de vida que refleja la prosperidad. Quien espera tener de más para un día poder diezmar y tener mucho para entonces compartir con los necesitados, nunca alcanzará la plenitud de la bendición de Dios porque su corazón no es recto ni generoso.
Si sigues buscando pretextos y excusas para no dar y verás que nunca saldrás a flote, porque el secreto de la bendición a manos llenas está en el principio de devolver parte de lo que hemos recibido, y en ese procesamiento se descubre que entre más se da más se recibe. Es triste pero hay que admitirlo, a medida que vamos adquiriendo cosas, prestigio, poder y posición, nos podemos volver más apegados a lo material. Nuestro Señor Jesucristo dice al respecto: Den, y se les dará: se les echará en el regazo una medida llena, apretada, sacudida y desbordante. Porque con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes.” (Lucas 6:38) Recuerdo a un clásico cristiano que una vez me argumentó que él su diezmo lo repartía entre sus parientes más necesitados; yo le respondí que hasta donde sabía la Biblia indicaba que se debía dar en el lugar donde se recibe la bendición e instrucción, y que como buenos cristianos debemos sostener el ministerio donde Dios nos ha puesto, y que está bien ayudar porque es nuestra responsabilidad sagrada, pero sin sustraer del diezmo del Señor. Con el tiempo supe que no era cierto que ayudaba a los suyos, lo había hecho una que otra vez, supe también que rompió su hogar y que aunque ha estado en varias iglesias no es dichoso, ni mucho menos es un creyente que lleva fruto.
Hay un desafío que Dios nos hace a través del profeta Malaquías, paro que una gran mayoría de buenos hermanos y hermanas pasan por alto: “Traigan íntegro el diezmo para los fondos del templo, y así habrá alimento en mi casa. Pruébenme en esto dice el Señor Todopoderoso, y vean si no abro las compuertas del cielo y derramo sobre ustedes bendición hasta que sobreabunde”. (Malaquías 3:10 NVI) Sabían ustedes que cuando Dios hace esta declaración es porque el pueblo se había olvidado de quien fue el que les sacó de Egipto y les dio la tierra prometida, ahora estaban aparentemente satisfechos, pero los corderitos que sacrificaban según lo establecido por la ley, eran los enfermos y deformes, y las semillas que ofrecían era la de más mala calidad. Era evidente que no estaban poniendo a Dios en primer lugar, si continuamos leyendo el libro descubriremos el porqué de la decadencia espiritual, porqué tanto matrimonio mixto, porque tanto divorcio y porqué tanta desgracia a nivel nacional.
Dios nos dice en su Palabra que más bienaventurado es dar que recibir, (Hechos 20:35) y ciertamente aún Jesús elogió a aquella pobre viuda que dio más allá de sus posibilidades, diciendo que muchos habían dado de lo que les sobraba, más aquella mujer de su pobreza dio todo lo que tenía, lo cual era para su sustento (Marcos 12:41-44). Muchos de nosotros al igual que el joven rico no podríamos seguir a Jesús porque lo que tenemos pesa mucho, y tampoco estamos dispuesto a deshacernos de lo que “tanto nos ha costado”. Se nos olvida que todo lo que tenemos lo hemos recibido, y creemos que dar es perder.
Concluyo diciendo: Cuando verdaderamente hemos aprendido a dar como Dios manda es porque nuestra naturaleza cristiana así nos lo exige. Seguimos dando no para recibir más, sino porque continuamente estamos recibiendo, y entre más damos mas gozo y bendición se experimenta. Damos porque así afirmamos que Dios está en el primer lugar de nuestra vida, y porque bendiciendo a otros es como seguimos siendo bendecidos. Recuerda siempre que una parte de la cosecha debe sembrarse nuevamente a fin de continuar cosechando.