La perspectiva del amor

La perspectiva del amor


1 Corintios 13:8


Entre las esencialidades del discipulado cristiano está el importantísimo hecho de la comunión fraternal como elemento distintivo entre la gran familia de Dios. Dice la Palabra de Dios que el amor que nunca deja de ser, además nuestro Señor Jesucristo expresó diciendo: “en esto conocerán que son mis discípulos, si tienen amor los unos por los otros.


Hay una vieja canción que dice que sin un amor la vida no se llama vida, y sin ir muy lejos, también podríamos decir que sin amor la iglesia de Jesucristo no puede subsistir, ni puede ser eficaz en su ministerio, porque el amor es la base para las relaciones saludables y la fuente de toda dicha y felicidad. Cualquiera puede hablar de amor, escribir un libro, participar en una novela amorosa, vociferar que lo que falta es más amor; sin embargo son muy poco los que realmente aman como Dios realmente manda. El amor no se puede proyectar sin haber conocido a Dios, lo que las personas denominan amor no es otra cosa que mercadotecnia de sentimiento e intereses, el verdadero amor nace de Dios y se encausa por senderos de dignidad, respeto y altruismo.


Para poder amar en necesario saber amarnos a nosotros mismos, porque no se puede dar lo que no se tiene, y no podemos amarnos a nosotros mismos cuando aun no nos hemos aceptado como somos y cuando seguimos coleccionando una serie de sentimientos bajos, como el orgullo, el rencor y la envidia. La Biblia dice que Dios es amor y que él es la fuente del sumo bien, por lo tanto el amor es la respuesta al odio, a las guerras y a todo lo que separa a las criaturas de Dios.


La iglesia está puesta en el mundo para ser promotora del amor de Dios, crear condiciones para la paz, proclamar el mensaje de esperanza, ser luz entre los pueblos y sal de la tierra. También la Palabra de Dios establece que entre los frutos del espíritu está el amor encabezando la lista de las virtudes que proceden de la gracia de Dios, y sorprendentemente se puede apreciar que no solamente el amor figura en primer lugar sino que se establece una secuencia en la cual una virtud no puede existir sin la otra, y todas a su vez reflejan la grandeza del amor.


Refiriéndonos al gozo, y tomando como punto de referencia Gálatas 5.22-23 descubrimos que no se trata simplemente del hecho de estar de buen humor, sino de tener una correcta perspectiva de la vida aun cuando se carezca de ciertos bienes materiales. El gozo de saber que armonizamos con el plan divino y que nuestras vidas están seguras en las manos de Dios. El gozo de sabernos perdonados y a la vez herederos de la vida eterna. La Paz por su parte, es la cancelación de nuestros conflictos internos y la solvencia de nuestras diferencias con los demás. Aprendemos que tener paz con Dios es estar reconciliados con él y por ende estamos en la capacidad de tener actitudes correctas hacia el prójimo aún cuando diferimos con su manera de pensar y forma de vida.


Como iglesia cristiana somos llamados a ser ministros de la reconciliación y emisarios de la paz de Dios. Bienaventurados, dice Jesucristo, son los pacificadores. La Paciencia viene a ser otra de las expresiones en la cual el amor es la fuerza sustentadora, pues no podríamos tener ese grado de tolerancia y fe en los demás, sino estuviésemos dotamos de la paciencia que Dios nos da como elemento de gracia para ayudar y ministrar a los demás. Es en situaciones adversas y aún de amenaza cuando se hace tan necesaria la paciencia porque la Biblia dice en I Corintios 13 que el amor es sufrido y que es benigno.


La amabilidad expresa por su parte una vida que se vive en un nivel superior, donde no puede ser alcanzada por los sentimientos bajos que normalmente reflejan las personas orgullosas y rencorosas que no han nacido del Dios. La amabilidad no son simples normas de cortesía o costumbres educadas, sino el amor en acción, es decir, hacer bien a todos y no pagar mal por mal a nadie, aún cuando se sufran agravios, desprecios y hasta amenazas. La Bondad es la manifestación de la conducta que nunca es vencida por el mal, es el esfuerzo que se hace por bendecir siempre al prójimo. Es siempre estar dispuesto a dar más que a recibir, perdonar como hemos sido perdonados y honrar a los demás aún cuando los méritos sean muy escasos. La bondad no permite que se desprestigie a nadie, tampoco permite que se haga mal a nadie, mas bien procura hacer todo lo posible para ser de ayuda y bendición cada vez que la ocasión se presente.


La fe como fruto del Espíritu y como don de Dios no es otra cosa que sinónimo de fidelidad y es en todo el sentido de la palabra la medida del amor. Cuando le expresamos a Dios que le amamos la única manera de poder sustanciarlo es mediante la fidelidad. Entre las cónyuges y en cualquier otra relación afectiva entre los seres humanos, la fidelidad es esencial y la prueba consistente que respalda el amor a lo largo de la vida y en medio de las situaciones más adversas. La fidelidad no nos permite vendernos al mejor postor, ni aceptar propuestas ventajosas que pudieran herir los sentimientos de nuestros seres amados. Una persona fiel no está a la venta, porque fiel a sus compromisos y convicciones ha entendido la grandeza y el poder de la fidelidad.


Febrero es conocido como el mes del amor, y se pretende a veces, reparar en un día, con una cena, con un regalo, flores, o con una tarjeta de felicitaciones, lo que no se puede mantener consistentemente con un amor genuino y verdadero, ya que detrás de muchas expresiones románticas y amorosas está la infidelidad y la falta de compromiso. Lastimosamente hacer el amor, en nuestra sociedad, es tener relaciones sexuales, no importa si estas son ilícitas y pecaminosas. Lamentablemente la sociedad hedonista en la cual vivimos se sustenta de conceptos falsos y valores tergiversados, en donde se ha perdido la perspectiva correcta acerca del amor. Ni la misma iglesia cristiana está comunicando adecuadamente el valor del amor y el compromiso, los padres no están transmitiendo a sus hijos el mejor de los ejemplos.


Estamos permitiendo que los medios masivos y las tendencias de moda controlen nuestras opiniones e inclinaciones, de manera que nuestra sociedad se vuelve más violenta cada vez. El amor es la solución, es la respuesta de Dios a las crisis que embargan a la familia y a la sociedad. El amor es una disciplina que puede transformar las circunstancias y producir maravillosos frutos. El amor es la fuerza vital que rige el universo de Dios y el recurso más poderoso que Dios usa para redimir a sus criaturas. El amor, dice Juan, echa fuera el temor. Dios es amor, y de tal amó a la humanidad que ha dado a su Hijo amado, para que en él tengamos salvación y vida eterna.