La envidia y los celos
Introducción
En esta noche, he sentido en mi espíritu que Dios ha puesto en mí la necesidad de hablarles a las vidas que hoy se encuentran en prisiones, pero no en las prisiones de hierros y de muros. Sino en otro tipo de prisiones, las prisiones espirituales. Las prisiones de las que Cristo nos vino a sacar. Sin embargo, sorprendería a muchos saber que millones de cristianos todavía se encuentran en prisiones espirituales.
Una persona en prisión no puede ser feliz. Aunque en ocasiones pareciera serlo, es solo un espejismo. La persona en prisión se adapta a su nuevo ambiente. Se acostumbra a ciertas cosas. Pero en el fondo de su corazón, hay gran amargura.
¿Qué es la envidia?
Envidia: Es el “disgusto o pesar por el bien ajeno”, es la tristeza causada en uno, por el bienestar de otro…, se dice que uno de los males culturales arraigados dentro de los países de América es la envidia, de la cual provienen muchísimos males.
En su evangelio, Jesús enseña que ese sentimiento de envidia se anida en el corazón humano y de ahí, desde dentro, sale y contamina al hombre ¿Cómo contamina? ¿Qué es lo que produce la envidia? Entre otras cosas produce: desobediencia, robo, enfermedad, celos, codicia, crítica, traición, amargura y muerte…
Celos: Sentimiento que acompaña al temor de perder algo amado, deseo enfermizo de obtener algo que alguien posee. Este sentimiento se ha utilizado como justificación de conductas muy negativas.
La Biblia aporta cantidad de ejemplos en personas envidiosas y los efectos y perjuicios que cada uno se acarreó al actuar con envidia. Seguramente que esos ejemplos, están registrados en la Palabra de Dios, para que no dejemos entrar a la envidia y no suframos sus consecuencias.
Por eso hoy hemos de examinar nuestro corazón y ver si tenemos envidia. Un mal sentimiento que no sólo contamina, sino que va arrinconando al hombre y le va minando, impidiéndole vivir la santidad y lo lleva a la muerte… Eclesiastés 4:4 “He visto asimismo que todo trabajo y toda excelencia de obras despierta la envidia del hombre contra su prójimo. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.”
Muchas veces en lugar de alegrarnos de que a nuestro prójimo le vaya mejor que a nosotros se despierta la envidia y los celos.
Y es que la envidia produce muchos males y contrariedades; quizás no haya necesidad de demostrarlo, pero veamos algunos casos: Desde Génesis, en el huerto de Edén.
Génesis 3:4 La serpiente dijo: …serán abiertos vuestros ojos y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal… ¡qué oferta! ¡Qué oportunidad! imagine: ser como Dios… En forma velada, sentían envidia de Dios, tanto que Eva vio el árbol bueno y codiciable… y comió…y dio a su marido… y cuando fueron abiertos sus ojos, por su desobediencia, por su envidia, por su pecado, ya era tarde. Ellos iniciaban la vida; no tenían conocimiento de pecado; no sabían que la envidia estaba ya en el mundo ¿Quién entonces, les comunicó ese sentimiento? Uno que ya la había sentido antes y que por eso fue arrojado del cielo. Isaías 14:14 “… sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo.” Eso era sentir envidia de Dios; ahora ya sabemos quién la comunica al hombre.
Raquel, envidiaba a su hermana Lea porque tenía más hijos que ella. Génesis 30:1
El hermano del hijo pródigo Él era el dueño absoluto de todo lo que había en su casa, pero envidiaba el amor del papá, el vestido, el anillo y el becerro gordo. Lucas 15:22-32
La envidia genera codicia y va encaminando a otros pecados, incluso puede llevar a la muerte; hay otros ejemplos:
Uno de esos ejemplos es el de José. Dice claramente en el Génesis 37:11 que sus hermanos le tenían envidia y por esa envidia quisieron matarlo, pero uno de ellos le preservó la vida.
Otro de los problemas de la envidia es que puede encerrar un intento de homicidio, que a veces es completado… recordemos a Caín. ¿Qué lo ocasionó? la envidia ¿Y la envidia? el homicidio… Qué importante considerar el daño que puede hacer este pecado! Génesis 4:3-8 La envidia también genera otro tipo de pecados como la crítica, que puede ir desde el chisme, pasar por la murmuración y alcanzar incluso la calumnia. Recordemos el pasaje cuando Jesús fue ungido en Betania.
Juan 12:3-5 “Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del perfume. Y dijo uno de sus discípulos, Judas Iscariote hijo de Simón, el que le había de entregar: ¿Por qué no fue este perfume vendido por trescientos denarios, y dado a los pobres?”
Miren quién saltó: El envidioso, el criticón, el codicioso, el pecador… Si María, en vez de Jesús, unge los pies de Judas ¿hubiera protestado Judas? ¡No! Le hubiera dicho: Ay María, no te hubieras molestado…
Como puede verse la envidia también está conectada con celos y con robo y con tantos pecados descritos en la Biblia, que no podemos menos que pensar que la envidia ha estado siempre presente el ser humano y en el mundo.
Mateo 27:15-18 “Ahora bien, en el día de la fiesta acostumbraba el gobernador soltar al pueblo un preso, el que quisiesen. Y tenían entonces un preso famoso llamado Barrabás. Reunidos, pues, ellos, les dijo Pilato: ¿A quién queréis que os suelte: a Barrabás, o a Jesús, llamado el Cristo? Porque sabía que por envidia le habían entregado.”
Ese verso 18 consigna uno de los pecados que significaron para Jesús el Señor la sentencia de muerte… Vea… es nada menos que… la envidia. Puede advertirse al final de ese verso 18 un plural: le habían entregado ¿Quiénes?
Primero: Judas, quien fue a los principales sacerdotes y les dijo: ¿Qué me dan si se los entrego? su codicia le hizo ver más valor en 30 piezas de plata, que en la vida del Maestro y varios años de amistad con El ¿Cómo pudo Judas vender al Maestro al precio de un esclavo? ¿Qué quería Judas? ¿Fama? ¿Trascender? …bueno, pues lo logró… pasó a la historia pero por envidioso.
Segundo: Toda aquella gente que con espadas y palos acompañaba a Judas en el momento del prendimiento en el huerto de Getsemaní (:47). Misma que después gritaría frenéticamente: ¡Crucifícale! ¡Crucifícale!
Tercero: Caifás, sumo pontífice de aquel tiempo, ante quien Jesús compareció
Cuarto: los escribas, los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo, es decir, el sanedrín, solidario al acusar a un inocente.
Quinto: Herodes, que creía que el Señor actuaba por magia y que por supuesto nunca pudo ver a Jesús haciendo una señal delante de él
Sexto: Pilato, que era lo suficientemente soberbio para ni siquiera interesarse por Jesús a pesar de su fama… como gobernador romano no estuvo nunca en conocimiento cabal del ministerio de Jesús. Es más, Pilato es quien advierte que la causa principal por la que entregan al Señor, era precisamente ese pecado terrible que se llama la envidia. Dice el v18 “porque sabía que por envidia lo habían entregado…”
Grande debe ser este pecado, que fue causal de la muerte del Único Justo que ha nacido sobre este planeta. Podemos afirmar ?La envidia, un pecado que condena inocentes”, por lo que es obvio que en la vida de un cristiano, no debe tener cabida nunca, la envidia.
Por desgracia el enemigo también ha estado metiendo la cola en la iglesia, porque no es la excepción… tal vez pudiera estar presente aquí mismo. Dentro de la iglesia de Jesucristo, la envidia siempre ha hecho estragos; por lo que hará falta erradicarla.
Isaías 26:11 “Jehová, tu mano está alzada, pero ellos no ven; verán al fin, y se avergonzarán los que envidian a tu pueblo; y a tus enemigos fuego los consumirá.” No se puede envidiar al pueblo de Dios, porque a los cristianos que envidian no les va muy bien, porque dice Dios: fuego los consumirá…”
En ocasiones se oye por ahí la filosofía popular: Es que esta es “envidia de la buena”… ¿Dónde dice que hay buena y mala? La envidia es calificada por Dios en su Palabra como obra de la carne y por tanto, como pecado… es envidia y como tal es de la mala ¡Cuidado!
1 Corintios 13:4 “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia…” ¿podrá existir un “cristiano envidioso”?… sería como decir un negro blanco, o un sano enfermo.
Otros pueden decir también: “yo envidio al que tiene una buena vida espiritual; yo sólo envidio en él su buen testimonio… Pero no, solo cambia de verbo… porque no puedes decir que envidias; nunca; ese no es el lenguaje de Dios.
Santiago 3:11-12 “Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga?. Hermanos míos, puede acaso la higuera producir aceitunas, o la vid higos? Así también ninguna fuente puede dar agua salada y dulce.”
Curiosamente podemos encontrar que hay quienes no solamente envidian el bienestar de los demás, sino que envidian a los injustos, porque gozan de impunidad, aparentemente viven bien y son ricos… aparentemente Oímos decir… ¿por qué a los malos les va bien? ¿Por qué los mentirosos triunfan? ¿Por qué los injustos tienen mucho dinero y la policía nunca los captura?
La Biblia que es muy sabía y tiene la respuesta.
Prov. 24:19-20 “No te entrometas con los malignos, ni tengas envidia de los impíos, porque para el malo no habrá buen fin y la lámpara de los impíos será apagada”
Prov. 3:31-33 “No envidies al hombre injusto, Ni escojas ninguno de sus caminos. Porque Jehová abomina al perverso; Mas su comunión íntima es con los justos. La maldición de Jehová está en la casa del impío, Pero bendecirá la morada de los justos.”
Creo que podemos darnos cuenta, que no podemos sentir ninguna clase de envidia.
Recuerde que la envidia encamina a desobediencia, enfermedad, celos, codicia, robo, crítica, amargura, desazón, rivalidad, rencor, ambición, odio, enojo, molestia, irritación, queja, amargura, traición y muerte; contamina todo alrededor.
Los celos y la envidia amargan y son una condición espiritual en el ser humano que hacen mucho daño, vienen de la carne pero su efecto se manifiesta en nuestro corazón.
La persona envidiosa nunca puede encontrar paz por largo tiempo. Siempre su mente esta corriendo en busca de algo, sin saber que es ese algo, llega a contiendas con facilidad.
Cuando llega la noche, se traen todos los pensamientos tormentosos y hasta en sueños sufren con pesadillas y angustias.
Pero nuestro Padre Celestial nos ama, y envió a su hijo para hacernos libre de esas prisiones. No hay necesidad de que sigamos viviendo así.
Libertad a los cautivos!!!
Isaías 61:1 “El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel”
Jesús vino a predicarme la mejor noticia. Jesús vino a vendar mis heridas y sanarlas. Jesús vino a dejarme saber que ya no somos más cautivos del pecado.
Yo no tengo necesidad de vivir con pensamientos de malicia en mi vida. Porque Cristo trae la luz a mi vida, ya las puertas de esas prisiones que antes me atormentaban se abrieron totalmente.
Lo difícil de salir de ahí, es que ya tu te acostumbraste a vivir en esa prisión. Ya hay muchas cosas que vienen naturalmente a ti. Estas costumbres es como el que después de acostumbrarse a dormir en cama dura no puede dormir en cama suave. Hay que cambiar de lugar. Afuera de la celda no se puede vivir como cuando se esta en la celda.
Romanos 13:13-14 “Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, 14 sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne.” Los apóstoles mismos tuvieron el problema… y es que es un cáncer que hemos de extirpar de la iglesia si queremos vivir en paz. Si fue uno de los pecados que llevó al Señor a la cruz, no darle cabida en nuestra vida.