La comunión íntima con Dios
Aunque es algo muy sencillo y cotidiano, me di cuenta de la imperiosa necesidad que tengo, y que tiene el pueblo de Dios en todo lugar de entender lo que Dios espera de nosotros y que podemos alcanzar en el Señor.
En el Salmo 25, hay un versículo que por muchos años leí, pero no entendí demasiado. Es una bendición leer siempre la escritura, pero muchas veces leemos la palabra de Dios y no siempre tenemos la luz que el Señor quiere darnos. Pero a su tiempo él envía su luz, y nos da a entender su voluntad. Amén.
En este Salmo, David esta implorando muchas cosas, pero hay un versículo muy conocido que quisiera recalcar: Es el verso 14 y dice así: «…la comunión íntima de Jehová es con los que le temen, y a ellos hará conocer su pacto…»
¿Quienes alcanzan la comunión íntima con Dios?
Yo dije: “…Señor, ayúdame a entender un poco mas estas cosas…” porque hemos leído tantas veces esta Palabra y en alguna medida hemos entendido sobre la comunión íntima, pero siento mas que nunca, que Dios está interesado en tener comunión íntima con su pueblo.
Dios tiene comunión con toda la creación. Tiene comunión con la naturaleza, con los animales, con las aves, con todo lo que existe en el universo, pero creó al hombre y la mujer a su imagen y semejanza y con la capacidad de tener una comunión diferente a todas las demás cosas creadas.
Esa era la meta mas alta de la creación, y aunque el pecado obstruyó esa idea, no es el fracaso de Dios, porque Dios no fracasa. Fué el ser humano quién no entendió el valor que Dios le había dado. No entendió el privilegio de haber sido creado para tener comunión con él. La desobediencia, el afán y muchas otras cosas lo empujaron a romper ese pacto, y a quebrantar la posibilidad de tener comunión íntima con su creador. Sin embargo, Dios en su misericordia trabajó para recuperar al hombre de ese estado caído y para que vuelva a tener comunión íntima con él. DIOS LO HIZO. ¡Amén! Y yo estoy contento porque lo hizo y lo sigue haciendo.
Por eso, hay algo muy profundo del Espíritu en este tiempo para despertar a la Iglesia del Señor de todas las razas, lenguas y naciones, porque no es voluntad de Dios que solamente algunas personas “especiales” entiendan este principio. ¡Dios quiere despertar e incluir a toda la Iglesia del Señor!
Siento en mi corazón la profunda convicción que Dios anhela que su iglesia sea restaurada en estas cosas, y que entendamos que él desea tener comunión íntima con todos nosotros y no solamente con algún hombre o mujer “escogido”. ¡Todo su pueblo es escogido! ¡La Iglesia es su escogida!
Es cierto que en el tiempo antiguo Dios se limitó a hacer pactos y a tener comunión íntima con ciertas personas, pero ahora tenemos el nuevo pacto que Cristo (el fundador de la Iglesia) hizo por nosotros. ¡Todos estamos incluidos en ese bendito pacto! Y es necesario que entendamos el valor de la comunión íntima con el Padre.
La comunión íntima con Dios se puede alcanzar, se puede vivir, se puede practicar, y se puede perseverar en esa gloriosa comunión. El ha provisto todos los recursos y toda la gracia para que podamos vivir en comunión íntima con el Padre. La única condición es que debemos temerle a él, y yo digo ¡Gloria a Dios!, porque tiene que ser así.
Pensemos un poquito como seres humanos ¿Con quién queremos tener comunión?
Usted y yo queremos tener comunión con gente que armonice y esté de acuerdo con nuestros principios y conceptos. ¿No es cierto? Porque si usted piensa y siente distinto a una persona, no tiene el deseo ni el atractivo de tener comunión con esa persona, pero sí tiene afinidad con aquellos que piensan, que sienten, que actúan como usted. ¿No es cierto?
Yo creo que la comunión íntima con el Señor es con aquellos que deseamos en verdad tener comunión con él, y que para alcanzar esa comunión vamos a hacer como él nos pide, y vamos a vivir como él nos enseñó y nos enseña permanentemente.
La comunión íntima es con los que le temen
Quizás uno pueda alcanzar muchas cosas y muchos logros en la vida cristiana, y todo lo que viene de Dios es bueno y no se puede menospreciar. Todo lo de Dios es útil, sea lo que sea que proviene de él es maravilloso. Amén. Pero cuando se trata de la comunión íntima con el Padre, la Biblia establece una condición: «…es con los que le temen…», y no termina allí, sino que dice: «…y a ellos hará conocer su pacto…» y sin duda, conocer el pacto de Dios no es poca cosa.
Pacto es un compromiso que Dios tiene con una persona. ¡Imagine que Dios se comprometa con nosotros!. Por medio de la palabra, sabemos que Dios hizo pactos en todos los tiempos y que llegamos a tener el Nuevo Pacto por medio de la sangre de Jesús en la obra del calvario, y ese es el pacto mayor que tenemos a través de toda la línea de Dios en cuanto a los pactos.
Dios hizo pacto con Adán , con Noé, con Abraham, con Moisés, con David y con otros grandes de la Biblia. ¡Que el Señor nos ayude a nosotros! Porque aquellos hombres reunieron la condición que Dios puso: ERAN TEMEROSOS DE DIOS.
Ser temeroso de Dios no es tener miedo, sino reverencia. Es tener respeto y reconocimiento hacia Dios, y estos hombres alcanzaron maravillosos pactos y a través de ellos Dios se manifestó en una forma tremenda porque reconocieron, reverenciaron, respetaron y se sometieron incondicionalmente al Señor.
Estimado hermano, lograr un pacto con el Señor es lo máximo y lo mas excelente que uno puede alcanzar, pero recuerde: Dios los hace solamente «…con los que le temen…», ¡Gloria al nombre del Señor!
La comunión íntima es con los santos
Piense un momento como es Dios. Es perfecto en todos sus aspectos. El «…es la plenitud de aquel que todo lo llena en todo…» (1), es Todopoderoso, es Fiel, es Dios Santo, y no puede tener comunión íntima con los pecadores, por eso es que Jesús en la cruz del calvario, por el derramamiento de su sangre, nos presentó como sin mancha y sin pecado para que podamos iniciar la comunión íntima con el Padre. Entonces, una de las condiciones para tener comunión con el Señor es: SER SANTOS.
Usted se asusta con esta demanda, pero santo quiere decir apartado. ¿De que? Del pecado, del mundo, de cosas que muchas veces prevalecen en nosotros. Pero cuando hemos entendido que en Cristo hay victoria sobre el pecado, sobre el mundo y sobre la carne, yo y usted podemos decirle al Señor: “…ahora entiendo que tengo la posibilidad de tener comunión íntima contigo..”, de ofrecer mi vida en santificación, en rendición y en consagración total.
Creo que esa es una de las primeras condiciones que Dios espera, no solamente de algunos, sino de toda la iglesia, porque el Señor no puede tener comunión íntima CON EL PECADO. Dios siempre ha tenido comunión íntima con los santos.
¡Gracias a Dios que podemos ser santos! Una cosa es que nosotros nos hagamos los santos, pero otra es que Dios nos haga santos. El nos santifica, y nos ha dado abundantes elementos y material como para que seamos verdaderamente santos.
Cuando Pablo presentaba su saludo a las iglesias siempre decía que el era santo, que era apóstol, que era un escogido, y que era alguien especial por causa del Señor. ¡Y está bien!, porque no lo hizo jactanciosamente ni con vanidad, lo hizo como un hombre de Dios que entendió el propósito divino con su vida. ¡Y nosotros debemos entender el propósito de Dios con nuestra vida!, porque la Biblia enseña:
1) Que somos santificados en Dios Padre (2)
2) Que somos santificados en el Señor Jesucristo (3)
3) Que somos santificados en el Espíritu Santo (4)
4) Que somos santificados en la Palabra (5)
5) Que somos santificados en la sangre (6)
¡No tenemos falta de nada para ser santos!, ¿No está contento que podemos ser santos?
¡Podemos ser santos!. Además, si anhelamos tener comunión íntima con Dios debemos tomar la decisión de apartarnos de todo aquello que no le agrada, porque Dios jamás tendrá comunión íntima con alguien que no es santo, y si queremos tener comunión íntima con el Padre. ¡Debemos ser santos!
La comunión íntima es con los que aman
Creo también que otra de las condiciones para la comunión íntima con Dios es el amor. Todo ser humano tiene capacidad para amar, pero el que no conoce al Señor tiene un amor defectuoso y egoísta, totalmente desvirtuado, pero cuando nosotros fuimos redimidos y hechos hijos de Dios, comenzamos a disfrutar del amor de Dios, y nos transformamos en hombres y mujeres de Dios con una capacidad especial para amar.
Dios quiere que le amemos, ¿Y porqué esto? Porque la Biblia dice que: «… el nos amó primero…» (7) Y, ¿cual es máximo mandamiento que Dios le dio a su iglesia?, «…amarás al Señor tu Dios…» (8) ¿De qué manera?. Con toda la mente y el corazón, con toda nuestra fuerza y con todo nuestro ser.
Entonces, para tener comunión íntima con Dios debemos ser santos, y debemos amar al Señor, amando todo lo que Dios ama y despreciando todo lo que Dios desprecia. Por sobre todas las cosas al pecado.
La comunión íntima es con los que creen
Otra de las cosas importantes que Dios requiere para la comunión íntima, es que seamos gente de fe. Uy, ¡Ahora sí que estamos en problemas!, porque aunque vamos alcanzando una medida de fe, ¡Como nos cuesta creer! ¿Verdad?, pero ¿Sabe una cosa? Es imposible que Dios tenga comunión íntima con los incrédulos, o con los que dudan, o con los que tienen incertidumbre. Dios tiene comunión íntima con los que le creen.
Diga con fe en este momento: “..¡Yo te creo Señor!..”, digamos como aquel papá del muchacho enfermo que vino a Jesús y le dijo: «…Creo; ayuda mi incredulidad…». (9) ¿No le ha pasado que a veces no cree ni por usted mismo?. Cuantas veces animamos a otros a creer por muchas cosas y en nuestro interior no estamos creyendo ni por nosotros mismos.
Y cuantas veces tampoco creemos por personas, ya sea que de repente nos encontramos con alguno medio porfiado o difícil, y pensamos: “..este no cambia mas..”, o como dicen algunos: “..a este ni Dios lo cambia..”, y lo descartamos. ¡Imagine si Dios hiciera eso con nosotros!
Dios nos quiere ayudar a ser hombres y mujeres de fe, y aunque tenemos una medida de fe, la Biblia nos muestra que Jesús siempre quiso que sus discípulos crecieran en fe. El apóstol Pablo siempre se preocupó que los ancianos y los obreros de las Iglesias de su época crecieran en la fe. Algunos dicen: “..Señor, yo necesito solamente una fe chiquita como un granito de mostaza..”. Hermano querido, fe chica produce obras chicas, pero nosotros tenemos un Dios grande y yo le aseguro que podemos creer por cosas grandes.
Entonces, tenemos que creer, tenemos que amar y tenemos que ser santos. ¡Gloria a Dios! Hoy en día hay tantos problemas, tantas caídas. Que fulano y que mengano. Los de nombre y los de renombre. El pequeño, el mediano y el grande. Hermano, esas cosas pueden suceder, pero si yo y usted vamos al fundamento, podemos ser santos.
Yo no quiero ser un “santito” como dicen algunos. Quiero que Dios me ayude a SER SANTO. Como dijo Pedro: «…santos en toda vuestra manera de vivir…» (10) santo, separado.
¡Se puede ser santo! No en nuestra suficiencia o propia fuerza, pero sí en la gracia que Dios tiene para con nosotros.
Gracias a Dios por la santidad. Gracias por algo tan hermoso como el amor. Gracias Señor por la fe. ¡Imagínese un Dios de fe con un incrédulo!. ¿Que pueden hacer?, ¿Podrán tener alguna comunión?, ¿Podrán llegar a hacer algo juntos? NO, NADA.
Según la Biblia, Dios obró siempre con hombres y mujeres de fe, que por lo general también fueron santos y llenos de amor. ¡No hay casualidad! La comunión íntima de Jehová es con los que le temen, y temer a Dios es ser santo, temer a Dios es tener amor, temer a Dios es tener fe. ¡Señor, ayúdanos! Porque a gente con esa condición Dios hará conocer su pacto. Con ellos se pondrá de acuerdo. ¡Señor, yo quiero estar de acuerdo contigo!
Clamemos al Señor para alcanzar esto, porque cuando uno practica la comunión íntima con Dios estas cosas comienzan a manifestarse, y yo quiero que se manifiesten en mi vida. Quiero alcanzar lo que es de Dios para mi. ¿Y usted desea esto?. ¡Tiene que ser un deseo en nosotros!, y no tiene que ser tenue ni débil, debe ser un deseo fuerte, ardiente, ferviente, perseverante. Debe haber una decisión de no aflojar hasta lograrlo. ¡Hasta que se ponga al rojo vivo nuestro corazón y todo nuestro ser!
La comunión íntima es con los diligentes
Otro requisito para la comunión íntima con Dios es la diligencia. Dios jamás tendrá comunión íntima con los negligentes, ni con los ociosos. Hoy vivimos en una sociedad que lo único que busca es el facilismo, todos quieren las cosas fáciles, y yo no digo que nos vamos a complicar la vida, pero a veces el facilismo no es simplemente la agilidad o la desenvoltura de las cosas, sino que a veces es un espíritu que entra y se establece en la iglesia. Hay una tendencia en muchos a la irresponsabilidad y el facilismo, pero eso no es para los que queremos tener comunión íntima con el Señor.
Dios no tiene comunión con la gente ociosa, porque El es trabajador, ¿Sabía eso? Dios trabajó, Jesús trabajó y el Espíritu Santo trabaja. Jesús dijo: «…Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo…» (11) él fue muy diligente. ¡La iglesia del Señor debe ser diligente! Y si nosotros anhelamos alcanzar la comunión íntima con el Señor debemos ser diligentes.
Hoy en día hay mucha gente que en el mundo se acostumbró a hacer las cosas de cualquier manera y vienen al Señor y quieren hacer lo mismo. ¡NO! Dios no acepta las cosas de cualquier manera. Que el Señor nos ayude a ser responsables y diligentes.
Cuando uno mira los Proverbios de Salomón hay muchos consejos acerca del perezoso y acerca del diligente, «…pero haber precioso del hombre es la diligencia…» (12) y también:
«…¿Has visto hombre solícito en su trabajo? Delante de los reyes estará…» (13)
A veces pensamos: “..si yo pudiera llegar al intendente de la ciudad..”, o “..si pudiéramos llegar al gobernador con todo su gabinete, al presidente de la Nación y al Congreso..”. ¿Sabe que pienso a veces?, que Dios esta muy interesado en que lleguemos a esos lugares, pero no lo puede hacer con gente irresponsable. Para llegar a ellos con una Palabra de Dios debemos tener comunión íntima con él.
Dios es trabajador. Jesús fue diligente y un gran trabajador. Fue diligente con su padre hasta los 30 años, y fue muy diligente en el corto ministerio que tuvo sobre la tierra. En algunos momentos ni siquiera comía aunque sus discípulos iban a buscar comida. ¡Sí que los discípulos son muy comilones!, pero Jesús a veces no comía porque tenía una comida mejor que era hacer la voluntad del Padre. El era diligente en sus responsabilidades ¡Señor, hazme diligente! Debemos ser gente diligente y responsable, y eso abarca el buscar a Dios, estudiar su palabra, ponerla por obra y cumplir con la gran comisión de ir y predicar el evangelio.
La comunión íntima es con los valientes
Otro aspecto importantísimo es que Dios no tiene comunión con los cobardes. El Señor siempre se valió y levantó hombres y mujeres valientes. ¡Señor ayúdanos! Cuantas veces por diferentes circunstancias tenemos temor, y estamos haciendo las cosas a medias por falta de valentía. Dios quiere una iglesia valiente frente a cualquier circunstancia.
La comunión íntima es con los obedientes
Dios quiere nuestras vidas obedientes, la desobediencia ha sido y es un gran flagelo en el mundo, pero también lo es en la iglesia, ¡Que el Señor nos ayude a ser obedientes!, y ser obediente no es fácil; ¿Que dice el escritor a los Hebreos de Cristo?, «…Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia;..» (14). A veces nosotros tenemos que aprender la obediencia a precio muy caro, con sufrimiento, con dolor, pero que Dios nos ayude a ser obedientes, porque entonces podremos alcanzar la comunión íntima con Dios.
La comunión íntima es con los humildes
Otro aspecto muy fuerte que el Señor me ha enseñado, es que El no puede tener comunión con los altivos y los soberbios porque él no es altivo ni soberbio, ni autosuficiente. Por supuesto que es suficiente como Dios, pero a veces nosotros no hemos dependido de Dios y nos hemos creído autosuficientes y eso es desagradable ante los ojos de Dios. Dios quiere gente mansa y humilde.
Cierta vez, uno de mis hijos me dijo:
– “.. papá, vos decís que Moisés era muy manso pero…él escribía de sí mismo…; se estaba calificando a sí mismo, ¡Mira que manso era!, mató al egipcio y lo enterró en la arena…”
Es verdad, pero eso fue al principio cuando todavía no era manso, pero Dios lo llevó al desierto y le enseñó mansedumbre y: ¿y como sabemos que cambió?
Observe que cuando él no estaba tratado por Dios, fué altivo y autosuficiente. Mató a un egipcio, y tuvo que enterrarlo él, pero cuando Dios lo sacó del desierto después de prepararlo bien preparado, ¡Le hizo abrir el mar Rojo! ¡Le hizo pasar a todo Israel en seco! y no enterró solo a un egipcio, ¿Cuántos enterró?, ¡A Faraón y a todo su ejército!, y no los enterró él. ¡Los enterró Dios!.
Estimado hermano, si anhelamos que el Señor haga muchas cosas por medio de nuestro ministerio debemos ser humildes. A veces queremos hacer muchas cosas y no hacemos casi nada. Cuando Moisés mató al egipcio se complicó tanto que tuvo que salir huyendo, pero cuando lo hizo el Señor, cruzó el Mar Rojo en seco y del otro lado tuvo un culto de alabanza y adoración, comenzando una etapa nueva para él. ¡Gloria a Dios!
Por eso Jesús dijo: «…aprended de mí, que soy manso y humilde…», (15) pero cuidado con ser humildes de la boca para afuera, eso tiene que estar hecho en el corazón. La obra que Dios hizo en Moisés fue hecha en su espíritu, por eso el gran cambio. Clamemos al Señor para que nos lleve a ese lugar de santidad, de amor, de fe, de diligencia, de humildad, de valentía, ¡Esa clase de gente es la que Dios quiere para tener comunión íntima! Y a ellos hará conocer su pacto, amén.
La comunión con los hermanos.
Cuando uno lee los primeros capítulos del Libro de Los Hechos encuentra que en la época del nacimiento de la Iglesia, y cuando los primeros mensajes comenzaron a fluir, la obra era tan real y genuina en la Iglesia que los nuevos convertidos eran llenos del Espíritu Santo y eran personas que tenían las mismas características: «…perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en la oraciones …» (16)
Yo soy felíz, ¿sabe porqué? porque he entendido que Dios me ha llamado a tener comunión íntima con el. Pero hermano, ¡Dios lo ha llamado a Ud, también! ¡Dios ha llamado a toda la Iglesia a tener comunión íntima con él! Y si todos tenemos el objetivo claro de alcanzar la comunión íntima con Dios, entonces experimentaremos: «…la comunión unos con otros…» porque todos vamos a ver lo mismo, a pensar lo mismo, a creer lo mismo, a tener un mismo entendimiento. ¡Se acabarían los problemas!
Observe que el apóstol Pablo les recordó a los Corintios: «…a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro…» (17) y luego agregó «…Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y un mismo parecer…» (18)
Las divisiones se causan cuando uno cree una cosa y el otro otra. Hay divisiones porque no hay acuerdo. Pero cuando todos tenemos el mismo blanco, la misma meta y el mismo objetivo, entonces pensamos lo mismo, sentimos lo mismo y hablamos lo mismo, estemos donde estemos.
La comunión con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
¡Que importante es entender estas cosas! Porque si entendemos el centro de la voluntad del Padre, no solo alcanzaremos la comunión íntima con El sino también con el Hijo: «..fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo…» (19) y con el Espíritu Santo: «…y la comunión del Espíritu Santo sea con todos vosotros…» (20) ¡Gloria a Dios! El Padre ha llamado a su Iglesia a la comunión íntima con El, a la comunión íntima con Jesús, a la comunión íntima con el Espíritu Santo y a la comunión unos con otros.
Entonces, sin divisiones ni fraccionamientos, la iglesia unida será ese perfecto cuerpo cuya cabeza es Cristo, pero para que haya unidad debemos entender esta comunión a la que Dios nos está llamando. y lo mas glorioso es que ¡Nos hará conocer su pacto!.
Cada pacto que Dios hizo con su pueblo, terminó siempre en cumplimientos tremendos de los propósitos de Dios. Cuando Dios cumplió su pacto con Abraham nació Isaac. Cuando Dios cumplió su pacto con Isaac nacieron dos hijos y uno de ellos fue Jacob de donde nace Israel.
Nosotros estamos incluidos en el pacto mas importante de la historia, el Nuevo Pacto, y no hemos sido establecidos en ese pacto para que vegetemos o para perder el tiempo en preocupaciones. Hay un propósito de Dios en ese Nuevo Pacto para cada uno de nosotros. Gracias a ese pacto tenemos mas de ¡Ocho mil promesas fluidas desde la cruz! y que todavía siguen fluyendo.
Nos espera una tarea extraordinaria. ¡Tiempos tremendos! Por eso, no podemos poner nuestro corazón y pensamientos en las circunstancias actuales, tenemos que fijar nuestros pensamientos y corazón en el reino de Dios. Allí está nuestra meta: «…mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas…» (21)
¡Gloria a Dios!
Yo creo por cosas tremendas para estos tiempos. Cosas como jamás las hemos visto. Todo el mundo dice: “…esto va de mal en peor…”, y que van a suceder cosas feas, pero yo creo que la Palabra del Señor se cumplirá, los cielos y la tierra pasarán, pero su Palabra se cumplirá, porque sus promesas son fieles.
Testimonios con el Espíritu Santo
Dios es Dios donde él quiere, caminar en las posibilidades de Dios es caminar en las posibilidades inimaginables, el gran problema es que nosotros estamos limitando siempre a Dios.
Dios tiene pensamientos grandes, tiene planes y obras grandes, pero él es de la medida que nosotros lo vemos y creemos. Veamos a un Dios grande, lleno de amor y de gracia. ¡Hay que confesar que Dios tiene cosas tremendas! porque el Espíritu Santo está haciendo cosas tremendas, ¡Y lo seguirá haciendo!
Cuando nosotros pensamos y creemos de corazón y no de la boca para afuera, el Espíritu Santo comienza a trabajar y a moverse en base a lo que creemos y confesamos, pero solo lo hará con quienes tienen comunión íntima con él, que tienen una mentalidad positiva, con aquellos que anhelan ser santos, llenos de amor, llenos de fidelidad, llenos de valentía, sin altivez, sin orgullo, y sin ociosidad ni haraganería. Quienes comprendan esto verán la maravillosa mano de Dios.
Muchas veces creemos que tener comunión con el Espíritu Santo es tener un rato de oración, hablar un poco en lenguas, cantar y profetizar, y no digo que no, pero si eso fuera toda la comunión, ésta sería muy pequeña.
¡Se puede tener comunión con el Espíritu Santo las 24 hs del día! Cuando me acuesto lo hago con la visión clara que el Espíritu Santo está conmigo aún en mi descanso y que está velando en mi corazón, y cuando me despierto lo primero que hago es decirle: “..Señor, contigo vamos a hacer grandes cosas..”, Amén.
Cuando tomé la responsabilidad de enseñar sobre el Espíritu Santo en el S.I.C.A.M, me dije a mi mismo: “..yo no puedo enseñar de alguien que no conozco..”, porque sería teoría nada mas. Eso me llevó a buscar mas a Dios, a tener comunión con el Espíritu y a hacer cosas que a veces parecían una locura, pero puedo contar docenas de testimonios de situaciones que me han pasado, en donde el Espíritu Santo ha sido tan real, tan patente e instantáneo como usted no se puede imaginar, y me ha demostrado que también es Dios para ejecutar en la tierra la voluntad del Padre y del Hijo, porque si tenemos comunión íntima con el Padre y el Hijo, las cosas van a suceder por la obra del Espíritu Santo.
Testimonio 1: Una buena oportunidad para predicar
Había llegado de un viaje y recibo un mensaje telefónico avisando que en la ciudad de Necochea había fallecido un tío, hermano de mi mamá. El fue una persona maravillosa, y muy amado por toda mi familia. Tiempo atrás, yo le había predicado el evangelio y recibió a Cristo, pero de repente murió de forma rápida e inesperada.
Decidí ir, pero mi auto estaba con problemas mecánicos y el micro que iba a Necochea ya había pasado. Oré al Señor y le pregunté: “..¿le pido a algún hermano que me lleve?..”, pero no sentí paz.
Salí a la ruta y comencé a hacer dedo, estuve desde las dos de la tarde y nadie paraba. El tiempo pasaba y yo sabía que a las seis de la tarde lo llevaban para enterrarlo. Oré nuevamente al Señor y le dije:
– “…Señor, tu sabes cuanto amaba a este tío… y necesito estar para el entierro..”
y también le dije al Señor:
– “…tu sabes que estará mucha gente que conozco desde mi infancia y va a ser una buena oportunidad para hablarles del evangelio…”
Además, yo pensaba en gran parte de mi familia que es inconversa. Entonces oré: – “…Espíritu Santo, te voy a pedir algo…: quiero estar a las 18.hs allí y quiero verme predicándoles, quiero hablarles del Señor, y creo que me vas a llevar…”
Mientras conversaba con el Señor apareció un camión 0 Km, bien nuevo, y me llevó 100 km adelante en ¡45 minutos!. Cuando me bajé en un cruce de rutas, apareció un auto con unos chicos y sin que tuviera tiempo para hacer dedo me dicen:
– “..¿Señor, lo llevamos?..”
Estos chicos me dejaron en un mejor cruce, pero para todo eso se habían hecho las cinco y media de la tarde y pensé:
“… Si tuviera mi auto llego a las 18.hs aunque tenga que viajar a 145 km por hora…”
Seguí hablando con Dios y confesando que iba a hablar a toda esta gente, hasta que de repente un auto, -igual al mío- que no se de donde apareció, paró y me levantó. Hermano, ¡Me llevó a Necochea a 145 km por hora y aumentando! Yo pensé:
“…aaaah, este es de los míos…”
A las seis y cinco de la tarde estuve en la puerta de la sala velatoria y pude hacer lo que me propuse. Pude hablar en la despedida, hablé de mi tío, de lo que significó para mi, de como yo había conocido a Cristo y como él había sido salvo. Les prediqué el evangelio a todos los sepultureros, a toda mi familia y aún a ex compañeros de trabajo que estaban trabajando ahí. Después de la oración tuve que estar un buen rato hablando con uno y con otro entregando gente al Señor. ¡Gloria a Dios! ¡El Espíritu Santo es real!
Testimonio 2: Orando en el Caribe
Una vez “le hice dedo” a un avión en EE.UU.
Resulta que estaba en el aeropuerto de Houston, en viaje de regreso a la Argentina, y no se como, tomé un vuelo equivocado que en vez de llevarme a la Argentina me llevó a ¡Centro América!. Cuando bajé en el aeropuerto y expliqué mi situación, hicieron los arreglos para llevarme de regreso a E.E.U.U, pero lo que yo quería era seguir viaje a la Argentina, sin embargo me dijeron:
“…Usted debe esperar en Estados Unidos porque no hay mas vuelos hacia Argentina por hoy…”
Pero yo le dije a Dios:
“…Señor, este viaje no fue por casualidad. El vuelo equivocado desde Texas no fue por casualidad y debo llegar a Buenos Aires este mismo día…”
Entonces, en medio del Caribe me puse a orar y dije:
“…Señor, tu vas a levantar un obrero con una visión para predicar tu palabra en este lugar…”
Luego de un rato, me embarcaron en un vuelo de regreso a Houston. Cuando llegué allí atendieron de maravilla pero me dijeron que recién al otro día había vuelos a Buenos Aires.
No me dí por vencido. Me acerqué a un jefe que estaba por allí y le dije :
“…Por favor, ¿porqué no averigua si hay algún vuelo retrasado hacia Buenos Aires?…”
Tomó su teléfono móvil, llamó a la torre central y, ¡Encontró un vuelo hacia la Argentina que estaba retrasado! y que: ¡Salía en 20 minutos!.
Dios acomodó todo y ese mismo día llegue a la Argentina, pero ¿sabe una cosa? Tiempo atrás me enteré que un matrimonio que estaba en Cuba y que habían salido de Ushuaia se establecieron en la misma ciudad donde oré ese día. ¡Gloria a Dios! ¡El Espíritu Santo me llevó al Caribe!, ¡El Espíritu Santo se encarga de hacer cosas que nosotros no nos imaginamos! Debemos creerle al Señor por las cosas que menos nos imaginamos.
Conclusión y oración final
¿Cuántos de ustedes han deseado ver su familia venir a Cristo?. Si le pregunta al Señor que debe hacer para que vengan a Cristo, EL LE VA A GUIAR. El Espíritu Santo le va a dar la estrategia de oración. Si hasta aquí no vió resultados crea que los verá, porque el Espíritu Santo quiere obrar cosas tremendas en este tiempo, pero nosotros tenemos que