La apostasía que viene

La apostasía que viene


Tanto el apóstol Pablo como el apóstol Pedro advierten acerca de la apostasía que sobrevendrá en los postreros tiempos. Ambos nos dan claras señales que es preciso tener en cuenta porque ellas se están empezando a cumplir ante nuestros ojos.

2ª Tesalonicenses 2:3. Aquí el apóstol está hablando acerca de la venida de nuestro Señor Jesucristo. En la época en que Pablo escribió esta epístola, parecía muy inminente la venida del Señor, y muchos estaban vendiendo sus posesiones y dejando sus trabajos. Muchos estaban haciendo los preparativos porque ya venía el Señor.

El mismo Pablo lo había anunciado en la primera epístola a esta misma iglesia, pero aquí, al ver Pablo las medidas que los hermanos estaban tomando, él les hace una advertencia, y es lo que leemos aquí en el versículo 3: “Nadie os engañe en ninguna manera, porque no vendrá sin que antes -no vendrá el Señor, se refiere- … sin que antes venga la apostasía y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición”.

¿Qué vendrá antes de que el Señor regrese? La apostasía. Y luego también, más o menos en el mismo tiempo, muy cerca del tiempo de la apostasía, y como una culminación de la apostasía, precisamente, ¿qué más se va a manifestar? Al final del versículo 3 lo dice: “el hombre de pecado, el hijo de perdición”. Más abajo dice en el versículo 8 y 9 dice “aquel inicuo” ¿Quién es ese? Ese es el anticristo.

Por tanto, no nos extrañemos que estemos comenzando a ver la apostasía, porque ella es la antesala del regreso de nuestro Señor Jesucristo.

En este ambiente que tenemos aquí, en esta reunión preciosa, parece muy fuera de lugar hablar de la apostasía, porque nosotros de verdad hemos sido beneficiados, hemos sido bendecidos; nosotros hemos sido traídos a la casa de Dios, al monte de Sion, donde Dios habita.

A nosotros nos pueden sonar muy raras estas palabras. La apostasía… ¿de qué apostasía me habla, si estamos mirando al Señor? ¿Si estamos postrándonos delante de él? ¿Si estamos contemplando a Jesús? ¿Si estamos adorándole? ¿Si el Espíritu Santo nos ha llenado? ¿Si el amor se está manifestando? ¿Si la gloria del Señor ha descendido? ¿de qué apostasía me habla? Parece un tema extraño en este ambiente. Sin embargo, no lo es, si miramos el mundo cristiano de hoy en día.

La cristiandad está comenzando a vivir los días de la apostasía.

En 2ª a Timoteo, capítulo 3, se nos muestra en qué va a consistir o en qué está consistiendo esta apostasía de los postreros días: “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos”. La palabra ‘peligrosos’ se puede traducir también como ‘trabajados’.

Tiempos trabajados. Tiempos donde hay que esforzarse. Tiempos cansadores. Los postreros tiempos para los cristianos serán tiempos de agotamiento, en que parece que hay un gran peso sobre el corazón que impide caminar con agilidad, con prestancia. Tiempos trabajados, porque cuesta mantener la fe, porque el gozo de la salvación pareciera que rápidamente se pierde, porque cuesta caminar en santidad, porque el ambiente está corrompido, porque el pecado ha sobreabundado.

Los cristianos de los postreros días deben saber esto: por causa de la apostasía, el amor de muchos se enfriará y será difícil caminar. Son tiempos peligrosos, agobiantes.

Intelectualmente desarrollados

En el versículo 2 se comienza a explicar por qué serán tiempos trabajados o peligrosos.

Veamos el verso 2: “Porque habrá hombres amadores de sí mismos”. Amadores de sí mismos… ¿Se ha encontrado usted por casualidad con alguno de éstos? Ellos son idólatras, y el principal fetiche en su idolatría son ellos mismos. Ellos tienen un altar en su corazón donde se inclinan ante su propia figura.

Luego dice: “avaros”. En otra versión dice así: “Amadores de sí mismos y del dinero”. En vez de ‘avaros’ dice ‘y del dinero’. ¿Conoce a alguno de éstos usted? ¿Hombres amadores del dinero? Puede que tengan mucho dinero, pero no se conforman con lo que tienen. Ellos nunca se conforman con lo que tienen, y lo que tienen lo guardan bajo siete llaves para que no se los toquen. Ellos no tienen paz; no hallan descanso. En cada persona que se topan por la calle, ellos ven a un posible ladrón. Cada persona que toca a su puerta es para ellos alguien que viene a pedirles dinero. Ellos buscan en los bancos cuál está dando más interés, cómo amasar una nueva fortuna, cómo hacer nuevos negocios. “Amadores de sí mismos y del dinero”. El dinero como un ídolo. También dice que son vanagloriosos. Vanagloriosos, que buscan el aplauso, que buscan aparecer ante los demás. Ellos no aceptan sufrir, les gusta el placer, aman gozar de los deleites del pecado.

“Hombres soberbios”, dice luego. “Soberbios”. Éstos no se inclinan ante nadie. Los soberbios son altivos, orgullosos; son duros. Su corazón es más duro que la piedra, es como el pedernal, como el diamante. Tocarlos a ellos es como rasguñar un vidrio. Se mantienen siempre muy erguidos aunque la vida los golpee. Pueden estar derrotados, pero siguen siendo soberbios. Pueden estar al borde de la muerte, pero siguen en su soberbia.

Esos son los hombres de los postreros días, tanto los vanagloriosos como los soberbios.

Luego dice más abajo: “implacables … crueles, aborrecedores de lo bueno”.

Si nosotros tuviéramos que hacer un resumen en qué se parecen todos estos hombres que aquí se describen, podríamos decir que son personas intelectualmente desarrolladas, autosuficientes, personas exitosas, personas que tienen una mente muy fuerte, muy hábil. Ellos pueden ser intelectuales, ellos conocen las ciencias, ellos se han levantado a sí mismos, han alcanzado altas etapas en los estudios. Son hombres fuertes intelectualmente.

Ellos consideran que la fe es vana. Ellos creen que un hombre se basta a sí mismo, no necesita a Dios, si es que Dios existiera. Y como algunos dicen: “Como no existe… ¿de qué nos preocupamos?”. Ellos han llenado los colegios, las Universidades.

Nuestros jóvenes están siendo víctimas de su incredulidad, de su altivez, de su soberbia, de su vanagloria, de su ateísmo, de su humanismo. Nuestros jóvenes, nuestros niños, están recibiendo la semilla de muerte en sus mentes. Están siendo conducidos por filosofías extrañas, huecas sutilezas: la Nueva Era, el humanismo, las filosofías orientales. ¡Tantas extrañas y huecas sutilezas que se han levantado en este postrer tiempo!

¡Oh, es una pesada carga sobrellevarlos a ellos! Para un hijo de Dios, es un trabajo pesado soportar la miopía de su vista, su corazón entenebrecido, su mirada extraviada.

Ellos son impíos. Se burlan de los que creen, de los que esperan en Dios. Ellos son los burladores que dicen: “Desde el principio de la Creación las cosas han sido igual. ¿Dónde está la promesa de su advenimiento?” -refiriéndose a Cristo. Ellos se ríen, se burlan. Ellos tienen teorías para explicar todas las cosas. Y las que no las pueden explicar, con su vana palabrería envuelven a los incautos para hacer parecer que sus teorías son válidas, que sus demostraciones están comprobadas, que sus asertos son correctos. ¡Oh, la vanamente llamada ciencia, que ha vuelto engreídos a los hombres, como si sus principios fueran irrefutables! Ellos son adoradores de la ciencia.

Son los intelectualmente desarrollados.

Pero en los ambientes cristianos, también están éstos. Son los teólogos, los hombres llenos de doctrinas, son los que se llenan la mente con teorías, tratando de explicar lo inexplicable. Son los que tratan con una mente finita de entender a un Dios infinito. Y están diseminados por toda la cristiandad. Y escriben gruesos libros, y tienen cátedra en los principales lugares de instrucción religiosa.

Tal vez a todo este grupo lo podemos resumir bajo esta característica: tienen un alma desarrollada, una mente fuerte. Ellos no creen a la Palabra, no le creen al Señor. Ellos conocen muchas cosas acerca de Dios, pero no conocen a Dios. Conocen muchas cosas acerca de Jesús; sin embargo, se dan el vano lujo de dudar de su deidad, su resurrección, su nacimiento virginal, de sus milagros. Ellos ostentan la vanidad de poner en duda las santas palabras de Dios reveladas en las Escrituras.

Esto lo tenemos que denunciar: la apostasía que viene ya está llegando. Estamos viéndonos rodeados de ella.

Una invasión de sensualidad

Pero también otra gran característica de la apostasía que se está manifestando consiste en una expresión de sensualidad, de lascivia, concupiscencia. Consiste en una expresión libertina de las pasiones. 2ª de Pedro, capítulo 2 nos habla de éstos. Esta es otra caterva de falsos maestros que introducen herejías destructoras. En el verso 2 dice: “Y muchos seguirán sus disoluciones”. Es decir, sus prácticas lascivas.

En el verso 3 dice “Y por avaricia -de nuevo la avaricia- harán mercadería de vosotros”. ¿Conoce usted a alguno de éstos? Si no los conoce, los va a conocer muy luego. Hombres que, por avaricia, harán mercadería de los cristianos. Muchos han descubierto que los cristianos son un poder adquisitivo considerable. Los cristianos pueden comprar muchos libros, pueden comprar mucha música, los cristianos necesitan viajar. Entonces, hay empresas ‘cristianas’ entre comillas, de transportes. Hay librerías que hacen negocio con los cristianos, hay músicos que hacen negocio con los cristianos.

Mercadería, tráfico, comercio. “Sobre los tales” -dice la palabra inspirada- ¿qué dice en el verso 3? Sobre los tales, ¿qué?… (“ya de largo tiempo la condenación no se tarda”) … “la condenación no se tarda”. ¿Qué más?… (“y su perdición no se duerme”) … “y su perdición no se duerme”.

Hermanos: ¿saben ustedes cuánto dinero se puede recoger en un estadio lleno de cristianos pagando su entrada?… No quiero decir más de eso… No quiero decir más de eso. ¿Cuánto dinero puede ganar un escritor si escribe un libro que se vende por millones? … “Harán mercadería de vosotros”.

Usted sabe que los escritores mundanos, cuando les va bien con un libro, escriben una segunda parte, y una tercera parte y una cuarta parte, porque el negocio es bueno. Lo estamos viendo en los ambientes cristianos también. Un libro exitoso se vende por millones. Entonces ese mismo libro se adapta para las mujeres, para los niños, para los padres. El mismo libro, pero una adaptación para los niños, para las mujeres, para los padres.

¿Sabía usted que hay libros que se escriben no porque Dios haya dado la inspiración y haya dicho una palabra para su pueblo, sino porque la industria editorial cristiana dice: “Necesitamos que nos escriba un libro sobre este tema, porque los hermanos están pidiendo libros sobre estos temas”? Entonces los escritores cristianos se ponen de acuerdo, forman grupos de trabajo y escriben el libro en el más breve plazo para poder llegar a esa gente que está esperando leer sobre el tema que les preocupa. “Por avaricia harán mercadería de vosotros”. Pero, sobre ellos, “la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme”.

Dios no perdonó

Luego dice que Dios no perdonó a los ángeles que pecaron. Los ángeles estaban muy cerca de Dios, rodeaban su trono, eran perfectos y hermosos, alababan a Dios con melodías preciosas (seguramente mucho mejor que lo que lo hacemos nosotros con nuestra voces tan débiles). Pero cuando los ángeles pecaron, dice en el verso 4, ¿qué hizo Dios con ellos?: “…arrojándolos al infierno, los entregó a prisiones de oscuridad, para ser reservados al juicio”. Los ángeles que pecaron fueron condenados a prisiones de oscuridad.

En los días de Noé, ¿qué pasó? Verso 5: “Dios no perdonó”. Dios no perdonó al mundo antiguo en los días de Noé. Por eso trajo el diluvio sobre el mundo de los impíos. No perdonó al mundo antiguo, no perdonó a los ángeles.

¿A quién tampoco perdonó? En el verso 6: “No perdonó a Sodoma y Gomorra, reduciéndolas a ceniza y poniéndolas de ejemplo a los que habían de vivir impíamente”. No perdonó a Sodoma y a Gomorra.

Podemos hacernos la siguiente pregunta: El Dios que no perdonó a los ángeles, ni tampoco al mundo antiguo, ni perdonó a Sodoma y Gomorra, ¿perdonará al mundo actual, a la cristiandad apóstata? ¿La perdonará?

Verso 9 dice (Hay dos cosas que Dios sabe hacer muy bien. Lo ha hecho en el pasado, lo hará en el futuro, y lo hace en el presente también): “Sabe el Señor librar de tentación a los piadosos y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio”.

¿En cuál lado estamos nosotros? ¿En cuál lado estás tú? ¿En el de los piadosos o en el de los injustos?

Si estás en el de los piadosos, entonces el Señor sabrá librarte de la tentación. ¡Aleluya, el Señor nos libra de la tentación! A los piadosos los libra. ¿Te ha librado a ti el Señor? ¡Nos ha librado el Señor! ¡De cuántas tentaciones nos ha librado! ¿Hay alguno aquí que no haya nunca sido tentado, ni tampoco librado? Entonces no podrá saber lo que es esto.

Pero sabemos lo que es cuando el Señor libra de una tentación. Tu pie ya resbalaba, y el Señor te cogió. Tu boca ya se apresuraba para caer, para proferir maldición y mentira, y el Señor te la cerró. Tu corazón amenazaba con extraviarse en pos de los ídolos, y el Señor te retuvo. Tu pie ya se iba por la senda del mal y sentiste que alguien te tiraba la rienda. ¡Ese es nuestro Dios, que sabe librar de tentación a los piadosos! ¡Bendito es el Señor!

Pero él reserva… Mire, la palabra ‘reserva’, ¿qué significa? Es como que él los aparta. Les dice: “Quédense aquí un rato. Aquí esperen. Todavía no, pero esperen”. “Los reserva para ser castigados en el día del juicio”.

Esta clase de gente que se está introduciendo en la cristiandad, son gente de conducta nefanda. “Abrumado por la nefanda conducta de los malvados”. Esa palabra ‘nefanda’…, ¿por qué se la habrá ocurrido ponerla al traductor aquí, siendo que nadie la entiende? ¿Entiende usted lo que es ‘nefanda’? ¿No? Yo tampoco. Debe ser algo malo, algo negativo, ¿no es cierto? Pero sería mucho más claro si dijera más claramente lo que significa eso. Lot estaba abrumado por la vida lasciva, eso es, corrupta sexualmente, de los malvados en Sodoma y Gomorra.

Nosotros no tenemos que escandalizarnos de estas cosas, porque Sodoma y Gomorra está a nuestro alrededor hoy día.

Algunos ejemplos

Recientemente en Estados Unidos, la Corte Suprema de Justicia, decidió anular dos normas que ponían restricciones a la pornografía infantil en Internet. La Corte Suprema de Estados Unidos está posibilitando de esta manera que la gente pervertida explote sexualmente a los niños y las imágenes de esas perversiones aparezcan en Internet. ¡Por seis votos contra tres! ¡Hay seis hombres allí que pagarán por su pecado! “De largo tiempo su condenación no se tarda y su perdición no se duerme”.

En Estados Unidos recientemente tres jueces echaron por tierra la posibilidad de boquear en las Bibliotecas Públicas el acceso a la pornografía en Internet. Es decir, cualquier niño norteamericano podrá, desde la Biblioteca de su pueblo, acceder a Internet y ver allí lo que se le ocurra. Y la bibliotecaria no podrá decirle: “Hijito, ese sitio no”.

Recientemente apareció en Estados Unidos un libro escrito por una mujer; se llama Judith Levin. En ese libro ella defiende los “derechos sexuales” de los niños. Se inspira en legislación de Holanda, donde el año 90, el Parlamento holandés legalizó el sexo entre adultos y niños desde los doce años de edad, “siempre y cuando haya un consentimiento mutuo”. ¿Qué creen ustedes que está pasando a partir de esta legislación? ¿Qué creen ustedes que ocurrirá con estos libros que se están publicando? Un diario de Estados Unidos, el New York Times, escribió un reportaje favorable a este libro.

Eso es en Estados Unidos… ¿Y qué estamos viendo nosotros en Chile? ¿Tardará mucho de llegar esta plaga, la liberalización de las costumbres, de la moral? La apostasía ya viene. El mundo está enfriando el amor de los cristianos, el mundo está influyendo sobre la iglesia.

Nos llegó una noticia sobre un evangelista norteamericano. No voy a dar su nombre. Él se divorció por segunda vez. Él dijo que la anulación de su matrimonio surgió “como consecuencia de los acontecimientos que ocurrieron antes del matrimonio y de una situación más allá de su control, y que no había cuestiones morales implicadas en el asunto”. Y agregó que, a pesar de los problemas personales, su ministerio estaba muy exitoso, que en enero había “disfrutado” una cruzada, la más grande en la historia de su ministerio, una campaña de cinco días donde asistieron unas 30.000 personas y donde unas 15.000 personas aceptaron al Señor. ¡No se conformó con despedir a su primera esposa: despidió también a la segunda! ¡Y él dice que tiene mucho éxito en su ministerio…!

Ustedes conocen a Billy Graham. Él tiene una hija que se llama Ana. Es una mujer de Dios. Hace unos días atrás, se le ocurrió predicar contra el pecado en una congregación norteamericana, y específicamente atacó la homosexualidad como uno de los pecados de que el hombre tiene que arrepentirse, diciendo que los ataques del 11 de septiembre eran un mensaje de Dios para Estados Unidos y que había que arrepentirse. Cuando ella estaba hablando esto, del coro que estaba detrás de ella, se pararon ocho de los veinte coralistas, y salieron del lugar en un gesto de protesta por lo que ella estaba diciendo. Al parecer, los ocho eran homosexuales. Ana Graham ya comenzó a ser vapuleada por predicar contra el pecado, porque recibió críticas en el diario local por lo que había hecho.

¡La apostasía ya viene!

“Tienen los ojos llenos de adulterio, no se sacian de pecar”, -dice el verso 14 del capítulo 2- “seducen a las almas inconstantes, tienen el corazón habituado a la codicia, y son hijos de maldición. Han dejado el camino recto, y se han extraviado siguiendo el camino de Balaam hijo de Beor, el cual amó el premio de la maldad”.

El camino de Balaam… Y Judas agrega: el camino de Caín… el error de Balaam… la contradicción de Coré.

El evangelicalismo posmoderno: Una denuncia

Amado pueblo de Dios, el Señor Jesús no vendrá sin que antes se manifieste la apostasía, el hombre de pecado, el inicuo. Y la apostasía comienza por el pueblo de Dios. No hay oraciones que puedan detener la maldad, porque el pueblo de Dios se ha olvidado de orar, de interceder, de clamar, de gemir. El pueblo de Dios está ‘de fiesta’ (entre comillas ‘de fiesta’). No tiene tiempo para la Palabra, ni para la oración, ni para el ayuno, ni para el gemido. No tiene tiempo para sentirse abrumado por la nefanda conducta de los malvados, como Lot.

Tengo aquí un documento. Voy a leer algunas partes. No lo he escrito yo. Es un documento publicado por la agencia de Noticias ICPress, de España. Lo que voy a leer aquí lo dijo un cristiano llamado César Henríquez, en una convención que ocurrió en Venezuela hace unos días atrás, a comienzos de abril. Y este hermano hace una denuncia: “Las iglesias cristianas están cayendo en los lazos de la ‘posmodernidad’.

La posmodernidad, esta cultura humanista, esta influencia mundana se está metiendo -dice él- en las iglesias evangélicas. Él es evangélico, y él dice esto de las iglesias evangélicas. Echa de menos él los primeros tiempos cuando los cristianos “se reunían como iglesia para celebrar y vivir la fe de Jesucristo”, en torno a Jesucristo. La reunión de la iglesia -dice él- en los primeros tiempos, en torno a Jesucristo, “orientaba su razón de ser, y era a la vez como un termómetro que permitía medir la fe de la iglesia”. Pero ¿qué pasa ahora -dice- en la posmodernidad? En estos últimos diez años -dice- se han introducido cambios rápidos “en las rígidas liturgias anteriores”, y se ha instalado un modelo cúltico (de culto), que “ha uniformado a las iglesias de las diversas tradiciones”. Antes era posible distinguir lo que era un iglesia tradicional de una iglesia de corte pentecostal donde había mucha algarabía. Ahora -dice- se está globalizando, se está uniformando todas las iglesias evangélicas en esto, en sus cultos. Desde los días de la llamada ‘renovación de la alabanza’, el culto “ha adquirido características de espectáculo y entretenimiento” … “La sociedad posmoderna ha dejado atrás la cultura de la palabra y ha abrazado la cultura de la imagen” … “Las megaiglesias posmodernas prefieren utilizar salas de cinematógrafos, donde tienen facilidades técnicas que requiere el espectáculo, utilizan músicos profesionales, juegos de luces, butacas cómodas” … “El sermón ha dejado de ser el centro del culto, sustituido por la música y el canto”.

Esa es una característica de la iglesia posmoderna: ha sustituido la palabra de Dios por la música y el canto.

“Otra característica -dice él- es la catarsis emocional” … “Absolutiza los sentimientos. Las grandes concentraciones no son motivadas por ideas o proyectos, sino por la búsqueda de sensaciones colectivas. La alabanza, que ahora ocupa el 70% del tiempo del culto, se convierte en espacio de psicoterapia espiritual” … “La espiritualidad se confunde con la emoción y la evasión de la realidad” … “La Biblia se subordina a la experiencia. Esta producción y búsqueda de sensaciones y emociones puede ayudar a sentirse bien en el momento, pero no tiene ningún tipo de trascendencia en la vida” – agrega.

“Y una tercera característica -dice este hermano- se expresa con la palabra inglesa de moda: ‘light’, que significa ligero, frívolo, liviano. La cultura ‘light’ de la posmodernidad expropia los contenidos fundamentales de las cosas, dejándolas en una vaciedad, repleta de incoherencias y provoca una vida sin compromisos ni complicaciones”.

Cristianos que no se comprometen, ni se complican la vida. Ellos asisten a un show, a un espectáculo con harta música, luces, colores, y una buena animación desde el frente, una persona carismática que haga conmover las multitudes.

Sigo leyendo: “En esta cultura, el culto se vacía de sus contenidos fundamentales, para que pueda ser aceptado fácilmente. El evangelio se presenta como un producto que debe ser ofrecido en un formato que no espante a la clientela. Debe ser atractivo y llamativo, y vaciarse de todo aquello que signifique compromiso, sacrificio, esfuerzo y entrega.”

Primero, reemplaza la Palabra por la música y el canto. Luego, la vida cristiana se vacía de espiritualidad para transformarse en un ir y venir de emociones, en una búsqueda de sensaciones para llenar un momento, nada más. Y la tercera característica, es una iglesia ‘light’, que no se compromete. El evangelio es un producto: ofertas, bienestar, felicidad. No hay demandas, no hay compromiso, no hay cruz.

Luego, el hermano Henríquez hace un llamado. Dice: “Estamos obligados por el evangelio de Jesucristo a celebrar cultos proféticos …” (¡proféticos!, que digan la verdad, que traigan la luz de Dios, que denuncien la mentira y la falsedad, que anuncien los juicios que van a venir) “… en el sentido de denunciar todo aquello que atenta contra la lógica del reino de Dios y a anunciar las posibilidades que Dios nos ofrece para ser instrumentos transformados para transformar”. Y concluye: “Para que la propuesta salvadora del reino de Dios sea atractiva, no tenemos que trivializarla y exhibirla como producto, sino profundizarla, encarnarla con todas sus implicaciones y sus riesgos.” Hasta aquí la cita.

La vida cristiana es una vida de implicaciones, de compromisos, de riesgos, de cruz, de sufrimientos. No es vanidad, no es una cosa que toca la epidermis, los sentimientos y las emociones. La palabra de Dios penetra hasta partir el alma y el espíritu. La vida de Cristo vino para meterse adentro de nosotros. No para llenar un momento, un buen rato, para evadirnos momentáneamente de los problemas.

Esta es la apostasía que viene …

Hermanos, por eso decía al comienzo que resulta tan raro hablar de estas cosas en un ambiente como éste, donde vemos al Señor, donde podemos contemplarle …

Acuérdate de Jesucristo

Hay una palabra en 2ª de Timoteo 2:8, con la que iremos terminando. La primera frase que aparece en este versículo es: “Acuérdate de Jesucristo”.

Hermanos, ¿está clara la frase? “Acuérdate de Jesucristo…”. Sigamos leyendo: “… del linaje de David, resucitado de los muertos conforme a mi evangelio, en el cual sufro penalidades, hasta prisiones a modo de malhechor, mas la palabra de Dios no está presa. Por tanto, todo lo soporto por amor de los escogidos, para que ellos también obtengan la salvación que es en Cristo Jesús con gloria eterna”.

2ª de Timoteo -ya sabemos- fue escrita en tiempos de apostasía. Pablo había sido dejado solo, le habían abandonado todos los de Asia, y en ese momento de aflicción su corazón está afligido. ¡Si hemos leído esta epístola alguna vez con detenimiento podemos percibir que su corazón está afligido! Le dice a Timoteo, su hijo amado en la fe: “Acuérdate de Jesucristo”. Cuando todos le olvidan, cuando todos le han vuelto la espalda, cuando la iglesia se ha transformado en una iglesia sin Cristo, sin cruz; cuando surgen los Demas que aman al mundo -que aman “a este siglo” dice otra traducción-, entonces él dice: “Acuérdate de Jesucristo… resucitado de los muertos conforme a mi evangelio”.

Cristiandad, iglesia: ¡Cristo está vivo! ¡Cristo ha resucitado! ¡No lo ignoremos! ¡No tengamos sólo un slogan con su nombre! ¡No leamos sólo un versículo con su nombre! ¡Él ha resucitado de entre los muertos, y él está aquí!

¡Él debe gobernar la vida de la iglesia, él debe ser el centro de atracción, el motivo de las reuniones! ¡Cristo, y sólo Cristo tiene el primer lugar, Él es nuestro primer amor!

Parece tan raro que Pablo le diga: “Acuérdate de Jesucristo resucitado de los muertos”, como si Timoteo no lo hubiese sabido. Pero era necesario recordarle: “Timoteo, Jesucristo ha resucitado de entre los muertos. No te olvides de eso. Por él sufro penalidades, hasta prisiones a modo de malhechor”.

Pablo sufre penalidades, hasta prisiones. ¿Se han olvidado de eso los cristianos? ¿La iglesia de hoy es una iglesia sufriente o es una iglesia contemporizadora, una iglesia que se confabula con el pecado, que pasa de fiesta en fiesta, una viuda que se ha olvidado de sus vestidos de viudez? ¿Es la iglesia una reina que se sienta como reina, como aquella Babilonia?

La iglesia hoy sigue siendo como una viuda en la tierra. Su amado está lejos. Lo único que ella quiere es el reencuentro con él. Si hay algo que la alegra es el recuerdo de su persona. ¿Qué es lo que nos alegra a nosotros? ¿Cuántos se han reunido esta mañana a partir el pan? ¿Cuántos se reunirán en la tarde a partir el pan? ¿Es para ti una pesada carga acercarte a la mesa? ¿Es la reunión del partimiento del pan algo que se puede reemplazar por otra cosa? Nos ha preocupado en este tiempo pasado, hermanos, que faltan con mucha facilidad los hermanos al partimiento del pan. Aparecen en esta reunión, pero al partimiento del pan no van. ¿Saben lo que significa el partimiento del pan? Es la reunión para esto: para acordarse de Jesucristo.

Iglesia, ¡acuérdate de Jesucristo! Acuérdate de sus dolores en la cruz, de su sufrimiento en Nazaret, de su humillación, de su rechazamiento.

Participando de su rechazamiento

“Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. Si fuereis del mundo, el mundo amaría lo suyo, pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece” (Juan 15:18-19).

Esta frase es una rareza hoy, porque los cristianos se codean con los políticos, porque los cristianos hacen fuerza para cambiar las leyes de los países, porque los cristianos aparecen en los escenarios con los gobernantes, porque los grandes predicadores han vendido de alguna manera el testimonio de Cristo por causa de la honra humana. Uno de los principales cristianos (amado mío también), un gran evangelista de otro tiempo, después del 11 de septiembre apareció dando un discurso híbrido, sin sustancia, acomodaticio, en Estados Unidos; sólo porque ahí había detrás de él y en esa reunión gente de todas las religiones, de todos los credos, y él no podía enemistarse con nadie.

Los cristianos están perdiendo el sabor, la sal se está desvaneciendo. “A mí me aborreció el mundo, a vosotros os aborrecerán”, dijo el Señor. “A mí me han perseguido, a vosotros os perseguirán”.

Les hago una pregunta: Si Cristo fue rechazado y los cristianos de hoy son aceptados, ¿quién está mal? ¡Alguien está mal! ¿Estará él, Cristo, mal? ¿Debió haberse él hecho amigo de Pilato para escapar de la muerte? ¿Haberse congraciado con Herodes para no morir?

Cristo está siendo olvidado en los propios ambientes cristianos.

Acordémonos de Jesucristo, nacido en Belén en un establo, criado como un niño pobre en Nazaret, ayudándole a su padre en las labores de su carpintería. Acordémonos de su bautismo en el Jordán, de la sencillez de su vida. No tenía dónde recostar la cabeza. Y su caminar por los caminos de Galilea, desconocido, anónimo, rehuyendo la popularidad. Recordémoslo viajando a Jerusalén la ciudad amada, la ciudad del gran Rey, que le rechazó, qu