Jesús, nuestra barca

Jesús, nuestra barca


Marcos 4:35-41


Introducción.


La comunidad es una barca en medio de la tormenta. Si Jesús esta presente, iremos adelante, seguros alcanzaremos nuestra misión.


La comunidad de Jesús se mueve sobre tres ejes:


1. La fe es el elemento cohesionador (nos atrae hacia el centro que es Jesús); 1 Corintios 3:11 “porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.”


2. El amor es el elemento facilitador (facilita las relaciones al interior); Romanos 5: 5. “porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado;”


3. El servicio es evidenciador (la expresión) de los otros dos. Efesios 6:6 “no sirviendo sólo cuando se os esté mirando, como los que quieren quedar bien con los hombres, sino como siervos de Cristo, haciendo la voluntad de Dios” con ánimo.


No podemos quitar uno de los ejes, los tres son indispensables para la marcha de la comunidad.


I. La comunidad como barca.


a) Jesús ha iniciado su ministerio en Galilea, ha llamado a doce y con ellos ha formado la incipiente comunidad, misma que llegara a ser incontable. Cada declaración, cada acción, cada enseñanza esta encaminada a fortalecerla; a hacerla mas firme, mas sólida, tal que las puertas del infierno no prevalezcan en contra de ella (Mateo 16:18), esa ha sido la promesa de Jesús; la comunidad de Jesús es probada siendo pasada por la tormenta.


b) La popularidad de Jesús es tal que la gente le aprieta. Marcos 3:9, 20; 4:1. Nos encontramos con Jesús en un día de gran actividad. Jesús es un hombre de gran capacidad para el trabajo (RVA Juan 5:17 “..Mi Padre hasta ahora trabaja; también yo trabajo”). Estuvo enseñando desde muy temprano y hasta caer la tarde en una barca, tomando tiempos para explicar a sus discípulos lo que no entendían. Ese día enseño por lo menos 4 parábolas; la del sembrador, la de la lámpara, la del crecimiento de la semilla y la del grano de mostaza. Verdaderamente se encontraba exhausto.


c) Entonces viene la orden – pasemos al otro lado-es frecuente ver a Jesús retirándose de las multitudes para tomar tiempos a solas en oración o, para dar instrucción a sus discípulos. Despide a la multitud y entonces los discípulos toman a Jesús le ponen en la barca y empiezan a ir mar adentro. Cabe hacer la notación que un buen grupo de sus discípulos, como pescadores que eran, sabían de aquella empresa, ellos eran los expertos, de manera que Jesús se pone en sus manos. Vieron el cielo, evaluaron la situación, y decidieron que lo mejor era partir de inmediato. Allí esta esa pequeña comunidad en una gran misión, cruzar el mar de Galilea.


II. Otras barcas con Jesús, pero sin Jesús.


Había otras barcas con el (v. 36)… Que importante es el asegurarse, antes de iniciar cualquier misión, el que Jesús vaya con nosotros… eso, a la larga, hará la diferencia. El propósito de Jesús, al pedir a los discípulos cruzar el mar estaba mas allá del descanso (mi Padre trabaja y yo trabajo), eso lo podemos ver en el siguiente capitulo, al llegar a la región de Gadara y liberar a un endemoniado.


Debemos asegúranos que nuestra misión sea la de Jesús y no la propia, quizás como lo era la de las otras barcas que le acompañaban. La misión es la de Jesús, los recursos y las habilidades muchas veces serán los nuestros. La misión era cruzar el mar, el recurso la barca de alguno de los pescadores y las habilidades las adquiridas a través del tiempo.


III. Los vientos que surgen desde fuera y dentro de la comunidad, la ponen en peligro.


Se levanto una gran tempestad… La imprevista tempestad es propia de la región que rodea el Mar de Galilea, donde el movimiento de las corrientes de aire hace que el viento descienda precipitadamente, con violencia.


El choque del viento caliente y el frió es lo que provoca ese gran movimiento de masas de aire. Cuando estamos en la barca de la comunidad con Jesús hay esos grandes choques de corrientes pero no de aire, sino de los temperamentos, de las personalidades y de los pareceres que la pondrán bajo tormenta.


Estos hombres sabían de navegación y por lo tanto de tormentas, aquella tormenta era especial de manera que empezaron a angustiarse al ver que no podían tomar control de la situación.


Cuando de llevar adelante la misión de Jesús se trata, se levantaran tempestades y tormentas que nos parecerán por demás extrañas, aunque hayamos mirado al cielo, aunque hayamos consultado el pronostico del tiempo, puedes estar seguro de que aparecerán; por supuesto llevar adelante la misión de Jesús implica la liberación de la esclavitud del pecado de otros, de conquistar territorios en el mundo de las potestades espirituales, de arrebatar, verdaderamente arrebatar a Satanás a hombres y mujeres que están bajo su control.


IV. ¡Cuidado!, aunque pongamos a Jesús en nuestra barca, trataremos de acomodarle en un rincón.


Una cosas es invitar a Jesús a que entre en nuestra barca, pero otra el cederle el control. Los discípulos le habían acomodado por allí en algún lugar, por cierto el mas importante, pero le habían puesto un letrero enfrente, “cuidado, no tocar, expertos navegando”. Cuantos letreros nosotros como comunidad le hemos puesto a Jesús. Como personas, cuantos?, como familias, cuantos?


El cabezal es el asiento de madera o cuero del remero principal, Jesús lo estaba usando como almohada. En medio de la tormenta se llega a perder la dimensión de todo, hasta olvidar quien fue puesto en nuestra barca; ya no solamente son las tempestades externas, que nos resultan amenazantes contra las que debemos luchar, parece ser que ahora las tormentas al interior son mas intensas que aquellas.


Siempre habrá alguien con lucidez en el momento mas critico “Despertemos al maestro”. Jesús no duerme, Jesús descansa, esperando a que nosotros le llamemos, el siempre ha estado allí


V. Que Jesús no solo tome la posición, si no que tome la dirección y el control.


La comunidad de Jesucristo, en medio de la misión, deberá tener presente lo que Jesús dijo: “Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”. El todavía está con nosotros, démosle el lugar que como piloto de la nave le corresponde, dejémosle el timón, seguro estoy que nos llevará a tierra firme.


Lo que sucedió allí en medio de la tormenta, se volverá a repetir, reprenderá a la tormenta, nos exhortará a confiar más en él, y nos llevara a puerto seguro, allá en donde nuevos retos nos esperan; en la región de Gadara, el poder de Dios volverá a manifestarse.