Jesús entra en el templo de Dios
Mateo 21:12-17
INTRODUCCIÓN:
El templo siempre ha significado en todas las culturas el lugar donde se ofrece culto a la deidad. Es el lugar donde pueblos y naciones han cimentado su honor. Sin embargo, en el concepto bíblico, el templo no es el lugar donde se debe reflejar la gloria humana, sino la gloria de Dios. El templo no es el lugar que le pertenece a los hombres, sino a Dios. Un templo cristiano, no tiene mayor significado si deja de ser el lugar donde el hombre se allega a Dios por medio de Cristo.
Los judíos habían hecho del templo el lugar de su ceremonial religioso: su ritos, sus fiestas. Lo que menos se consideraba en la práctica, por parte de los líderes religiosos, era que el templo fuese el lugar de encuentro genuino con Dios. El templo había llegado a ser más importante, que la presencia de Dios. Los judíos empezaron a contemplar su propia gloria en el templo, que la gloria de Dios. Se habían conformado con lo material, olvidándose de lo celestial. El corazón del pueblo estaba cautivado por el edificio, más no por la presencia de Dios.
Jesús nos enseña en este pasaje que no hay templo con gloria, si el Padre celestial no lo bendice con su presencia. ¿Cuáles son las características de un templo bendecido por la presencia de Dios?
I. EL TEMPLO DE DIOS SE IDENTIFICA POR SER, ANTES QUE NADA, CASA DE ORACIÓN.
¿Recuerda algún pasaje en los evangelios en el que Jesús fuera al templo a orar? Son tan escasos los que sugieren tal motivo, que es más fácil recordar a Jesús orando en los montes, en los huertos, en el desierto que en el propio templo. El templo era lugar de ritos, de comercio, tanto que Jesús dice que ha sido convertido en “cueva de ladrones”; ya que se le ha dado prioridad a otras cosas, robándole así la gloria a Dios.
El templo es el lugar donde venimos a brindarle a Dios la honra y la gloria. Este edificio debe ser el lugar para el encuentro entre los hombres y Dios en la tierra. Pero no hay encuentro con Dios sino hay oración. Muchas iglesias y cristianos ser caracterizan por otras muchas actividades, pero no por la oración. La oración no es un programa de la iglesia, debe ser la vida de la iglesia y de todo fiel hijo de Dios. Los altares y los reclinatorios en los templos se ha vuelto mas parte del adorno del templo, que del espacio donde el pueblo se une para tener comunión con el Señor. Salomón, quien edificó el primer templo para el Dios Vivo, no pasó por alto esta verdad, tal como lo podemos leer en 2 Crónicas 6:12,13; 19,20.
II. EL TEMPLO DE DIOS ES UN LUGAR DE ENCUENTRO CON CRISTO.
El pasaje nos señala, que cuando escucharon las personas necesitadas que Jesús estaba en el templo, “vinieron a él”. Las personas se acercaron, no al templo, sino al Cristo que encontraron en el templo. Había un motivo para ir al templo: encontrarse con Cristo.
Estas personas fueron sanadas. Jesús las tocó. La presencia de Cristo transforma todo ambiente, toda vida, toda iglesia que reconozca su necesidad de “venir a él”. El templo es el lugar para que las personas se acerquen a Cristo. Este es el énfasis evangelístico que debe tener un templo donde se encuentra Cristo. A diferencia de la iglesia de Laodicea (Ap. 3:15-20), la iglesia verdadera y fiel es aquella en donde Cristo tiene un lugar en las vidas de quienes la componen.
III. EL TEMPLO DE DIOS ES UN LUGAR DE ALABANZA.
Un lugar en donde se ora, es un lugar en donde nos encontramos con Cristo; y un lugar en donde nos encontramos con Cristo se convertirá por consecuencia en un lugar de alabanza. ¡Cuánto tiempo habría pasado que no se escuchaban alabanzas en el templo de Dios! Tanto que cuando ésta se da, los principales sacerdotes y escribas se indignaron: Mientras los jóvenes reconocían la dignidad de Dios, la gente religiosa se indignaba.
Hoy en día, cuando alguien ora en voz alta nos parece ridículo, cuando alguien llora y testifica de su encuentro con Cristo nos parece insólito, cuando alguien alaba a Dios con alegría nos parece vergonzoso y desordenado. La pregunta no es “¿qué le parece a la gente?”, pues dice la Biblia que el hombre carnal no puede entender las cosas de Dios porque para él son locura, pero para los hijos de Dios ¡Cristo es sabiduría y poder de Dios!
Hoy en día se critica a iglesias porque oran en voz alta, porque a cada rato llaman al altar a acercarse a Cristo, porque alaban a Dios con algarabía. Se dice que es puro escándalo. Sin embargo, las personas que se atreven a criticar a veces son más escandalosas: tienen vidas carnales y desobedientes a Dios y su Palabra, viven peleándose entre ellos, criticando, no saben perdonar. Lo último que harían es reunirse para adorar a Dios. Pero cómo pueden adorar a Dios sin primero venir a Cristo.
CONCLUSIÓN:
¿Para qué tenemos templo? ¿para qué tenemos altar? ¿por qué viene usted? Si usted viene para orar, si usted viene para encontrarse con Cristo y viene para alabar a Dios: ¡Bienvenido! ¡Dios está aquí! ¡Su presencia está aquí! Este es un momento propicio para que nuestras vidas comiencen a orar, para que tengamos un encuentro personal, profundo y nuevo con Cristo, llenándonos así de su presencia y poder alabarle con libertad, y permitir que sea él, quien perfeccione nuestra alabanza.