Florecer bajo las podaderas

Florecer bajo las podaderas


Juan 15:2-5


…y todo aquel que lleva fruto lo limpiará, para que lleve más fruto

Introducción:

Los viñadores podan sus vides cada vez con más intensidad, a medida que van teniendo más edad. Un artículo de horticultura lo explica de la siguiente manera:

“La capacidad de la vid para producir aumenta cada año. Pero sin una poda intensiva, la planta se debilita y disminuye la cosecha. Es necesario podar fuertemente los pámpanos maduros para lograr de ellos el máximo rendimiento”

Con el proceso de la poda lo que Dios quiere hacer con nuestras vidas es llevarlas a una producción mayor, si nosotros reaccionamos de manera positivita a lo que hace el labrador, los resultados van a ser mayores de lo que podamos imaginar.

I. La poda madura, la prueba de vuestra fe

Santiago 1:3-4 – Sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. 4 Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna. (RV1960)

Santiago 1:3-4 – Sabiendo que la prueba de vuestra fe[1] produce paciencia.[2] 4 Pero tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna. (RV1995)

1. 1.3 Fe: Aquí se entiende sobre todo como constancia o fidelidad en la conducta dictada por el evangelio.

En otros lugares de la epístola se usa este término con matices diferentes. Cf. Stg 1.6, y véase 2.14 n.

La poda madura se va haciendo más intensa a medida que las podaderas de Dios van cortando cada vez más cerca del núcleo de lo que es usted.

“Dios no está tratando solo de llevarse algo, sino que esta obrando fielmente para hacerle lugar en nuestra vida a otras cosas”

Las pruebas de la fe son diversas pruebas y dificultades que nos invitan a rendirle a Dios algo de gran valor, aun cuando tengamos el derecho a no hacerlo.

Salmos 66:10-12 – Porque tú, Dios, nos probaste; nos purificaste como se purifica la plata. [1] 11 Nos metiste en la red; pusiste sobre nuestros lomos pesada carga. 12 Hiciste cabalgar hombres sobre nuestra cabeza. [2] ¡Pasamos por el fuego y por el agua,[3] pero nos sacaste a la abundancia! (RV1995)

Cuando sintamos que la presión sobre nuestra fe ha llegado al límite, recordemos unas cuantas verdades importantes sobre la poda:

1. Dios no utiliza el dolor cuando un método más agradable producirá los mismos resultados. “La poda es siempre la única y mejor respuesta a nuestros anhelos más profundos; es el regalo afectuoso de un Padre totalmente sabio y amoroso”

2. No todas las experiencias dolorosas son consecuencia de la poda. “Dios no esta limitando a propósito nuestra vida, solo para ver como reaccionamos”

3. El dolor de la poda se produce ahora, pero el fruto aparece tarde. “Como sucede en la vid, la poda en nuestra vida tiene su momento”

4. Aunque va a variar la duración, la profundidad y la amplitud de los momentos de poda, no hay ninguno que dure indefinidamente. “Dondequiera que miremos, veremos evidencias de una transformación personal y un ministerio mas grande para Dios”

II. Los principales puntos de la poda

La poda madura es la forma que Dios tiene para ayudarnos a poner en practica su mandato: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia” Por eso, Él siempre poda aquellas cosas que buscamos primero como esclavos de ellas, que amamos más y que nos incomoda abandonar.

Su meta no es despojarnos de nada, ni hacernos daño, sino liberarnos para que podamos seguir adelante con nuestro verdadero anhelo.

Esta clase de poda va más allá de una reorganización de las prioridades, y llega al corazón de aquellos que nos define: la gente que amamos, las posesiones a las que nos aferramos, nuestro sentido profundo de los derechos que tenemos como personas. Estos son los campos en los que Dios debe dominar para que demos fruto.

1. “La gente que usted más ama”

Tal vez Dios le este pidiendo que le entregue se “derecho” a estar casado, a tener hijos o a obtener algún tipo determinado de éxito. Tal vez lo está invitando a seguir a Cristo sin el apoyo de sus familiares más cercanos; posiblemente mientras sufre incluso su odio y su rechazo a causa de su fe.

Si es así, sepa que Dios lo esta podando muy cerca de lo que realmente le importa, no para quitarle algo bueno, sino para convertirse en el Señor de todos sus deseos.

Génesis 22:1-5 – [1] Aconteció después de estas cosas, que Dios probó a Abraham. Le dijo: –Abraham. Este respondió: –Aquí estoy. 2 Y Dios le dijo: –Toma ahora a tu hijo, tu único,[2] Isaac, a quien amas, vete a tierra de Moriah [3] y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré. 3 Abraham se levantó muy de mañana, ensilló su asno, tomó consigo a dos de sus siervos y a Isaac, su hijo. Después cortó leña para el holocausto, se levantó y fue al lugar que Dios le había dicho. 4 Al tercer día alzó Abraham sus ojos y vio de lejos el lugar. 5 Entonces dijo Abraham a sus siervos: –Esperad aquí con el asno. Yo y el muchacho iremos hasta allá, adoraremos y volveremos a vosotros. (RV1995)

22.1-19 La historia de Abraham llega a su punto más dramático. Cuando todo hacía pensar que la promesa se había cumplido, el hijo prometido tiene que ser ofrecido en sacrificio. Abraham se muestra dispuesto a cumplir esta orden divina; y por haberse mantenido fiel en el momento de la prueba suprema, llegó a ser el modelo de fe y de obediencia a la palabra del Señor. Cf. Stg 2.21.

2. “Su derecho a saber por qué Dios hace lo que hace”

Nacemos convencidos de que merecemos tener el control de nuestra propia vida. Sin embargo, este supuesto se halla en conflicto con la vida de fe. Por eso, muy al principio de nuestra poda madura, Dios nos pide que renunciemos a nuestro “derecho” a saber por qué nos estan sucediendo ciertas cosas.

Hechos 9:4-6 – Saulo cayó al suelo, y oyó una voz que le decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” 5 Saulo preguntó: “¿Quién eres, Señor?” La voz le contestó: “Yo soy Jesús, el mismo a quien estás persiguiendo.[2] 6 Levántate y entra en la ciudad; allí te dirán lo que debes hacer.”

15 Pero el Señor le dijo: “Ve, porque he escogido a ese hombre para que hable de mí a la gente de otras naciones, y a sus reyes, y también a los israelitas. 16 Yo le mostraré lo mucho que tiene que sufrir por mi causa.”

Él es quien nos pide que dejemos a un lado las razones, los derechos y los temores, y le rodeemos el cuelo con nuestros brazos, diciéndole: “Padre, estoy agarrado de ti. Puedes hacer lo que quieras. Lo único que te pido es que me lleves cargado”

3. “Su amor al dinero y a las posesiones”

Para la mayoría de nosotros, abandonar el poder que tienen sobre nosotros las posesiones y las comodidades materiales es un proceso de toda la vida y uno de los más difíciles.

Marcos 10:17-22 – Al salir él para seguir su camino, llegó uno corriendo y, arrodillándose delante de él, le preguntó:–Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?[10] 19 Los mandamientos sabes: “No adulteres. No mates. No hurtes. No digas falso testimonio. No defraudes.[11] Honra a tu padre y a tu madre”. 20 Él entonces, respondiendo, le dijo: –Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud. 21 Entonces Jesús, mirándolo, lo amó y le dijo: –Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz.[12] 22 Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.

La esclavitud al dinero y a las posesiones nos exige nuestras energías, nuestro tiempo y nuestra lealtad. Por eso, temporada tras temporada, el Labrador nos pide que soltemos las cosas a las que aun nos aferramos con demasiada fuerza.

4. “Las fuentes de su importancia”

El premio que esta en juego aquí es la necesidad que le ha dado Dios de sentir que usted es valioso y su existencia tiene razón de ser. Para Abraham, fue Isaac, su hijo del milagro. Para Gedeón, fue su gran ejército. ¿Qué es para usted?

Conclusión:

En la poda, su manera de responder es la determinante. Puede quejarse, rebelarse, hacer concesiones o huir. O puede experimentar el gozo, el consuelo y el reposo que les llega a los discípulos que mantienen sus ojos fijos en el premio, y no en el sufrimiento.