El rey adorado
Mateo 2:1-21
En el relato:
Hay milagros.
Hay expectación.
Hay intrigas y juegos de poder.
Hay alegría.
Hay tragedia.
Es un relato parecido a la vida cotidiana, a veces con cosas buenas y a veces con cosas malas, con motivos de alegría y motivos de tristeza. Pero supera a la vida cotidiana por su carácter milagroso y fuera de lo común en la visita de estos enigmáticos personajes. Ellos son un grupo de hombres heroicos, los que acaparan toda nuestra atención. Este carácter heroico ha sido rescatado y aprovechado por el comercio actual como una oportunidad para hacernos gastar más.
En fin, estos hombres emprenden un viaje con riesgos, un viaje costoso, un viaje polémico. Ellos tienen un solo propósito: adorar al rey de los judíos que ha nacido. Una de las razones de Mateo al relatar esto es destacar el carácter universal del Evangelio, trascendiendo barreras raciales y culturales, pero además destacando que Jesús y su mensaje están por encima de toda estructura humana. Este es un ejemplo vivo de las palabras que más adelante Jesús mismo diría: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá, porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.” (Mt 7:7-8).
¿Quiénes son estos “magos”? El nombre viene de una tribu en la región persa que desempeñaba funciones sacerdotales y se ocupaba del estudio de la astronomía. A ellos se les identifica como personas doctas y expertas en astronomía. Lo más importante es que ellos, siendo gentiles, reconocen los signos del nacimiento de Cristo, y emprenden la búsqueda para darle el honor que merece. Esta actitud es ejemplar, es lo que no estuvieron dispuestos a hacer los de su propio pueblo. (Por qué se les ha llamado “reyes”? Por una asociación temprana con la profecía de Is 60:3 “Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento.”)
Ellos han visto “la estrella del rey de los judíos”. Era una creencia antigua que las estrellas presiden la vida de un soberano importante. Se ha especulado qué acontecimiento cósmico fue este. Algunos piensan que fue un cometa, o que pudo ser una conjunción de Júpiter y Saturno que ocurrió en el 7 a.C., fecha probable del nacimiento de Jesús. Como sea, el Antiguo Testamento incluye una referencia a este acontecimiento: “Lo veo, mas no ahora; lo contemplo, mas no de cerca: Saldrá estrella de Jacob, se levantará cetro de Israel, y herirá las sienes de Moab y destruirá a todos los hijos de Set.” Num 24.17.
A pesar de lo que los sabios orientales habían descubierto en los cielos, ellos llegan requiriendo información. El movimiento informático es uno de los elementos principales en este relato, la información va y viene, se intercambia, se negocia con ella, se busca en diversas fuentes. La palabra profética es la fuente más cierta, pero no indicaba la fecha. La señal de la fecha es la estrella misteriosa que había aparecido. Los escribas tenían en las escrituras el lugar y los magos tenían la fecha. Aquí podemos encontrar las dos fuentes del conocimiento de Dios, las dos revelaciones: la “general”, en la creación, y la “especial”, en las Escrituras. La revelación general permite a todo ser humano a acceder a parte del conocimiento de Dios, un conocimiento siempre parcial e inexacto, pero no menos importante ya que toda persona de toda cultura tiene acceso a ella. Mi esposa y yo fuimos impactados al contemplar uno de los paisajes más bellos que hemos visto, desde los cerros de Bariloche, en la Patagonia, al tener delante de nosotros la hermosa vista de la cordillera. Nos quedamos contemplando esa maravillosa vista, reconociendo en nuestro corazón la grandeza y majestad de Dios mostrada en lo que él ha creado.
La revelación especial precisa el conocimiento de Dios, de su propósito para la vida humana, de su amor y de su salvación a través de Jesucristo. Toda búsqueda verdadera de Dios en la creación debe llevar al mismo lugar donde fueron llevados los sabios: a los pies del Cristo que había nacido. No pueden justificarse con este relato las prácticas mágicas, la adivinación, ni siquiera la astrología, pues esto hoy no lleva a Jesucristo. Los sabios optaron tomar este camino hacia Belén, optaron buscar y encontrar lo que sus conocimientos les habían permitido vislumbrar. La información había sido provista por Dios mismo para que las profecías se cumplieran en su Hijo que había nacido.
Los magos le llaman al que buscan “el rey de los judíos”. Esto altera a Herodes, pues él era el rey de los judíos y había consolidado su reinado con sangre, exterminando a todo aquel que pudiera representar una amenaza para su reinado; entre ellos a su propia esposa, los hijos de ella, su suegra, dos sumos sacerdotes, y hasta su propio hijo (Antíparo). Es un perfecto anti-rey de acuerdo a los propósitos de Dios para su pueblo. Si había matado a todos estos, no habría reparos en matar ahora a cientos de niños menores de dos años.
El relato parece que reitera el sentimiento de Herodes, pues en tres ocasiones se dice que es “el rey Herodes”. En contraste con él, Mateo destaca a Jesús al llamarlo Rey en su carácter humilde, sencillo y por tanto atípico. Por lo tanto, el reino y el reinado de Jesús es atípico también. Por eso contrasta con el carácter violento de los reyes, contrasta con el abuso de autoridad, contrasta con la injusticia ligada al ejercicio del poder. No sólo contrasta con todo esto, sino que además desenmascara todo este sistema anunciando juicio y proponiendo un sistema alterno regido por el amor responsable hacia Dios y hacia el prójimo.
Finalmente los magos llegan ante el pequeño Jesús, y le adoran. Adorar describe el acto reservado solamente para Dios, encierra la reverencia que sólo él es digno de recibir por parte del ser humano. Con este acto se le reconoce su autoridad, su señorío y todas sus bondades. Nadie más debe recibir este honor sino solamente Dios: “Al Señor tu Dios adorarás y solo a él servirás”. (Mt. 4:10). Al adorar a Jesús, ellos son los primeros en reconocerle además como Dios. Los presentes que le dan son reales y simbólicos: representan la vida misma de ellos, sus riquezas, su fe. Esto es lo que también debían hacer tanto Herodes como los religiosos que están con él, adorar a Dios en Jesús debería ser el fin de todo ser humano. Sin embargo, ni Herodes ni los demás están dispuestos a hacer esto.
Este relato nos anticipa y nos proyecta ya a los relatos culminantes del evangelio de la pasión y resurrección de Jesús. Veamos algunos de los elementos destacados:
El título “rey de los judíos” no vuelve a aparecer en el ev. hasta el capítulo 27, donde en tres ocasiones señala a Jesús en su juicio.
La conmoción de las autoridades civiles y religiosas, además de “toda Jerusalén” es vivida de nuevo y de forma superlativa en el juicio y la crucifixión de Jesús.
Las autoridades civiles y religiosas aparecen en una alianza polémica y controversial hacia Jesús, tanto en este relato como en la pasión.
En el relato de los magos muchos inocentes mueren por él, así como él siendo inocente más tarde moriría por muchos más, y pecadores. La tragedia de la muerte de los niños y la tragedia de la muerte de Jesús, ambas son vistas como el cumplimiento de las profecías.
La falsa adoración que Herodes promete recuerda a la injuriosa “adoración” de los soldados romanos antes de la crucifixión.
Por lo menos uno de los regalos de los magos, la mirra, es una especia usada para la preparación de un cuerpo para la sepultura (Jn 19:39), sin duda una de las cosas que llevaban las mujeres que iban al sepulcro.
El gran gozo de los magos al ver la estrella es la misma expresión que describe a las mujeres que van a avisar a los discípulos que Jesús ha resucitado.
La adoración de los magos se enlaza con la adoración de las mujeres (Mt 28:9) y de los discípulos (Mt 28:17) al encontrarse con Jesús resucitado.
Estos paralelos nos ayudan a no perder de vista el plan de salvación completo, nos ayudan a recordar el verdadero sentido que tienen estas celebraciones que hemos tenido y que tendremos en estos días. Recordar el nacimiento y la vida de Jesús nos deben hacer volver nuestra mirada a Dios, nos deben hacer recordar su sacrificio por nosotros, nos deben hacer vivir con más intensidad y emoción nuestra nueva vida en Jesús, nos deben hacer ver que la realidad del Reino se traduce en nuestro compromiso con el prójimo.
Si esto no es así, toda celebración queda vacía y estéril, como lo es para muchos el día de hoy. La adoración verdadera, como la dan los magos, es la adoración que todo ser humano debería dar a Jesús, en especial los poderosos. Pero ni los que tienen el poder, ni todo hombre y mujer tampoco tendrán la disposición de dar esta adoración genuina, de buscar con este empeño al rey nacido, de humillarse así, de darle como regalo todo lo que tienen. La pregunta es si hoy nosotros estamos dispuestos a hacerlo así. Si nosotros nos hemos encontrado con este verdadero rey, si le hemos adorado o si le adoramos como debemos, si estamos dispuestos a ser parte de su reino y de cumplir sus propósitos en nuestras vidas.