El gran Yo Soy de nuestras vidas
Juan 6:15:21
INTRODUCCIÓN
Alguna vez han escuchado la frase por la televisión “Soy totalmente Palacio”, ¡qué pena! que algunas personas consideren que para tener una identidad deben estar a la moda, vestir ropa de ciertas marcas, comer ciertos lugares. En una cena importante de festejo a un gobernador, llegó el momento de las presentaciones de los invitados, en cada mesa se levantaba cada uno a decir su nombre y su profesión o carrera: “Soy FM, Cardiólogo”, “mi nombre es TL, Doctor en Filosofía”, etc. pero el última mesa, se para a lo lejos un hombre diciendo: “LC, soy siervo de Jesucristo”. ¿Sabes cuál es tu verdadera identidad? Muchas personas han invertido demasiado en forjarse una identidad, han asistido a grupos de autoayuda, a terapias, han realizado diversos estudios académicos, han logrado tener muchos títulos y bienes; pero la gran mayoría de ellos se siente vacía y sin un propósito en su vida. En ocasiones la gente adquiere diversas identidades, una en el trabajo, otra en la casa, otra en la iglesia. El único que nos puede proporcionar la verdadera identidad, así como la vida y la confianza, es nuestro Salvador Jesucristo; el mejor camino para tenerla, es conocerle tal como es y desechar las falsas imágenes sobre su persona.
Cuando Jesús realizó el milagro de la alimentación de los cinco mil, la gente no entendía que él era el Hijo de Dios, más bien querían apoderarse de él para hacerle rey, un guerrero que los pudiera dirigir en su revolución contra el Impero Romano. Por eso Jesús mandó a los discípulos que salieran del lugar, y despidió a la multitud inmediatamente, porque ellos estaban equivocados acerca de su identidad. Seguramente, tampoco los discípulos entendían correctamente la identidad de Jesús, por eso cuando Jesús se acercó a ellos caminando sobre el mar, tuvieron miedo, no reconocían la imagen del Señor; seguramente fueron influidos por el delirio de la multitud y probablemente hubieran apoyado el intento de hacer de Jesús su líder revolucionario, por eso Jacobo y Juan piden estar uno a la derecha y otro a la izquierda del Señor cuando establezca su reino.
1. El Gran Yo Soy nos Proporciona Identidad.
Cuando Jesús se presenta ante sus discípulos, le recibieron con temor; él les dijo: “Yo Soy, no temáis”, Jesús se identificó como el YO SOY, no dijo: “Soy Jesús de Nazareth”, “Soy el hijo de José”; él sólo dijo su nombre divino: “YO SOY”. Cuando Moisés recibió el llamado de liberar a su pueblo de la esclavitud de Egipto en el monte Horeb, le pidió a Dios que le revelara su nombre: “respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros” (Ex. 3:14). El nombre de Dios en el A. T. es esencialmente una afirmación de su existencia absoluta. Éste es el más solemne y sublime de todos los nombres divinos. Por eso existen diversas expresiones que se utilizan para distinguirlo: “el nombre,” “el nombre grande y terrible,” “el nombre indecible,” “el nombre inefable,” “el nombre peculiar,” “el nombre del incomunicado,” “el nombre santo,” “el nombre distinguido.” “SOY EL QUE SOY” contiene cada tiempo del verbo ” ser.” Podemos traducirlo: “Yo era, yo soy, yo he sido siempre.” Él es el eterno “YO SOY” (Tetragramaton YHWH o JHVH, Traducido como Yahweh). Él es igual ayer, hoy y por siempre. Él es auto-existente, al lado del cual no hay ninguno . Él no tiene principio ni fin, El es eterno, el absoluto YO. Él es el ser divino moviéndose. La absoluta independencia, en armonía con Él mismo, manteniéndose constante, moviéndose con libertad ilimitada. Él es el Dios del rescate, de libertad, de salvación.
Entonces Jesús encarnado asume el nombre “YO SOY”. Al identificarse ante sus discípulos, Jesús asumía la identidad, las cualidades y la autoridad del Dios de Israel. Jesús asumió al nombre de Yahweh. Jesucristo es el Gran Yo Soy. Jesús asumía la palabra más santa para la deidad absoluta en la fe de Israel. Él es una persona de la trinidad. En otra ocasión Jesús dijo, “Yo y el Padre uno somos.” La reacción a esto fue: “los judíos tomaron piedras… para matarlo” (Juan 10:30-31). Jesús utiliza la fórmula “Yo Soy” para comunicar las cualidades esenciales de Dios. En cada expresión Jesús colocaba el “Yo Soy” en una posición enfática.
Lo máximo de todos los nombres para el Señor Jesucristo es el “GRAN YO SOY.” Esta es la razón por la cual el apóstol Pablo escribió: “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para Gloria de Dios Padre” (Filipenses 2:9-11). Jesús es el Señor. El nombre en la Biblia, describe la verdadera identidad de la persona y su misión en la vida. El nombre que está sobre todos los nombres es “Señor”, y este es equivalente a Yahweh. Esto es exactamente equivalente a las palabras: “YO SOY.” El nombre que está sobre los nombres terrenales y celestiales es Yahweh, el GRAN “YO SOY EL QUE SOY.”
El Apóstol Pablo alguna ocasión dijo en Fil. 3:4-7 4aunque yo tengo también de qué confiar en la carne. Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más: 5circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la Ley, fariseo; 6en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que se basa en la Ley, irreprochable. 7Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo 8Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por amor a él lo he perdido todo y lo tengo por basura, para ganar a Cristo. Él había formado durante muchos años una identidad bastante sustentada en títulos religiosos, teológicos y filosóficos, lo que lo movía a realizar muchas cosas, entre ellas, perseguir a la iglesia; sin embargo, todo eso lo consideró como basura; porque sin Cristo, nuestra identidad no significa nada sino está transformada y si no hemos adquirido la de Cristo.
Puedes poseer muchos títulos, postgrados, puedes representar las mejores firmas del mundo, puedes tener el cargo más codiciado por los empresarios, pero si no tienes a Cristo en tu corazón, todo eso no tiene validez. Hasta hoy, no conozco a una persona que al borde de la muerte esté pensando en todos los títulos que obtuvo o todos los reconocimientos, sólo está postrado deseando que en sus últimos momentos esté su familia acompañándolo; y los que son creyentes en Cristo, están esperando ser recibidos por su Creador para tener un lugar en las moradas celestiales que Cristo preparó para nosotros los que somos sus hijos. Por esta razón menciona en Juan 1:12 Mas a todos los que lo recibieron, a quienes creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. Ésta es la identidad que hemos adquirido por parte de Jesús, El Gran Yo Soy; es una identidad que tendremos por la eternidad, que no es temporal, la que desde hoy hemos adquirido y tendremos para siempre, una identidad que sobre pasa todo tipo de identidades humanas por muy reconocidas que sean, a ésta debemos aspirar.
2. El Gran Yo Soy nos Proporciona Vida.
Jesucristo se identifica como el Gran Yo Soy del A. T. y del N. T. Además de proporcionarnos una identidad, y también, nos proporciona vida en plenitud y eterna, porque Jesús es eterno y es fuente de vida. Jesús alimentó 5,000 personas y declaró: “Yo Soy el Pan de Vida (Juan 6:35). Él sólo es capaz de satisfacer el hambre espiritual grande en tu vida ¿Has venido tú a él y has comido de su pan y tomado de su copa? No existe otra manera para tener vida. ¿Vienes tú a la casa de Dios cada domingo a comer del pan de vida? Te morirás de hambre si tu no comes en su mesa cada día. Jesús dijo Yo Soy la única puerta hacia la presencia de Dios. El dijo, “Yo Soy la puerta” (Juan 10;7,9). Las demás puertas te guiaran hacia lo malo y a la destrucción eterna, pero Jesús es la entrada hacia la vida eterna. Jesús venció la muerte. El no solamente dijo, “Yo Soy la resurrección y la vida” (Juan 11:25-26), él resucitó de los muertos para aprobarlo, de hecho, esta es la gran evidencia que Jesucristo es el gran YO SOY LO QUE SOY. Él murió, fue sepultado, y a los tres días resucitó. Jesús dijo, “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Juan 14:6). Solamente Dios puede afirmar esto. Mas allá, él sustenta nuestra vida espiritual porque él es la vid verdadera, el único camino, y el dador de vida. Jesús dijo: “ Yo soy la vid verdadera” (Juan 15:1,5).
El Gran Yo Soy garantiza nuestra eternidad, no fuimos creados para vivir sólo 80 años o los que Dios indique, sino por la eternidad, y por eso, en este mundo tenemos que aceptar a Jesús como Señor y Salvador de nuestras vidas. Él usó estas palabras para referirse a su deidad, en Juan 8:24. “Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que YO SOY, en vuestros pecados moriréis.” Él estaba diciendo que no puedes ser salvo hasta haber reconocido y creído que Jesucristo es Dios. Sólo tienes esta vida para aceptar al Gran Yo Soy. Él promete darnos vida y darla en abundancia (Juan 10:10). La vida abundante es un una vida plena, completa y de calidad en Dios. Con el Gran Yo Soy, tienes la oportunidad de aprender a vivir la vida en plenitud, aún en medio de la muerte, en medio de los problemas, de las dificultades o de las pérdidas o enfermedades; porque ahora tienes una razón para vivir; como dijo Pablo: “Para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia” (Fil. 1:21). Y también, en otra parte afirma: “Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven” (Rom. 14:7-9).
3. El Gran Yo Soy nos Proporciona Seguridad.
Cuando a mi esposa le realizaron una intervención quirúrgica, nuestro primer hijo tenía 1 año y 3 meses, estuvo dos noches ausente; el primer día, lo dejamos con la abuelita durante el día, ya muy noche tuve que ir por él porque no dejaba de llorar, no podía dormir; cuando me vio, dejó de llorar y esa primera noche que la pasamos solos pudo dormir con mucha paz y tranquilidad; eso significa el bebé sentía seguridad ante la presencia de su padre. Somos los padres los que damos seguridad a los niños. Hoy en día hay muchas personas que no pueden hablar en público, que no se desenvuelven en una entrevista de trabajo, que le cuesta tomar decisiones, le cuesta socializar con los demás; y saben porqué, por la razón de que son personas inseguras.
Saben, los hijos de Dios podemos sentir seguridad en él, porque sabemos que él está presente en nuestras vidas, él nos transforma, nos proporciona una nueva identidad confiada en su nombre. Existe una promesa en su Palabra: “En ti confiarán los que conocen tu nombre, por cuanto tú, oh Jehová, no desamparaste a los que te buscaron” (Salmo 9:10). El Señor es el que nos proporciona seguridad, por su nombre podemos estar confiados, porque el nombre no sólo indica la identidad divina, sino la acción a favor de nosotros. Por esta razón, Jesús asume el nombre de su Padre porque va acompañado de promesas a favor de nosotros, promesas que nos otorgan seguridad para nuestras vidas. El Evangelio de Juan nos describe siete promesas del nombre divino de Jesús para otorgarnos seguridad en él:
Y Jesús les dijo: YO SOY el pan de vida: el que á mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás. (Juan 6:35)
Y les habló Jesús otra vez, diciendo: YO SOY la luz del mundo: el que me sigue, no andará en tinieblas, mas tendrá la luz de la vida.
YO SOY la puerta: el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. (Juan 10:9).
YO SOY el buen pastor: el buen pastor su vida da por las ovejas (Juan 10:11).
Dijo Jesús: YO SOY la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? (Juan 11:25-26).
Jesús le dice: YO SOY el camino, y la verdad, y la vida: nadie viene al Padre, sino por mí. (Juan 14:6).
YO SOY la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. (Juan 15:1).
CONCLUSIÓN
Hoy sólo quiero desafiarte a tres cosas importantes. La primera, es que si alguno de ustedes no tiene a Cristo en tu corazón, debes aceptarlo para que tengas una identidad que proviene de él, la de ser llamado hijo de Dios, la identidad de ser cristiano, una identidad eterna, no una que dure 30, 50 ó 70 años, sino, una que tendrás para siempre, a ésta debes de aspirar. Asistir a la iglesia no garantiza que seas realmente cristiano, sólo el tener la identidad del Gran Yo Soy, te garantiza la identidad de cristiano. La segunda cosa, es que si ya tienes la identidad de Cristo, aprendas a vivir tu vida con calidad, con plenitud, en forma completa; que a pesar de los muchos problemas que te agobian, debes estar consciente que todo lo usa el Señor para formar tu carácter, para tu crecimiento, de tal forma que cada día reflejes vida plena. Dios es un Dios de vivos, no de muertos; y su plenitud la trasmite en tu vida gracias a que el Gran Yo Soy nos proporciona vida eterna.
Finalmente, te invito a que mantengas un alto nivel de confianza en el único que su Nombre está por encima de todo nombre, el único que nos proporciona seguridad. Cuando dejes de confiar en tu propia sabiduría, en tus fuerzas o en tus bienes, y empieces a confiar plenamente en Jesús el Gran Yo Soy, entonces caminarás seguro por la vida, porque la paz y la seguridad que proporciona el Señor, es algo que sobre pasa todo entendimiento. JESÚS ES EL GRAN YO SOY PARA NUESTRAS VIDAS. AMÉN.