El enojo

El enojo


Introducción


Origen: El orgullo, el odio (rencor), la impiedad, desencadena ira, rencor, sufrimiento.

El enojo demuestra que hay falta de misericordia y comprensión hacia nuestro prójimo y aun indica la existencia de orgullo, soberbia y falta de agradecimiento hacia Dios. El enojo es falta de compasión y piedad y adicionalmente a esto, muestra falta de madurez tanto emocional como espiritual.

La cólera o la ira se producen debido a cualquier oposición que encontremos en lo que deseamos hacer. Formulamos un plan, determinamos cómo llevarlo a cabo y confiamos en que todo se desarrollará como lo hemos planeado. Pero de pronto se produce la oposición. Nuestros intereses chocan con los de otras personas, despertando su oposición y su interferencia en nuestros planes. Y explotamos y podemos cometer equivocaciones muy difíciles de rectificar.

Ejemplo bíblico: El enojo de Jonás Jonás 4

3 Tipos de enojos:

1. Por falta de amor a Dios y compasión por nuestro prójimo

Mateo 26:7 Vino a él una mujer, con un vaso de alabastro de perfume de gran precio, y lo derramó sobre la cabeza de él, estando sentado a la mesa. Al ver esto, los discípulos se enojaron, diciendo: ¿Para qué este desperdicio?
Porque esto podía haberse vendido a gran precio, y haberse dado a los pobres.

2. Por celos y envidias:

Lucas 15:27 Él le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano. Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase. Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis
amigos.

3. Por orgullo:

2 Reyes 5:10 Entonces Eliseo le envió un mensajero, diciendo: Ve y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio. Y Naamán se fue enojado, diciendo: He aquí yo decía para mí: Saldrá él luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano y tocará el lugar, y sanará la lepra. Abana y Farfar, ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? Si me lavare en ellos, ¿no seré también limpio? Y se volvió, y se fue enojado.

I. ¿Puedo yo como cristiano enojarme?

“Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego” (Mateo 5.22).

Efesios 4.26-27 “Airaos pero no pequéis… no se ponga el sol mientras todavía estáis enojados, ni deis lugar al diablo”.


La Biblia nos advierte sobre las duras consecuencias de expresar la ira:

Santiago. 1.19 y 20. “Esto sabéis, mis amados hermanos. Pero que cada uno sea pronto para oír, lento para hablar y lento para la ira; pues la ira del hombre no obra la justicia de Dios.”


II. Expresar la ira trae más ira, solidifica una actitud de enojo y establece un hábito hostil.

Nuestra relación con Dios determina nuestra relación con nuestra pareja y con nuestro prójimo. El no tener las cuentas claras con nuestros semejantes nos puede impedir el que Dios acepte nuestra ofrenda. (Adoración, Oración, Alabanza, Cántico, Predicación, Enseñanza, Profecía, Ministerio, Etc.)

El enojo puede hacernos perder las bendiciones espirituales que Dios tiene para los que le buscan. Ej.: Naamán y El hermano del hijo prodigo.

El cristianismo es tolerancia y perdón. Por lo tanto, quien se diga cristiano y sin embargo se deje arrebatar constantemente por la ira, demuestra que el cristianismo no ha llegado aún a su corazón.

La Biblia nos habla acerca de ser como un niño para poder entrar al reino de los cielos. El enojo es contrario a la paz. Y a paz nos llamo el Señor con todos los hombres.

“Ni deis lugar al diablo”: El no dar lugar al diablo significa el no permitir que nuestro enojo sea tan grande que demos lugar al diablo en nuestra vida y “que nos use” para hacer daño a nosotros mismos o aquellos que nos rodean.

Proverbios 14:17 “El que fácilmente se enoja hará locuras; Y el hombre perverso será aborrecido.”

III. El diablo hace confundir los sentimientos

A pesar de existe un número casi ilimitado de situaciones que pueden hacernos enojar, la mayoría se pueden clasificar en tres áreas: heridas, frustración y temor.

Las heridas nos hacen sentirnos vulnerables, y para la mayoría de las personas el enojo es un mecanismo de defensa automático. Enojarnos con nuestro cónyuge crea un muro entre nosotros, nos protege de sentirnos más heridos.

El temor a menudo es asociado con vulnerabilidad y debilidad. Algunas personas, especialmente los hombres, se sienten más cómodos en expresar enojo en lugar de temor, y podrían reaccionar con enojo ante situaciones en las que se sienten ansiosos o temerosos.

IV. El enojo de Dios es Justo

El único que tiene razón justa para enojarse es Dios. Porque su enojo es un enojo justo, pero el enojo del hombre es mayormente dañino. Dios vive enojado con el pecador (porque no le busca), y con el desobediente. Dios estuvo enojado con el pueblo de Israel a causa de su deslealtad y su desobediencia pero aun así, Dios es lento para el Enojo y grande en misericordia.

Salmos 103:8 “Misericordioso y clemente es Jehová; Lento para la ira, y grande en misericordia. No contenderá para siempre, Ni para siempre guardará el enojo. No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades, Ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados.”

V. Cómo expresar el enojo de forma amorosa

1. Examinar nuestros sentimientos para saber si estamos sintiendo dolor, disgusto o ira. En caso de ser ira debemos estar conscientes de nuestro enojo, cuando nos enojamos, el poder de ese sentimiento puede obstruir nuestra habilidad para pensar claramente. Recordemos cuando fue la última vez que nos enojamos.¿Qué tan claro pensaba? ¿Qué tan a menudo estamos conscientes de nuestro enojo?

2. No actuar hasta después de haber examinado bien la situación, y antes de actuar, estar seguro de que se puede ejercer el autocontrol, como nos instruye el libro de los Proverbios 29:11 “El necio desfoga toda su pasión, el sensato acaba por aplacarla.” Si no estamos seguros debemos respirar profundamente, y tomar un momento para pensar sobre lo que pasa. El desahogo físico es bueno para esto. Si la ira nos tiene acalorado, debemos salir a correr, pasar un par de horas en una actividad sana.

La ira es natural, y hay cosas que nos debieran enojar. Es una reacción instintiva que nos hace saber que algo anda mal y que es necesario repararla.

3. Preguntarnos si nuestra ira está justificada, ya que a veces nuestra percepción podría ser errónea o quizás nos hemos ofendido por cualquier cosa debido a la ira vieja que hemos acumulado; o a que nos sentimos de algún modo inferiores y por eso reaccionamos con ira.

Aceptemos las responsabilidades, alguien ha dicho que uno de los mayores efectos del pecado original se puede percibir por medio de nuestra tendencia a culpar a los demás por nuestros problemas. Cuando Dios confrontó a Eva en el jardín y le preguntó que había ocurrido, ella culpó a la serpiente. Cuando Dios confrontó a Adán, Adán primero culpó a Eva y luego culpó a Dios.

4. Orar para que Dios nos ayude a ver claro y a saber lidiar con nuestros sentimientos de una manera justa y constructiva.

5. Confrontar a la persona que provocó nuestra ira en privado y decirle “la verdad con amor” y no con hostilidad ni atacándole. En Mateo 18:15 nos proporciona una buena guía: “Si tu hermano te ofende, ve y hazlo saber, a
solas entre los dos” Se confronta informando, compartiendo nuestros sentimientos y corrigiendo a la persona con amor. Actúa cuando ya te hayas calmado.

Otras veces la situación no se puede resolver con hablar tú no puedes obligar a una persona a que piense o sienta como tú quieres que lo haga. Pero si explicas tus sentimientos claramente y con confianza, la ventaja regresará a tus manos. Y si la otra persona no te quiere hacer caso, bueno, pues ése es su derecho.

6. El último paso después de haber lidiado con nuestra ira es posiblemente el más importante: perdonar y olvidar. Esto no quiere decir que eximimos a la persona de toda culpabilidad ni le impedimos sufrir las consecuencias legales o naturales por sus acciones.

VI. Cómo ser un modelo

Con frecuencia los adultos no piensan conscientemente en su propio manejo del enojo hasta que observan la respuesta de sus hijos al enojo. Muchas veces los hijos reflejan como en un espejo lo que han aprendido de sus padres.

De hecho, ese padre o madre está esperando del niño un nivel de madurez que él mismo no ha alcanzado. Como me dijo una vez un joven: Mis padres me gritan todo el tiempo diciéndome que no les grite a ellos.

A medida que los padres vayan aprendiendo a escuchar mejor, sus hijos irán sintiendo que son más comprendidos. Si escucha y hace preguntas tranquilamente, con el tiempo su hijo o su hija aprenderá a procesar su enojo en un tono de diálogo y conversación, y las competencias de gritos serán cosa del pasado. Debe concéntrese en la razón por la cual su hijo está
enojado, no en la manera como lo está expresando. Tal vez no esté de acuerdo con su percepción de las cosas, pero el propósito aquí es escuchar todo lo que tiene que decir.

No acumular ofensas, alegando que son pequeñas y que en realidad no nos molestan; para después experimentar una explosión. Nosotros archivamos cada irritación en los libros de nuestra memoria. Una vez que coleccionamos suficientes cupones, le sacamos provecho al archivo.

Por ejemplo, que los niños estén afuera jugando a la pelota en vez de estar haciendo sus deberes. “Me callaré”, nos decimos. “La Biblia dice que es gloria del hombre pasar por alto una ofensa”. Pero cuando uno de ellos derrama su leche en la cena, sacamos a relucir los cupones que habíamos archivado. La familia se asombra de nuestra explosión. “Es sólo un vaso de leche”…

Conclusión

«Atacar a otra persona es como lanzar cactus con las manos sin ninguna protección; la otra persona saldrá herida, pero usted también».

Pidamos la ayuda de Dios para que podamos controlar nuestras emociones y seguir el consejo del salmista que nos dice: ?Deja la ira y desecha el enojo; no te excites en manera alguna a hacer lo malo? (Salmos 37:8). Y el sabio Salomón agrega: La blanda respuesta quita la ira: mas la palabra áspera hace subir el furor (Proverbios 15:1).

Busquemos la ayuda del Todopoderoso y sigamos su divino ejemplo fue colocado en situaciones muy difíciles jamás se encolerizó ni perdió el control sobre sí mismo. Él es nuestro ejemplo. Sigámoslo. Vivamos como él vivió y venceremos como él venció.

A medida que oramos acerca de nuestra ira, Dios nos ayudará a encontrar formas constructivas y creativas para manejarla.

Debemos de crecer en el Señor y tomar ejemplo de nuestro Padre celestial. Tal como es Dios es así también debemos ser nosotros, “lentos para la ira y grande en misericordia.”