El carácter del hombre moderno

El carácter del hombre moderno


Un hombre tenía dos hijos; 12 y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes. No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle. Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba. Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse. Lucas 15:11-24


El carácter del “hombre moderno” le está llevando a construir una sociedad cada vez más personalista y vacía. Crímenes, injusticias, vicios, violencia y un sin fin de males, son los que cada día debe enfrentar como consecuencia de su carácter. Sin embargo, esta condición de vida no es la que Dios desea para el hombre. Él quiere que el hombre viva en una sociedad justa, doliente, generosa y llena de gozo.


Conozcamos tres aspectos acerca del carácter del hombre moderno a la luz del hijo pródigo.


I. EL CARÁCTER QUE EL HOMBRE MODERNO POSEE


A.


1. Es un carácter emancipador. El hombre trata cada día alejarse más de Dios; junto a él se siente como esclavo. El yugo que Dios coloca sobre él le parece demasiado pesado para llevarlo.


2. Es un carácter licencioso. Más que el yugo pesado, es el deseo del hombre de hacer su propia voluntad, lo que le está llevando a alejarse de Dios. Su carácter pecaminoso le impulsa a satisfacer sus deseos, entregándose a una vida licenciosa.


3. Es un carácter decadente. Su forma de vida manifiesta que sus valores éticos, morales y espirituales van en franca retirada.


B. Ilustración: Acallando la conciencia un agricultor tenía un hermoso perro. Un visitante que recorría aquellas tierras, al ver al perro, dijo al agricultor: “Es un lindo perro. ¿Lo vende?” El agricultor respondió: “Se lo regalo.” El visitante, extrañado por la oferta, pregunto: “¿Por qué lo regala? El perro bien vale lo que pesa.” El agricultor, mirando al visitante, respondió: “Este perro, tiene un problema, no ladra.” “¡No ladra! Exclamó el visitante.” “Así es, no ladra,” dijo el agricultor. “Lo que sucede es que este perro pertenecía a una señora muy nerviosa, la cual no podía soportar los ladridos del perro. Cada vez que ladraba, ella con su bastón le daba en la cabeza. Al final, como usted puede ver, el perro quedo mudo.”


C. El hombre moderno no puede soportar los gritos de su conciencia. Busca acallarla de diversas maneras. Alejándose lo más posible de Dios, entregándose a los placeres de está vida, buscando “alternativas espirituales” en el ocultismo, etc.


D. Cada uno de nosotros, no puede huir eternamente de la presencia de Dios. Al contrario, debemos buscar acercarnos a Dios para tener comunión con él. Junto a Dios, nada nos hará falta. Él nos provee y cubre con su protección divina.


II. EL CARÁCTER QUE EL HOMBRE MODERNO NECESITA


A.


1. Un carácter humilde para reconocer su condición. Una de las cadenas más fuerte que ata al hombre a su pecado, es la profunda negación a reconocer su condición de vida insatisfecha. Muestra ser feliz, pero en su fuero interno no lo es.


2. Un carácter penitente para reconocer su pecado. No basta con conocer la condición de vida, sino que es necesario aceptar que ella es producto de la condición y conducta pecaminosa.


3. Un carácter valeroso para ser capaz de acerca a Dios en arrepentimiento. El reconocer el pecado y mala conducta no es muestra de arrepentimiento. Es necesario acercarse a Dios y confesar delante de él que hemos pecado.


B. Ilustración: Formando el carácter una industria pesquera comenzó a sufrir una merma en la demanda de sus productos. El pescado llegaba en condiciones deficientes a los mercados. Buscando la solución al problema decidieron enviarlos vivos en tanques de agua. La estrategia no tuvo el resultado esperado. La carne de los peces se tornaba inconsistente. Analizado el problema, decidieron colocar en el tanque los enemigos naturales de dichos peces. Los peces debieron mantenerse en constante movimiento para evitar que sus cazadores le dieran alcance. El producto que llegó a los mercados fue de optima calidad. El costo en su preparación fue mayor, pero la demanda por ellos aumento considerablemente.


C. El hombre necesita de un carácter humilde, penitente y valeroso. Para conseguirlo Dios permite que el hombre se vea acechado por sus enemigos. El hijo pródigo debió enfrentarse a su más grande enemigo, su carácter, y sufrir las consecuencias que este le provocaba.


D. Cada uno de nosotros debe enfrentarse a su propio carácter y permitir que Dios, por medio de las circunstancias, transforme nuestro carácter. Ello no es una elección, es una necesidad.


III. EL CARÁCTER QUE DIOS DESEA PARA EL HOMBRE MODERNO


A.


1. Un carácter justo. Dios desea que el hombre se revista de su santidad. Para ello le ha provisto de un nuevo ropaje y le ha colocado en una posición de privilegio. Dios busca la restauración plena del pecador y no su condenación.


2. Un carácter misericordioso. Dios desea que el hombre sienta suya la necesidad de sus semejantes. El pecado y la condición del hombre deben estremecernos y motivarnos para darle a conocer la justicia de Cristo.


3. Un carácter generoso. Dios desea que los hombres compartan sus bienes con los desposeídos. Así como él provee para las necesidades de sus hijos, desea que sus hijos compartan con sus hermanos lo que Dios ha provisto.


4. Un carácter gozoso. Dios desea que el hombre sienta el gozo que él siente por la restauración del pecador. La vida pintada de tristeza por el pecado, ha quedado atrás. Ahora, la nueva vida en Cristo nos ha llenado de alegría, y esa alegría debe ser manifestada como testimonio de nuestra restauración.


B. Ilustración: La Imagen de Cristo en la catedral de Turín, se conserva la famosa sábana de Turín. En ella aparece una silueta del cuerpo humano y se dice que sirvió para cubrir el cuerpo de Jesús en su sepultura. Para muchos, correspondería a la imagen de Cristo la que aparece allí; para otros es un fraude medieval. Otros, aseguran que es un milagro demoníaco. No sabemos cuál es la verdad. Pero sí podemos estar seguros, que la intención de Dios no era dejar la imagen de su Hijo en una tela. Su deseo es que la imagen de su Hijo, quede impresa en nuestras vidas, al punto de llegar a ser semejantes a Él.


C. Dios desea que cada hombre, posea el carácter de su Hijo. Su anhelo es que lleguemos a la medida de un hombre perfecto, a la medida de Cristo.


D. Es necesario que cada uno de nosotros se deje moldear a la voluntad de Dios, para que el forje en nosotros el carácter que el desea imprimir en nosotros, el carácter de su Hijo Jesucristo.


El carácter del hombre moderno necesita ser transformado según el modelo del carácter de Dios. Mudado el carácter, su condición de vida cambiará. Así como el hijo pródigo reconoció que su condición era la consecuencia de su conducta y se levantó, acercó y entrego en los brazos de su padre, así cada hombre debe reconocer su condición, levantarse, arrepentirse, acercarse a Dios y entregarse en sus brazos. Dios sabrá recompensar a cada uno, según su justicia, misericordia y generosidad. Junto a Él gozaremos eternamente de su comunión, al igual que el hijo pródigo.