De la frustración a la plenitud
“Boga mar adentro y echad vuestras redes para pescar. Respondiendo Simón le dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando y nada hemos pescado; mas en tu palabra echaré la red” (Lucas 5: 4-5)
Por brillante que parezca el éxito o por notorios que luzcan los logros, siempre serán transitorios y de carácter vano, sino están respaldados por la bendiciones de Dios, porque de acuerdo a la declaración divina la bendición de Jehová es la que enriquece, satisface y permanece.
En el relato de la pesca milagrosa Jesús no pretende hacer alarde de su poder sobrenatural sobre los elementos, ni tampoco satisfacer las demandas de ciertas personas egoístas, sino crear las condiciones para suscitar fe en las almas sedientas y hambrientas, y revelar el poder de Dios sobre las circunstancias adversas o de escasez. Jesús es un pregonero de esperanza y ánimo para la humanidad, donde quiera que él incursiona algo grande y significativo ocurre, las personas necesitadas son favorecidas, los corazones atribulados son confortados, y los seres desesperanzados son llenos de esperanza. Su palabra trae respuestas a nuestras necesidades y satisface los anhelos mas profundos del alma. Dice Lucas en su relato que el gentío se agolpaba sobre él para oír la palabra de Dios. Precisamente en esa declaración está la clave para encontrar soluciones practicas y mejorar en todo sentido la calidad de nuestra vida.
Cuando hay disponibilidad para escuchar la Palabra de Dios habrán muchas bendiciones, tanto en el hogar como en la iglesia, y aún a nivel comunitario se ha comprobado que Dios honra a los pueblos y naciones que tienen en alta estima su santa Palabra. El mismo dijo que eran bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque de ellos es el reino de los cielos. Hambre y sed de la palabra divina, como dijo el salmista: “Más dulce que la miel que destila del panal y más valiosa que el mucho oro afinado”. Refiriéndose a su Palabra y a su doctrina Jesús aseveró que el bebiere del agua que él daba, no tendría sed jamás, y que esa agua sería como una fuente de agua viva que salta para vida eterna. (Jn. 4.14)
Otro aspecto que resalta a simple vista es el hecho de que cuando Jesús pidió una de las barcas a los pescadores, estos accedieron inmediatamente para que Jesús la usara para sus propósitos. Cuando ponemos nuestro tiempo, talentos, dones y capacidades al servicio de Dios la situación se torna favorable, los milagros ocurren, el nivel de vida se mejora notablemente, porque dando es como recibimos y sirviendo al Señor es como somos más bendecidos. Si todo lo que somos y lo que tenemos lo pusiéramos en las manos de Dios, descubriríamos que la magia del interés compuesto se queda corta en relación a las múltiples bendiciones que se derivan de dar a Dios para bendecir a otros.
La obediencia inmediata en actitud de fe es el otro factor que genera las bendiciones. A Dios le agrada más la obediencia que los sacrificios vanos. La obediencia a Dios nos preserva de caer en las manos del maligno, nos orienta en la dirección correcta en cuanto a organizar nuestra vida y proporciona paz, por el mismo hecho de sabernos dentro de la voluntad divina. Abraham fue altamente bendecido precisamente por haber obedecido incondicionalmente a la voz de Dios. Pedro también honró a Jesús creyendo a su palabra, él sabía mucho más de pesca que Jesús, además habían intentado obtener resultados durante toda la noche, pero había sido en vano.
Cuando obedecemos la bendita palabra de Dios los resultados serán evidentes, porque Dios mismo ha dicho que él honra a los que le honran, y que bendice hasta mil generaciones de los que guardan sus preceptor divinos. En cualquier familia cristiana en donde el nombre de Dios es reverenciado y su palabra obedecida, allí hay salvación y v! ida, allí hay un hogar del cual Dios no se puede desatender, precisamente porque él es fiel y está comprometido con aquellos que le aman, le sirven y le obedecen. Probablemente en la cultura y sociedad en que vivimos el sometimiento quizás sea una de las cosas más difíciles de aceptar, a nadie le gusta vivir subordinado a otros, la búsqueda de independencia nos lleva a la soberbia y a una libertad mal interpretada; sin embargo la palabra de Dios nos dice que nos sometamos los unos a los otros en reverencia a Dios, cónyuges, hijos y hermanos tenemos que aprender de que aún Jesucristo se sometió y se humilló hasta lo sumo, para cumplir con el plan perfecto de Dios y enseñarnos que el que se humilla es el que será enaltecido, y que hay más grandeza en servir que en ser servido.
Pedro vio más allá del milagro que vieron los demás, porque inmediatamente fue sobrecogido por un temor reverente y postrándose ante el señor reconoció su condición pecaminosa. Todo es un proceso en el cual una cosa conduce a la otra, porque cuando Jesús lo desafía a ser su discípulo, a ser pescador de almas, él responde inmediatamente con absoluta resolución. Vio más allá de las ganancias temporales, vio la oportunidad de ir en pos de Aquel que no solamente redimiría su vida, sino que la llenaría de propósito y significado, su nombre pasaría a la posteridad y de allí a la eternidad. Es lamentable que muchos que han oído el mensaje transformador de Jesucristo aún continúan remendando sus redes rotas, remando sin dirección, intentando sin resultados; es lamentable que habiendo oído la orden de marcha del Señor, el llamado esencial de Dios en su palabra, aún se viva para enterrar a los muertos.
Jesucristo nos llama a anunciar el reino de Dios, a proclamar las buenas nuevas de salvación, a declarar libertad a los cautivos, dar vista a los ciegos, a tener autoridad sobre los espíritus inmundos, a sanar enfermedades y dolencias. Nos convoca Dios a ser instrumentos de su gracia redentora, a ser de bendición en el momento y en la ubicación en la cual nos ha tocado vivir, a ser pertinentes y relevantes con el mensaje de vida que transforma y cambia la historia de hombres y mujeres. No se puede concluir una reflexión a partir de este pasaje, sin reparar en la intrépida respuesta de Pedro a la gracia de Dios, dice el evangelista que dejándolo todo le siguió. Sé que este es uno de los grandes inconvenientes, sino tropiezos, que se tienen en cuanto a seguir a Cristo. Por eso es que la misma Palabra dice que son muchos los llamados y pocos los escogidos, no porque Dios deseche a ciertas personas, sino porque no todos responden incondicionalmente.
Los intereses, los atractivos, los haberes, el prestigio, los amigos, el trabajo, y tantas otras cosas que nos impiden responder valientemente al llamado de Dios. Por eso Jesucristo dijo: “Cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo” (Lucas 14:33) Que distinta sería nuestra vida si pudiéramos responder al llamado esencial de Dios a lo grande, obedecerle sin evasivas, servirle con fervor, amarle con pasión, entregarnos a su gracia sin reservas, proclamarle con denuedo, vivir intensamente para agradarle, cederle lo que somos y tenemos, alabarle con ansias, adorarle con exquisita reverencia, convertirnos nosotros mismo en ofrendas vivas, santas y agradables a El.
Que distintas serían nuestras iglesias sin estuvieran integradas con discípulos y discípulas que con verdadero compromiso sirvieran y representaran dignamente al Señor. Jesucristo te está llamando a ser su discípulo, él quiere llenar tu vida de propósito y significado. Acepta el plan perfecto de Dios para tu vida, no te diluyas en un mundo que nada ofrece. Jesucristo vino para darte vida eterna en abundancia.