Baluartes de la verdad en una cultura de engaño

Baluartes de la verdad en una cultura de engaño


Antes bien renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios (2 Corintios 4:2)


No se puede entender a cabalidad lo que Jesucristo dijo cuando afirmó ser el camino, la verdad y la vida, sino hasta que se toma verdadera conciencia de que la humanidad siempre ha vivido inmersa en el engaño, engañando y siendo engañados. Vivimos quiérase o no en una cultura del engaño, porque nos engañan a diario, nos auto engañamos y porque no decirlo, también nosotros nos podemos volver hábiles en el arte del engaño. Ningún líder político, estadista, o caudillo podría mantenerse en turno sino observa con detenimiento las leyes de Nicolàs Maquiavelo, (1469-1257) quien de la manera más genial escribió para todo aquel que le pudiera servir los mejores consejos en cuanto al arte del engaño. Todos aquellos que aman el poder y que están en posiciones eminentes, tarde o temprano tienen que consultar e implementar técnicas de engaño para poder agradar, persuadir y seducir. Santiago Rusinyal dicen que dijo, “de todas las formas de engañar a los demás, la pose de seriedad es la que hace más estragos”


El engaño no siempre se aprende en las escuelas, fabricas u oficinas. Muchas veces en el mismo hogar, a veces hasta en las mejores familias. El padre de la fe, Abraham recurriendo al engaño le dijo a su mujer saraì que dijera que era su hermana, para hallar el favor de faraón y salvar su vida, quien sabe que cosas pudieron ocurrir. (Génesis 12:10-14) Años más tarde Isaac el hijo de la promesa Isaac recurrió al mismo engaño en Gerar, diciendo que Rebeca era su hermana (Génesis 26:6-10) Las intenciones eran similares. Tiempo después Rebeca también engaño a su marido Isaac a fin de obtener la bendición para su hijo Jacob (Génesis 27:15-23) Jacob creció con esos conceptos, su mismo nombre se relaciona con la usurpación. Estando en el exilio y trabajando como pastor para Labàn, se enamoró de Raquel y trabajó para obtenerla 7 años, Labàn aceptó, pero al final lo engaño dándole a Lea. (Génesis 29:18-25). Jacob aceptó el engaño, pero se cobró más tarde, se quedó con las dos mujeres, y astutamente le propuso a su suegro el trato de las ovejas manchas, las negras y las salpicadas de color, y como sabemos fue el mejor negocio de su vida. Los hijos de Jacob estarían orgullosos de las habilidades de su padre, ellos también llegaron a convertirse en unos truhanes por la escuela que habían tenido. Genialmente engañaron a Siquem, quien se había enamorado de una hermana de ellos, entonces le dijeron que le podían dar a su hermana si él y todo el pueblo se circuncindaba de acuerdo a las costumbres de los hebreos. (Génesis 34:13-15). Dice la historia que cuando todos los hombres estaban lastimados debido a la circuncisión, lo cual debió haber sido no con finos bisturís, entonces los mataron a todos y se quedaron con todo. Esos mismos que después llegarían a ser los venerables patriarcas de las 12 tribus de Israel, incluso de donde nos llegaría el Mesías, engañaron a su propio padre, haciéndole creer que José su favorito hijo, había sido devorado por una mala bestia, cuando ellos mismo lo habían vendido como esclavo a unos mercaderes egipcios.


Estas historias a pesar de ser tan distantes y que hablan de ovejas y vacas, tiendas y desiertos, siguen entretejiéndose en nuestro moderno diario vivir. No son casos de novelas, sino secretos de familia, estilos de vida, normas de conducta, riquezas que ya nadie sabe cómo fueron adquiridas, medios de sobre vivencia, lavados de dinero, intereses cambiarios, cambalaches como dice el tango, solo que al presente la versión moderna ha sido altamente superada. Los socios se traicionan, los matrimonios se hacen trampas tarde o temprano, las compañías de seguros tienen que subir los precios debido al fraude, la bolsa de valores es la tendencia profética que determina. Las guerras santas de nuestra parte y satánica de los adversarios, incluso se les busca un nombre semi patriótico y religioso, puede ser justicia infinita o tormenta en el desierto, como los juegos de nintendo, a fin de que suene y justifique. Se nos ha enseñado que pertenecemos al imperio del bien y por eso vibran nuestros himnos, consignas y banderas en nombre de Dios. Muchos de nuestros insignes próceres y conquistadores alcanzaron esa prestigio porque subyugaron pueblos, mataron, robaron y violaron.


CNN, ABC, BBC y otros tantos medios noticiosos son los que nos mantienen informados del diario acontecer, pero a su vez estas potestades del aire modifican a voluntad nuestros criterios y opiniones. Nos dicen y no nos dicen, nos saturan, nos alienan. Muchos héroes nacionales de aquí y de allá, realmente han alcanzado ese status porque a sus patrocinadores y seguidores les convenía. Los historiadores no siempre han sido fieles a la verdad, los sucesos y las fotografías hoy mejor que nunca se pueden editar. El Pitecantropus erectus terminó siendo la quijada de un cerdo, el abominable hombre de las nieves nunca existió, los extraterrestres, algunos viajes fantásticos nunca se realizaron, la cifra del holocausto también se ha elevado a su máxima potencia, Santa Teresa de Ávila no era tan santa, hay quienes sostienen que Juana de Arco era varón, al indígena Diego no se le apareció nadie, pero sirvió para sustentar la causa de un pueblo oprimido. Esto sin hacer mención a los archivos secretos de estado, las arcas del vaticano, los trámites de la mafia, la bolsa de valores, los impuestos, los profetas del fin del mundo, o Eva, la supuesta bebé clonada por las raelianos.


En nuestros ámbitos, no de política, sino de espiritualidad, también hay mucha tela que cortar. Si alguien se quiere preparar para el ministerio, pero no quiere estudiar porque la letra mata, averigüe bien porque en Pennsacola, después de la bendición de Toronto, se ha instalado una escuela para ungidos a fin de enseñarles la técnica de las caídas. He dicho en varias ocasiones que algunos sectores de la cristiandad están recurriendo a la fascinación, al encanto de las luces, cámaras, sonidos, factores estéticos, súper ungidos que predican con acordes musicales de fondo, mensajes subliminales, sorprendentes milagros, revelaciones fantásticas, poderes exclusivos, etc. A esto se refiere Pedro cuando dice que por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. (2 Pedro 2:3) Las personas están ávidas de ser engañadas, escuchar y creer mentiras, ponen su confianza en cualquier persona, secta, sistema o producto. Apariciones que ni Roma, por precaución, quiere autenticar. Miami es una ciudad altamente privilegiada por la cantidad de clarividentes e iluminados, si alguien quiere fundar una secta debe venir por estas riberas, y aunque no encuentre la fuente la eterna juventud hallará clínicas equivalentes.


En todos los aspectos de la vida la cultura del engaño es predominante en las transacciones de cada día. Ahora bien el asunto no está en volvernos expertos en detectar el engaño de los demás, sino en descubrir hasta que punto el impacto de la gracia de Dios, en nosotros los que asistimos a la iglesia, ha modificado nuestra vida en relación a la integridad y honestidad. Cuando el salmista suplica: “Líbrame de los que me son ocultos, está pensando en su agenda personal que a veces ni él mismo está muy convencido de ella. El proverbista dice: El impío concibió maldad, se preño de iniquidad y dio a luz engaño. ¿Cansado de engañar y de seguir siendo engañado? Quizás usted ha estado viviendo del engaño, por supuesto que hay otros peores, porque usted ni es cínico ni depravado, pero si no es íntegro delante del Señor, entonces de alguna manera usted también está inmerso en esta cultura de engaño. Por lo tanto, para romper con esos engaños generacionales, y vivir en la libertad gloriosa de los hijos de Dios, usted debe sinceramente rendir su vida a Aquel que dijo: Yo soy el camino, la verdad, y la vida. Solamente Jesucristo nos puede libertar totalmente de esas ataduras y de ese demonio llamado el engaño, malicia, falsedad, hipocresía. Conocerán la verdad, dice el Señor Jesucristo, y la verdad os hará libres. Jesucristo vino para destruir las obras del Diablo, solamente él nos puede capacitar para que renunciemos a lo oculto y vergonzoso, para que no andemos haciendo uso de la astucia, ni adulterar la palabra de Dios, sino por la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios. (2 Corintios 4:2).