Alcanzando el ideal de Dios para la iglesia
Hechos 2:41-47
Introducción
Cuando una persona es empleada en una empresa, se le emplea con uno a varios propósitos. Lo que significa que hay un trabajo que realizar, una o varias metas que alcanzar, y un jefe a quien satisfacer. El empleado recibe instrucciones de cual debe ser el resultado de su trabajo y como ha de lograrlo. De esta manera se dan las condiciones para que realice un trabajo de excelencia.
Hablando de la iglesia, hay que mencionar que Dios fue quien la ideó, y como Creador, él ha establecido los lineamientos que se deben seguir y por supuesto, también los resultados. Lo que esté fuera de las disposiciones de Dios está mal. Nosotros somos sus siervos, como Pablo lo menciona para darle el mayor sentido de sujeción, somos esclavos de Cristo. Estamos a sus órdenes, por lo tanto debemos actuar conforme a su deseo pues es la única forma de lograr los frutos que le agradan. En otras palabras, la iglesia debe funcionar como Dios lo desea y no como los seres humanos creamos conveniente, a fin de cuentas la iglesia es del Señor y es ante él que debemos comparecer y a él a quien debemos agradar.
Jesucristo en el N.T. le enseñó a sus discípulos el ideal de iglesia que esperaba, y fue eso lo que ellos se esforzaron por hacer. En el libro de los Hechos encontramos la primera iglesia que fue fundada sobre la faz de la tierra, la iglesia de Jerusalén. En sus inicios los miembros de esta iglesia se esforzaron por alcanzar ese ideal de Dios y hoy en día nos brindan un gran ejemplo para ser imitado.
Veamos cuales son esos pasos para alcanzar el ideal de Dios para la iglesia:
I. Una práctica cabal del discipulado cristiano. V. 42
Este versículo 42 es un resumen de lo que es la vida del discípulo de Cristo. La práctica cabal del discipulado cristiano requiere firmeza en la doctrina, en el pasaje se hace alusión a la enseñanza de los apóstoles, la cual no es otra que las enseñanzas que Jesús les dio y que hoy en día están plasmadas en el libro Sagrado, la Biblia.
El discipulado cristiano está conformado también por la comunión, que no es otra cosa que una vida en conjunto, con la mayor cantidad de acuerdos posibles, donde los integrantes intentan llevarse bien los unos con los otros, se ayudan unos a otros para alcanzar las metas particulares y unen esfuerzos para lograr los propósitos comunes.
De igual manera se presenta el partimiento del pan. En otros textos del libro de hechos este asunto se refiere a tiempos de compañerismo en los cuales se compartía la comida, pero en este texto se refiere a la Cena del Señor. Esto tiene como implicación el recordar y valorar la muerte de Jesús y además cultivar la unidad.
Por último se menciona la oración, aspecto indispensable en la vida cristiana, pues es el medio por el cual mantenemos contacto con Dios. La práctica de la oración debe ser constante en diversas formas, se trata de la oración individual, pero también es de suma importancia la oración conjunta, toda la iglesia unida en oración.
II. La manifestación del poder de Dios. V. 43
El poder de Dios se manifestó de una manera sorprendente en la iglesia primitiva, sobre todo por medio de los apóstoles y algunos otros hombres llenos del Espíritu Santo, a través de sanidades, resurrección de muertos, liberación a los oprimidos por espíritus malignos, pero sobre todo el poder de Dios se manifestó en la salvación de multitudes de personas que escuchaban el mensaje de salvación.
Lo que Dios hizo a través de la iglesia primitiva es algo sin precedentes, en la historia de la iglesia no se ha visto nuevamente algo semejante. ¿Será que el poder de Dios ha menguado? O ¿Ya Dios no está interesado en darse a conocer?
Considero que no tiene que ver con cuestionar el poder de Dios, sino con la actitud de la iglesia hoy en día. Jesucristo dijo: De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre. (Juan 14:12) ¿Qué ha pasado con esa promesa? La Biblia también enseña que Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos (Hebreos 13:8).
Por estas razones mi conclusión es que la iglesia es quien ha menguado, no en número, sino en entendimiento, amor y devoción a la obra de Dios. Muchas veces somos nosotros mismos quienes obstaculizamos el camino para que Dios obre poderosamente como lo desea hacer. La iglesia es portadora del mensaje de Dios para la humanidad, dicho mensaje tiene el poder para transformar vidas, esto es verdad puesto que cada uno de nosotros ha experimentado esta transformación. Ahora viene esta pregunta: ¿Cuántas personas han sido transformadas por Dios gracias al ministerio que llevamos a cabo como iglesia en los últimos tiempos?
El poder de Dios es real, y él está dispuesto a obrar, de hecho hoy nos lo recuerda nuevamente, sólo nos toca dejarnos usar por él.
III. Comunidad entre los creyentes. V. 44-45
Hay diferencia en estar juntos y tener las cosas en común, por eso Lucas enfatiza ambos aspectos. Los creyentes de la iglesia de Jerusalén compartían todo lo que poseían para el bienestar de todos. Los pobres ya no lo eran más y los que vendían sus pertenencias, a pesar de eso, no tenían carencia de ningún bien.
Hay un principio importante para recordar, en la iglesia del Señor no debe haber lugar para el egoísmo. No es correcto hacer o propiciar las cosas para obtener un beneficio propio. Todo lo que emprende la iglesia es para agradar a Dios y porque él lo manda, como consecuencia los hermanos somos bendecidos por el Señor en abundancia.
Los creyentes deben ayudarse mutuamente en cuanto les sea posible, pues somos parte del Cuerpo de Cristo y miembros de la familia de Dios. De lo contrario se está muy lejos del ideal de Dios para la iglesia y ya no se tendría razón de ser.
IV. Una vida eclesial en constante movimiento. V. 46
Los miembros de la iglesia de Jerusalén eran constantes en la vida como iglesia. Se reunían continuamente en el templo y de casa en casa, las características más resaltantes de la actitud de esta iglesia las menciona el escritor en esta ocasión: alegría y generosidad. Dos ingredientes que no deben faltar en la iglesia del Señor, pero que lamentablemente a veces pasan a un segundo plano.
La iglesia es un cuerpo, pero un cuerpo vivo. Lo que distingue a un cuerpo vivo es que está en funcionamiento constante, y precisamente la continuidad es lo que lo mantiene con vida. Nadie ha visto un cuerpo que se mantenga con vida si su corazón late una vez por semana.
Es la voluntad de Dios que la iglesia manifieste vida en todo tiempo. Esta vida se demuestra en el compañerismo y el servicio, que se lleva a cabo cuando todos los miembros del cuerpo se preocupan unos por otros y comparten momentos como familia, no sólo en el templo, sino también en las casas y cualquier otro lugar. Este tipo de relación entre los miembros de la familia de Dios tiene muchos beneficios, como los son: el crecimiento personal, la construcción de amistades sinceras y duraderas, la ayuda mutua, la edificación mutua, entre otros.
Cuando somos parte de la iglesia del Señor cualquier momento es apropiado para cultivar la unidad.
Conclusión
Para alcanzar el ideal de Dios para la iglesia es necesario: una practica cabal del discipulado cristiano; la manifestación del poder de Dios; la comunidad entre los creyentes; y una vida eclesial en constante movimiento.
Es preciso que tengamos conciencia de cómo debe ser nuestra conducta, si es que realmente es nuestro deseo ser una iglesia conforme al corazón del Señor. En los temas que tienen que ver con los ideales de Dios lo importante no es como se ha hecho siempre, sino como debemos hacerlo según Dios para agradarle y recibir bendición. El modelo correcto de iglesia no se recibe de ninguna otra fuente (libros, experiencias, denominaciones, entre otros…) sino de la palabra de Dios.
Cada vez se hace más necesario que seamos sensibles a la palabra del Señor y que edifiquemos iglesias que se ajusten plenamente a la palabra de Dios, no parcialmente, iglesias que se aboquen a volverse a Dios de todo corazón, que vivan cada día ese primer amor hacia el Señor y su obra, iglesias que estén conformadas por personas que se entreguen de todo corazón en adoración y obediencia a Dios.
Es urgente que se rescate ese espíritu de amor, fidelidad, gozo y servicio que caracterizo a la iglesia primitiva, pero esto no es responsabilidad de una sola persona, ni de un grupo en particular, es responsabilidad de todos aquellos que tenemos el privilegio de tener parte en la familia de Dios. No permitamos que la iglesia se convierta en una rutina o una sencilla tradición, recordemos que es un cuerpo vivo, el cuerpo de Cristo, y que como tal debemos funcionar. Si lo hacemos de esa manera tendremos grandes resultados para la gloria de Dios. Una iglesia que adora en espíritu y verdad y una iglesia que predica la palabra recibe el favor de Dios.
Al escuchar este mensaje es muy probable que se concluya que hay algunos cambios que hacer. Hagámoslos de buena gana, bajo la dirección de Dios y veremos las grandes obras que el Señor hará en nosotros y a través de nosotros. Dios está esperando por nosotros, respondamos a su llamado.