Luces amarillas
Amós 3:1-8
Introducción
Son conocidos por casi todas las personas los señalamientos viales, particularmente en lo referente a los semáforos, cada una de las luces representa una señal a seguir tanto por los automovilistas como por los peatones. Las luces verdes nos indican seguir o continuar; la roja detenernos y esperar que pasen los demás. La que hoy nos ocupa es la luz amarilla, la cual es una advertencia, esta aparecer entre amabas luces, e indica precaución de que la siguiente luz y señal esta por aparecer. Resulta interesante anotar que quienes no hacen caso de una manera premeditada a esta luz, casi irremediablemente se encontrará en problemas. En la vida podemos observar que Dios también muestra señales amarillas que nos advierten que de seguir de largo podemos caer en problemas. Amós, nació en Técoa, cerca de Belén, y sintió el llamado de Dios a predicar a el Reino del Norte. Lo hizo durante el siglo 7 a.C., es contemporáneo de Oseas. La ciudad de Samaria, centro político y religioso de Israel se encontraba en buenas condiciones; la prosperidad económica se dejaba ver, más aún había recobrado mucho de su poderío militar que había perdido cuando se separo del Reino de Sur. Sin embargo para llegar a esto no había sido construido bajo la dirección de Dios. Había una inadecuada repartición de los recursos, había pocos ricos y muchos pobres y oprimidos con quienes los ricos aumentaban su poder. Hasta la vida religiosa sufría de esta corrupción, Jeroboam II, había incitado a que el pueblo se alejara de Dios e incurriera en infidelidad; pues como lo mencione antes en otro mensaje creían en Jehová como protector y en Baal como provisor, mandando construir santuarios en Samaria y obligando a los israelitas a no ir a la ciudad santa de Jerusalén a adorar a Dios. Estas eran las condiciones en que Amós fue llamado a anunciar las luces amarillas de advertencia, que de seguir bajo esa línea de conducta; Dios los castigaría y con justa razón. Habían roto su pacto y las leyes que el Señor les había dado en manos de Moisés.
I. Las luces amarillas se encienden cuando existe desacuerdo en Dios y el ser humano (v. 3) “¿Andarán dos juntos si no están de acuerdo?”
Para poder realizar una actividad junto con otra persona, primero deben de ponerse acuerdo en ¿como?, ¿donde?; al realizar un viaje se deben poner en claro el día, la hora, el lugar de salida y el rumbo hacía donde llegarán, al establecer una relación amorosa y que tenga éxito deben estar de acuerdo en el plan de vida. Es Israel quién decide separarse de Judá y nombrar su propio rey, no respetando lo estipulado por Dios acerca de que la descendencia de David sería rey sobre un solo pueblo. Es el rey del norte quién cambia el sitio de adoración de los israelitas, haciendo de Samaria la sede del control político, militar y religioso; contrario a lo que el Señor había mandado de que sería Jerusalén la ciudad santa. Era el templo construido por Salomón el centro de adoración hebreo por excelencia, pues en su interior estaban las tablas del pacto y allí se llevaba acabo la expiación por los pecados a través de los sacerdotes que Dios había apartado para tal oficio. Pero ahora Jeroboam II, mando que en el monte Gerizin se levantará un santuario para adorar a Dios, con la variante de representarlo con un becerro de oro, además de que en este lugar se hacían sacrificios a otros dioses. Dios había escogido y pulido a los hebreos para que juntos hicieran frente a las naciones paganas de su alrededor y así conseguir que la promesa a Abraham se hiciera realidad: En ti serán benditas todas las familias de la tierra (Gn) y lo descrito por David en los salmos: Para que sea conocido en la tierra tu camino, en todas las naciones tu salvación (Sal. 67:3). Pero pareció mejor a los hombres decidir separarse. Ahora ya no había punto de encuentro entre Dios y los israelitas, y la relación entre Su pueblo y Dios ya no es amistosa desencadenando un distanciamiento de Dios con Israel. Ahora no se pueden ponerse de acuerdo, pues los caminos de Israel, ya no son los caminos de Dios (Is. 55:8). Con el inicio de todas estas modificaciones se encienden luces de advertencia para anunciar a Israel que entró en una situación peligrosa.
II. Las luces amarillas se encienden como amenaza (v.4) “¿Rugirá el león en la selva sin haber presa?”
El león se ha identificado tradicionalmente como un animal majestuoso y con un enorme poder de destruir a sus enemigos. Cuando los leones se encuentran frente a un enemigo, la primera línea de defensa y ataque es el rugido como señal de advertencia y amenaza o en su defecto cuando ya esta sobre la víctima. El rugido es una expresión de su grandeza y evitar que su enemigo caiga en sus poderosas fauces y no despedazarlo. También Dios ante el desacuerdo con Israel, ruge, es decir lo amenaza indicando que su castigo será inminente y que debe retirar de delante de él su pecado o sufrirá las consecuencias. El Señor coloca señales luminosas amarillas en la vida para advertirnos que se esta en desacuerdo con su voluntad. Literalmente no ruge, pero si amenaza nuestra existencia para que reconsideremos nuestra conducta y evitar el castigo. Es lamentable observar que los seres humanos no experimentamos en cabeza ajena; debemos recordar las palabras de Moisés en el Salmo 90:12 “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días que traigamos al corazón sabiduría”, debiéramos adquirir sabiduría de hechos previos y en otros personas para evitarnos las afrentas.
III. Las luces amarillas se encienden con motivos (v. 5) “Caerá el ave a tierra, en la trampa si no hay cebo?”
Esta manera tan ilustrativa de Amós expresa que los castigos de parte de Dios no son el resultado de una mente caprichosa que juega con su creación. La ley de que a toda acción existe una reacción se cumple. Israel había estado trabajando en su oprobio castigo, no le iba a sobrevenir por azares del destino. Existían suficientes evidencias en su historia para hacerse acreedor al juicio de Dios. La fiebre es una manifestación de que algo fuera de lo normal ocurre dentro de un organismo, es una señal que anuncia que algo a rebasado las defensas naturales y se activa en respuesta al elemento extraño; la alza de temperatura no es un función caprichosa, sino tiene como propósito calentar el medio interno de individuo para matar al agresor; si la fiebre no puede controlar al germen, entonces existen medidas más drásticas para eliminar al enemigo. En Israel los profetas eran esas luces amarillas intermitentes que anunciaban al pueblo que el Señor iba a reacción, pues el pecado de la nación había llegado a limites insostenibles. Sus actos impuros, su idolatría, su infidelidad, su corrupción moral y espiritual, la opresión de los pobres, el enriquecimiento basado en el dolor de los demás, la doble moral, las malas actitudes entre ellos, el divisionismo, el seguir sus propios pensamientos en lugar de seguir la voluntad de Dios eran la carnada, cebo que atraería la atención de Dios y activar el castigo; pero antes de llegar ahí las luces preventivas se encienden. ¿Cuantas veces hemos escuchado a personas decir que de donde le sobreviene esta calamidad? o de seguro pagan la maldad de sus antepasados. Los juicios de Dios llegan con razones de sobra para ejecutarse en la vida de aquel que no hace caso de sus advertencias, cuando abandona o reta a Dios.
IV. Las luces amarillas se encienden para estar alertas (v. 6) ” ¿Se tocará la trompeta en la ciudad y no se alborotará el pueblo?”
La parte trasera de los automóviles , hay faros que se componen también de varios colores y estos también tienen un significado, es un lenguaje no verbal pero que debe ser entendido y respetado sino se quiere tener problemas. Los conductores deben atender a estas luces; las rojas indican que el vehículo se esta deteniendo, amarillas e intermitentes que pasará de carril o dará vuelta y blanca que va en reversa. Estar alerta es prestar atención. Amós era la luz de Dios que en ese momento anunciaba lo que Dios iba a ser, el mensaje total de Amós era reconvenir al pueblo a arrepentirse de su pecado y buscar el perdón de Dios y andar con él. Cuando se toca una alarma o se enciende una luz, las personas cercanas se prestan a hacer ajustes y reaccionar de tal manera que sus vidas estén a salvo. Sin embargo los israelitas no hacían caso de los profetas. Es Jesús quién dice en su parábola de los labradores malvados, en donde a los arrendó su viña, les envío siervos y una y otra vez los maltrataban, ignorando la investidura y callando sus voces matándolos de crueles maneras (Lc. 20: 9-18). Dios estaba alertando al pueblo de los futuros tiempos que se avecindaban para que tomaran las debidas precauciones. Pero Amós también fue ignorado. Ahora la Biblia, la Palabra de Dios nos anuncia esa voluntad y los principios que el Señor quiere en nosotros; pero se difama, se desprecia y ni se lee, pues parece ser un libro obsoleto y lleno de restricciones para el espíritu libre del hombre. Pero funge como luz amarilla anunciando los tiempos a venir; pero dice Jesús que muchos no creerán hasta que igual que los contemporáneos de Noé, entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevo. No podemos esperar hasta esos momentos.
V. Las luces amarillas se encienden expresando la voluntad de Dios (v.7) “Porque no hará nada Jehová, el Señor, sin revelar su secreto a sus siervos los profetas”
A lo largo de la historia de la humanidad vemos que el propósito de Dios ha sido manifestarse al ser humano y restablecer su contacto con él y limar las asperezas para llegar a una total reconciliación. Esto se cumplió en Jesús, con su muerte en la cruz del calvario y su resurrección. Y es a lo largo de esto que vemos que el Señor se ha hecho presente tomando instrumentos humanos para anunciar su voluntad. En el tiempo de Jeroboam II, Dios hablo al pueblo y al rey a través de de Amós. La vida de Amós sirvió para anunciar lo que el Señor deseaba, la vida de todos los profetas no era solo ocio, sino anunciar el deseo de Dios: Que su pueblo se arrepintiera y volviera a la comunión con su Dios y que Él reedificaría un reino que sería bendición a todos.
La iglesia cristiana debe cumplir este papel de anunciar el anhelo del corazón de Dios para todas las personas; no es grato para Dios ejercer su poder y justicia, él desea que las personas se aparten de sus malos caminos y prueben su enorme amor. Debemos ser luces amarillas que prevengan y adviertan acerca del Señor Jesús y su pronta venida. Tu vida debe ser una luz que alumbre la oscuridad de los demás con el propósito que la gente alcance salvación y vida eterna. Desafío La historia nos enseña que Israel no hizo caso de las luces amarillas intermitentes que el Señor enviaba a través de los profetas para que cambiaran el rumbo de sus vidas. Pasaron los años y fue en tiempos de Oseas rey de Israel (no el profeta) en que las cosas se cumplieron. Salmanar V sitió la ciudad en el año 728 a.C. Tres años después Sargón II tomo Samaria, llevando prisioneros a 27;290 personas. El resto fue dispersado, desapareciendo casi en su totalidad no quedando nada de aquella otrora prospera nación. No importa las buenas condiciones en que te encuentres hoy; si las has construido apartado de su divina voluntad, Él estará mostrándote luces amarillas preventivas para que detengas tu loco andar a la destrucción.
Aprendamos de Israel que por no hacer caso a las advertencias de Dios, le fue cobrado con creces. Tu puedes hacer hoy la diferencia en tu vida, en tu familia, en tu matrimonio en tu iglesia.