Se busca un valiente
Se busca un valiente David huía de la locura de Saúl y se refugió en la Cueva de Adulam que precisamente significa refugio. Solo, lleno de interrogantes por su futuro, forzado a irse lejos de los suyos, no iba a permitir que las circunstancias por difíciles que fueran endurecieran su corazón. Se determinó a mantenerse humilde, sumiso y sobre todo quebrantado de corazón. Muchos a su alrededor lo estaban observando, su ejemplo impactó a otros que sufrían y de buenas a primeras un grupo de hombres se reunieron con él en aquella cueva. Su familia se allegó a él pero junto con ellos llegaron afligidos, endeudados y amargados de espíritu (1 Samuel 22:1-2).
Se acercan a David porque comprendieron que este sufrido hombre los entendería. Lo que ellos no se imaginaban era que aquél quebrantado hombre tenía un corazón conforme al de Dios y que sería el instrumento que Dios usaría para transformarlos de desechados en valientes. Cada día eran más, hasta que se formó un grupo de 400 hombres llenos de problemas,¡qué “iglesia” la de David! Allí en aquella cueva los animaba, cantaba alabanzas de exaltación a su Dios, les ministraba. Quizás alguno en algún momento quiso incitar al grupo a tomar venganza en contra de todos los que los habían oprimido: “levantémonos contra Saúl, destruyámoslo y que reine David”. Sólo expresaban lo que había en su corazón: amargura. David tiernamente les recordaba: “Dios tiene sus planes trazados, no los entiendo a cabalidad pero Saúl sigue siendo el ungido de Jehová, mejor adoremos y permitamos así que nuestro corazón sea limpio de toda venganza y amargura”.
Dios estaba formando a David para ser el próximo rey de Israel y a su vez lo estaba utilizando para formar a los valientes que constituirían su ejército. Los valientes no se forman en los palacios, se forman en las cuevas, en los peñascos y en los desiertos (1 Samuel 23:14). No permitirán que su pasado determine su futuro , no se quedarán afligidos para siempre, no se quedarán endeudados para siempre, no se quedarán amargados para siempre. Se habían unido a un líder quebrantado pero que no había permitido que su situación presente determinaran sus acciones, actitudes o sentimientos. Le rodeaba la hostilidad y el odio pero él , mantendría la humildad, la sumisión, la pureza de corazón y la adoración a Dios. Aquellos hombres aprendían cada día de su líder, se convertirían en valientes, tornarían la tragedia de sus vidas en una escuela para formar el carácter. Aquellos hombres necesitaban entender lo que es ser un hombre de carácter, no sólo valientes fornidos y llenos de músculos que derribaran enemigos y gigantes, que mataran osos e hicieran grandes proezas.
Ser valientes era más que todo eso, era forjar un carácter de siervo y adorador del Altísimo. Los valientes son aquellos atrevidos y osados que ven el obstáculo de frente y no desisten ni se retiran. Si pueden saltar el obstáculo, eso hacen. Si no lo pueden saltar lo rodean, si no lo pueden rodear, lo empujan y si no lo pueden empujar, esperan,¡alguna fuerza sobrenatural intervendrá y lo moverá pero el valiente no desiste! Aquellos hombres que se encontraban en el proceso de convertirse en valientes, se refugiaron en el lugar fuerte, levantaron una fortaleza de Dios donde esconderse y en aquella fortaleza, Dios les sanó sus almas, les pagó las deudas de amor que tenían y les llenó de gozo, derramando óleo sobre su aflicción y heridas. Pasaron años y se mantuvieron al lado de su líder. El recuento bíblico los registra como los valientes de David. En dos libros se registran sus nombres y algunas de sus hazañas(2 Samuel 23:8-39). Aquellos amargados transformados en valientes, enfrentaron al enemigo, cruzaron el campo del enemigo para bendecir a su rey. Pero,¿ se dio cuenta de algo relevante? De los 600 se destacaron 30 y de entre los 30 se destacaron.
Debe ser siempre nuestro anhelo: la excelencia en nuestro servicio, no te quedes entre las multitudes, sé distinguido, sé de renombre, siempre para la gloria de Dios no para tu propia exaltación. La descripción bíblica de lo que llegaron a ser estos hombres es impresionante (1 Crónicas 12:2,8), armados, ambidiestros, lanzaban piedras, tiraban flechas, valientes para pelear, diestros con escudo y pavés, rostros como de leones y ligeros como gacelas. ¡Quién pudiera decir que eran los mismos que un día llegaron a esconderse en la Cueva de Adulam! Se busca un valiente.
¿Lo hallará Dios en ti? ¿Te conformarás en ser de la multitud escondida y temerosa o llegarás a ser de los 30 o de los 3? ¿Estás en la cueva o en el desierto donde se está formando un poderoso guerrero de Jehová? ¿Le estás permitiendo al Espíritu Santo, sanar tus pasado, tu aflicción, tu deuda y tu amargura para transformarte así en un valiente?
¡SE BUSCA UN VALIENTE!