Lecciones desde una cueva

Lecciones desde una cueva


1 Reyes 19:1-13; 1 Samuel 22:1


INTRODUCCIÓN


“Aquél que nunca ha fracasado en algún momento, ese no puede ser grande. El fracaso es la prueba de la grandeza”. Cuando somos niños, el fracaso no parece afectarnos, un niñito de un año comenzando a caminar y cayéndose vez tras vez no deja de caminar, no razona:”me quedaré gateando toda la vida porque aprender a caminar está lleno de intentos y fracasos”. Sin embargo, según crecemos, nos asustamos de los fracasos y preferimos muchas veces evitar el fracaso antes de aprender a caminar. ¿Sabía usted que para algunas personas, el fracaso es energizador mientras que para otros es paralizante? Todos experimentamos fracasos y a la mayoría no nos gusta fracasar pero para algunos es un impulso para un nuevo aprendizaje, comprometerse vigorosamente y desarrollar valentía. Para otros el fracaso produce derrota, un sentido de profundo desaliento, pérdida de esperanza, un deseo de esconderse y una resolución secreta de nunca más lanzarse a caminar. La manera en que percibes y respondes al fracaso hará una diferencia enorme en tu vida. Muchos si no todos los grandes hombres y mujeres de Dios han experimentado el fracaso y han salido de él triunfantes. Hoy hablaremos por lo menos de tres.


DEFINIENDO “LA CUEVA”…


La cueva es donde usted termina cuando tus metas y sueños le son arrancados súbitamente. La cueva es donde te encuentras cuando pensabas que ibas a hacer grandes cosas: tener una gran familia, un gran empleo, una buena vida pero te acabas de dar cuenta de que no salió como lo soñastes. Quizás estás en la cueva por decisiones tontas que hiciste o quizás como resultado de circunstancias que no pudiste controlar o por una combinación de las dos. ¿Podrías señalar algunas de las siguientes opciones para hallarte en la cueva? Perdiste tu empleo, la familia está bajo enormes presiones, perdiste algún ser querido, se rompió una relación, estás enfermo o sencillamente estás completamente solo. Si no estás en ninguna cueva, igualmente este mensaje es para ti, espera un poco porque en algún momento te hallarás en una. Nadie planifica terminar en una cueva pero tarde o temprano pasarás unas vacaciones. Lo más difícil de estar en la cueva es que comienzas a preguntarte si Dios ha perdido la pista de dónde estás. ¿Se olvidó de Sus promesas? ¿Sabrá El dónde estoy? ¿Saldré de esta cueva algún día o moriré aquí? Necesitas aprender una gran lección: la cueva es donde Dios realiza uno de sus mejores trabajos en moldear vidas humanas. Es allí donde tendrás que descubrir que El es suficiente. Cuando tus temores de ineptitud son confirmados en tu vida y descubres que realmente eres incapaz, experimentas la liberación de comprender de que está bien ser incapaz y que precisamente Dios quiere que su poder fluya a través de tu debilidad. En la cueva es donde encuentras a Dios porque es allí donde El hará su mejor trabajo en ti.


DAVID Y SU CUEVA…


David sabía lo que era el fracaso. Pasó cerca de diez años corriendo por su vida en el desierto. Desde la perspectiva humana y natural parecía que las promesas de Dios para él nunca se realizarían. Aprendió allí en la cueva a “fortalecerse en Jehová su Dios”(1 Samuel 30:1-6). Aprendió a lidiar con sus fracasos enfrentando honestamente su desaliento y su desánimo (Salmo 142:1-2). ¿Sabía usted que en medio de su fracaso se le permite quejarse ante Dios? ¿Lamentarse? ¿Clamar y gemir? ¿Gritar tu dolor? Algunos esconden el desaliento y el fracaso, algunos lo disfrazan con falsas sonrisas pero fracasar no tiene que avergonzarte, el fracasar no te hace un fracasado, sólo has tenido una experiencia de fracaso. Cuando David se fortaleció en Dios aprendió otra lección en medio de su cueva: tengo que tomar acción, algo debo hacer, buscaré la voluntad de Dios, inquiriré qué paso debo dar. David se levantó y buscó respuestas. Cuando estamos preocupados por algún fracaso, lo más destructivo que podemos hacer es, ¡NO HACER NADA! Quedándome dentro de la cueva ahogándome no es la mejor alternativa. Cuando tomamos la acción correcta para enfrentar nuestra cueva, nuestro fracaso, le estamos robando el poder que dicho fracaso tiene sobre nosotros. David nunca razonó:”Bueno parece que viviré el resto de mi vida en esta cueva. Mejor es que me vaya acostumbrando, déjame preparar una cama y adornar bien mi cueva. Después de todo no me sorprende que las cosas no me hayan salido como me dijeron, después de todo soy un fracasado”. ¡No!


EL FRACASO…TU MAYOR MOTIVADOR


La dolorosa experiencia del fracaso puede ser el mayor motivador de tu vida. “Correr la mejor carrera que tú puedas, entregarle todo lo mejor de ti a esa carrera y ganar…eso es glorioso. Correr la carrera, dar lo mejor de ti y perder…eso es doloroso, pero no es fracaso. Fracaso es negarte a correr la carrera”. ¿Otra lección de la cueva? Tomar el tiempo y tener el valor de aprender del fracaso porque el fracaso está atado al aprendizaje. Tratar y fracasar, aprender del proceso y tratar otra vez resulta mejor que esperar por la perfección total en el primer intento. La cueva es donde podemos aprender del fracaso y seguir los planes de Dios.


ELÍAS Y SU CUEVA…


Un buen día Elías se encontró en una cueva. Había sido un profeta exitoso, asesinó a 400 profetas paganos y se detuvo la lluvia por tres años por su sólo mandato. De momento, le sobrecogió el temor, un temor que no supo manejar y a sus propios ojos se vio como un fracasado. Dios lo contempló y lo siguió. Dios ignoró su versión de las cosas y ¡le encargó a un ángel panadero que le preparara una exquisita torta, se la llevara y lo dejara dormir! ¿Vieron cómo lo trató Dios? Como nos trata a nosotros en las mismas circunstancias, como niños malcriados,:”cómete este “snack”, toma una siesta y hablaremos cuando estés más repuesto”. Elías se levantó, siguió su camino, no le dio ni las gracias a Dios y para colmo se metió en una cueva. Pero algo maravilloso ocurrió: un silbido apacible reveló a Dios y en ese silbido, Dios le preguntó: “¿Qué haces AQUÍ, Elías? ¿Se dio cuenta? No le preguntó, qué haces ALLÍ sino AQUÍ. ¡Dios estaba con Elías en la cueva! No es extraño creer que Dios está en tiempos de grandes éxitos y victorias. Elías estuvo seguro de que Dios estuvo en el fuego que consumió el holocausto en el Monte Horeb, cuando destruyó a los profetas, cuando revivió al hijo de la viuda o cuando corrió más rápido que una carreta de caballos. Pero, ¿Dios en una cueva? ¿Dios junto a él cuando estaba solo y abandonado? Otra lección de la cueva: es el lugar maravilloso para descubrir que eres amado por Dios. Uno de los grandes regalos del fracaso es que reconocemos que somos amados y valorados por Dios precisamente cuando estamos en la cueva del fracaso. Cuando estamos en la cueva, muchas, sino todas las veces, no hay acción humana capaz de sacarnos de allí. Hay algo que tú no puedes arreglar, que no puedes sanar, de lo cual no puedes escapar y lo único que puedes hacer es confiar en Dios. Confiar en EL significa: refugiarte, sumergirte en Su Presencia convencido de Su bondad, entregado a Su Señorío de tal manera que te des cuenta de que aún la cueva es un perfecto lugar dónde estar porque EL está allí contigo. Quizás pasarás algún tiempo en tu cueva pero ten por cierto que en medio de la oscuridad y la frialdad de la cueva, no estás solo. Al inicio del mensaje te dije que hablaría de tres personajes que estuvieron en cuevas y estoy concluyendo y no te he señalado quién es ese tercero. No, no me he olvidado.


El tercero es Jesús. Jesús supo mucho mejor que Elías y David lo que es estar en una cueva. Dejó su seguridad, su status y su posición, perdió amigos, perdió su vida y con ello aparentemente morían sus sueños y todo lo que había inspirado, una palabra para describirlo: fracaso. Pusieron su cuerpo en una cueva, ¡grave error! Su cuerpo estuvo allí tres días pero no pudieron retenerlo allí, ¡SE OLVIDARON DE QUE DIOS REALIZA SUS MEJORES TRABAJOS EN CUEVAS! Es allí donde Dios resucita las cosas muertas. No sé en qué cueva estás hoy y ahora: trabajo perdido, matrimonio fracasado, hijos que te han fallado, sueños rotos, largas noches de espera… No eres un fracasado sólo estás pasando una experiencia de fracaso. ¡TODAVÍA DIOS REALIZA SUS MEJORES TRABAJOS EN CUEVAS!