La oración de los padres

La oración de los padres


1º Crónicas 29:19


Introducción


En el año de 1703, en Inglaterra nace Juan Wesley, quien sería uno de los personajes más importantes del cristianismo, en el avivamiento del siglo 18; su vida se caracterizo por una fructífera vida espiritual, proclamo el evangelio con un poder y una convicción que cientos de miles de almas alcanzaron la eternidad, además de que fue un incansable estudioso de la Biblia y a pesar de terrible oposición se mantuvo firme en la fe del Hijo de Dios. Todo esto fue posible en parte a la entrega laboriosa de sus padres: Samuel y Susana Wesley, de quienes Juan y el resto de sus 18 hermanos conocieron a Cristo y su poder transformador. Susana Wesley utilizaba Génesis 18: 19 al considerar la formación del carácter de sus hijos, ” Yo lo he elegido para que instruya a sus hijos y a su familia, a fin de que mantengan en el camino del Señor y pongan en practica lo que es recto. Así el Señor cumplirá lo que ha prometido”. Para Susana Wesley, la educación espiritual era más prioritaria que cualquier otra cosa, debido al enorme amor al Señor. Se dice que enseñaban a sus hijos a asistir fielmente a los cultos en la iglesia, a dar gracias por los alimentos, a tener una reunión familiar para estudiar la Biblia y un día a la semana cada hijo tenía la oportunidad de conversas acerca de sus dudas y problemas y encontrar respuestas de acuerdo a la voluntad de Dios. Cuando cumplían 5 años, al día siguiente se les enseñaba el alfabeto y un versículo de la Palabra de Dios. Es interesante notar que estas actividades no componían actividad religiosa sin sentido, pues tanto Samuel como Susana Wesley, querían que cada hijo alcanzara salvación y vida eterna, y además de ser útil en la obra de Dios, anunciando su fe para este mundo perdido. Juan fue uno de los más destacados, pues sin ser alguien físicamente fuerte, en manos de Dios fue instrumento poderoso, que cuando las personas le escuchaban hablar de Cristo, caían literalmente de rodillas pidiendo perdón y salvación. ¿Que es lo mejor que deseamos para nuestros hijos? ¿Acaso son bienes materiales? ¿Poder, reconocimiento? Todas estas cosas pueden ser buenas y hasta aceptables, pero no conducen a la vida eterna y a una relación con Cristo Jesús. David, el segundo Rey de Israel, al termino de sus días, había dispuesto nombrar a su sucesor a su hijo Salomón para reinar sobre el pueblo de Dios. David no pudo construir el templo, o por falta de ganas o recursos, sino que el Señor le indico que sería su hijo. Poco antes de morir y de disponer todo para dejar a su hijo, y observar el amor del pueblo, David hace una pequeña, pero significativa oración al Dios de sus padres, a su fortaleza, pidiéndole 3 cosas importantes para su hijo y consideró que debieran ser las mismas tres cosas que todo padre debe pedir a Dios para nuestros hijos.


I. Pedir a Dios para nuestros hijos: Un corazón integro. “Asimismo da a mi hijo Salomón corazón perfecto…”


Integridad: David en lugar de pedir riquezas, poder y fama, inicia su petición a favor de su hijo por que Dios le conceda un corazón perfecto, en otras versiones de la Biblia traducen como: un corazón integro. Para los antiguos, el corazón representaba el centro de su ser, el lugar en donde nacían y posiblemente nacen todo lo que somos y donde anidan nuestras verdaderas intenciones. David pide a Dios que le otorgue a su hijo Salomón un corazón no dividido. Según el diccionario Websters defina la palabra integridad como “…el estado de estar completo, no dividido” Es lamentable que entre los seres humanos la integridad sea una cualidad valiosa, pero poco duradera. Los patrones morales se desmoronan en este mundo de placer y en atajos para el éxito. En una solicitud de trabajo, se incluía una pregunta: ¿Ha sido usted arrestado alguna vez? El solicitante contestó NO. La siguiente pregunta era continuación de la anterior. Decía ¿por qué?. Sin darse cuenta que no debía contestar, el solicitante “honesto” e ingenuo escribió: “Supongo, porque nunca me han atrapado”. David pedía a Dios que su hijo no tuviera su corazón dividido en varias lealtades y convertirse en camaleónico. La falta de integridad asalta el hogar, la escuela, la oficina, el gobierno, la iglesia; todo es invadido por la falta de integridad en los corazones, las traiciones se dan en todos los niveles. La integridad no es tanto lo que hacemos, sino lo que somos y si somos de una sola pieza sin duplicidad e hipocresía, entonces se determina lo que hacemos. Las personas integras no tienen nada que esconder ni nada que temer, Jesús dice que nadie podía acusarle de pecado, Él era un hombre integro congruente entre lo que él era, lo que decía y lo que hacía. Una de las mejores cosas que podemos pedir a Dios para nuestros hijos es que tengan un corazón integro, es decir honesto y firmes en sus convicciones que les inculcamos.


Integridad algo que se ve e imita: No nos engañemos pensando que la integridad vendrá como un toque de magia, nosotros los padres desempeñamos un papel importante en el desarrollo de la integridad de nuestros hijos. El 89% de las personas aprende de lo que ve. Un hombre dijo: No te preocupes si tu hijo no te escucha, preocúpate porque el siempre te está observando. David tenía la autoridad para pedir a Dios que el corazón, el centro de la vida de su Hijo Salomón fuera integro, entregado con lealtad a Dios y su voluntad ¿por qué?, por qué David a lo largo de su existencia fue un hombre congruente e integro, dándole ejemplo de fe, confianza y sometimiento, pues aunque David cometió pecados, supo enmendar y buscar la restauración de parte de Dios y esto es lo mejor que podemos dar a nuestros hijos una vida no dividida en lealtades, prioridades, etc. Dos señoras ancianas caminaban por el cementerio y legaron a una tumba. El epitafio decía: “Aquí yace John Smith, un político y un hombre honrado” ¡Dios mío!, Dijo una de las ancianas, ¿no es horrible que hayan puesto a dos personas distintas en la misma tumba?


II. Pedir a Dios para nuestros hijos: Obedecer Su Palabra. “…para que guarde tus mandamientos, tus testimonios y tus estatutos…”


En otras ocasiones ya nos hemos ocupado de la palabra guardar, que significa, poner en practica, obedecer, hacer cotidiano. David pide a Dios que la integridad de Salomón sea para cumplir y obedecer la Palabra del creador. La Biblia Latinoamérica traduce: Mandamientos, Instrucciones y preceptos.


Mandamientos: En la Biblia encontramos los mandatos de Dios para todo aquel que quiera se libre del poder del pecado. Un mandato es un orden dada por un superior a un inferior con la intención de que lleve acabo. Dios quiere que nosotros hagamos ciertas cosas para ser felices y desea que nuestros hijos sean felices, pero debe ser dentro de su voluntad. Nos podríamos preguntar si los mandamientos del Señor son liberadores u opresores. El hombre natural, es decir sin Cristo, diría que opresores, pues nos roban la oportunidad de probar todo lo que hay. Pero esos mandatos están para liberarnos de las pasiones y sus terribles consecuencias. David deseaba que su hijo escapara de las garras del pecado y sus consecuencias.


Instrucciones: Dios nos dice o que debemos hacer, pero también nos dice como debemos hacerlo, eso, son sus instrucciones. David deseaba que su hijo experimentará a Dios y su poder a igual que él lo había conocido, por eso pide a Dios que Salomón sepa seguir las instrucciones que Dios le da para que todo lo que emprenda tenga éxito. Si deseamos lo mejor para nuestros hijos, no solo es decirles lo que Dios quiere, sino que pongan su atención en como quiere Dios que cumplan su voluntad.


Preceptos: Este es parecido a los mandamientos, pero en el sentido de las prohibiciones. Tal pareciera que cuanto más nos prohíben, más deseamos lo prohibido. Sin embargo si el Señor prohíbe algo, es por qué le sabe que daño nos podríamos causar si no hacemos caso a sus advertencias. III. Pedir a Dios para nuestros hijos: Cumplir una misión en su vida. ” Para que haga todas las cosas, y te edifique la Casa…”


David deseaba construir una casa a Dios en donde su nombre fuera adorado, pero Dios le dijo que a causa de ser hombre de guerra, no podía edificarle casa, que eso estaba destinado para su hijo Salomón. La tercera petición a Dios fue que Salomón pudiera cumplir la misión que Dios había dispuesto para su vida. En otras muchas ocasiones hemos dicho que una de los tres elementos de la felicidad es hacer algo significativo en la vida. Dios tiene un plan maravilloso para nuestras vidas, un propósito que lograr y que nosotros lo vivamos día a día. David deseaba algo más que solo su hijo estuviera vivo, que hiciera una obra majestuosa y digna del Dios de su salvación. Debemos desear y pedir a nuestro Dios que la vida e nuestros hijos sean de utilidad para su obra. Susana Wesley, después de que Juan se salvó de un incendió se percató que no solo debía guiar a su hijo a los pies de Cristo, sino que Dios lo había escogido para algo más grande, por esa razón dirigió todos sus esfuerzos por que Juan Wesley fuera una instrumento poderoso en manos de Dios, durante el siglo 18 en Inglaterra. Tus hijos no necesariamente tienen que estar al borde de la muerte y salvarse para que percibas que puedes dedicarlos a cosas mucho más grandes y eternas que las que el mundo les ofrece. No todos tienen que ser pastores o misioneros, pero si en los lugares en donde ellos se desenvuelvan de adultos, deben ser una luz de esperanza y salvación. ¿No debieras querer para tu hijo una vida con un mejor propósito que solo acumular, y sobrevivir? Dios tiene planes hermosos para tus hijos, al igual que David, el primer paso es pedir a Dios que cumplan la misión en esta vida para que él los creó.


Desafío


Es conmovedor leer lo que Juan Wesley dice acerca de su madre (quién dedicaba una hora diaria por cada uno de sus hijos): En muchas cosas usted, madre mía, intercedió por mí y ha prevalecido. Ahora sé que usted intercede para que yo renuncié al mundo y sé que dará buen resultado. Sin duda será eficaz para corregir mi corazón. Vivió 88 años en fidelidad al Señor Jesucristo, dejando un legado de fuego por la obra de Dios, poco antes de morir, levanto su brazo en símbolo de victoria diciendo: “Lo mejor de todo es que Dios está con nosotros” y dijo adiós y se fue a las moradas eternas junto a Cristo. Juan Wesley no hubiera llegado a ser lo que fue sin la intercesión y trabajo de su madre Susana Wesley. A que padre cristiano no le gustaría que su hijo fuera como Juan Wesley. Es posible, inicia orando estas tres cosas y el Señor te mostrará su fidelidad y que él es el mejor recurso de quién podemos echar mano para guiar a nuestros hijos.