Hacia el conocimiento de Dios

Hacia el conocimiento de Dios


Salmo 139


Hoy vamos a inaugurar una nueva serie de sermones acerca de los atributos de Dios. En otras palabras, vamos a considerar dos preguntas: ¿quién es Dios? y ¿Cómo es él? Creo que hablar acerca de este tema es de vital importancia porque vivimos en una sociedad que habla un montón acerca de Dios; sólo que este dios toma una gran variedad de formas diferentes. Por eso, es indispensable que podamos distinguir claramente al verdadero Dios de las muchas tipos falsos de Dios. Este problema también afecta a las personas que asisten a una iglesia. Estoy convencido que el dios que se adora y se proclama en algunas iglesias de hoy no es el que se ha revelado en las Escrituras. Querámoslo o no, tenemos la tendencia de crear y formar a Dios a nuestra imagen en lugar de aceptarlo tal y como él se nos ha dado a conocer en la Biblia.


Si tenemos una imagen correcta del carácter del verdadero Dios, entonces podremos desarrollar una adoración más correcta a él. Una autor ha hecho la observación de que la sociedad actual tiene una visión desinflada de Dios. A lo que se refiere es que Dios ya se ha vuelto alguien sin importancia. La idea de Dios no significa ni representa nada para la sociedad actual. Está como una reliquia de museo. Aún para aquellos que abiertamente expresan que creen en Dios, con sus vidas demuestran que él es menos interesante que la televisión, que sus mandamientos son de menor importancia que sus deseos materialistas, que los juicios inspiran menos asombro que las noticias del periódico y que sus verdades son menos atractivas que los comerciales de la publicidad. Es por eso que el tener un conocimiento adecuado de Dios se ha convertido en una necesidad para nuestros días. Veamos hoy algunos beneficios acerca de este tema. (Dos aclaraciones: 1. conocemos a Dios porque él se ha dado a conocer/ 2. el conocimiento de Dios es incompleto pero verdadero)


I. CONOCER A DIOS ES LA BENDICIÓN MÁS GRANDE DE ESTA VIDA


Necesitamos estudiar el carácter de Dios porque se trata de la búsqueda más grande de nuestras vidas. No hay nada que necesitemos más que conocer a Dios de una manera íntima y personal. Fue el profeta Jeremías el que escribió: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que haya de alabarse: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra, porque estas cosas me agradan, dice Jehová. Jeremías 9:23-24.


En este versículo, la palabra alabarse aquí significa gloriarse. Gloriarse en algo significa depender de ello como la causa o el medio para lograr la felicidad. No puede existir ninguna felicidad a menos que tengamos una relación cercana e íntima con aquel Dios que manifiesta su bondad, juicio y justicia en la tierra. Alguien que tiene una relación con Dios de este tipo puede experimentar la máxima felicidad porque no tiene miedo del poder de ningún enemigo o circunstancia adversa. En Juan 17:3, Jesús dijo: Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. La vida eterna es un conocimiento de Dios y de Jesucristo. ¡Qué bendición más grande! Dios, el ser más grande de todo el universo nos ha dado el enorme privilegio de conocerle personalmente a él. Cristo dio su vida para que le pudiéramos conocer de manera íntima y personal. Entonces, no hay nada más importante ni valioso en esta vida, ni conocimiento que sea más significativo para nosotros que conocer a Dios. Necesitamos desesperadamente conocer a Dios. El conocimiento de Dios es la fortaleza de nuestras vidas. El conocimiento de Dios nos da enfoque y dirección en la vida.


II. CONOCER A DIOS PERMITE UN CONOCIMIENTO CORRECTO DE NOSOTROS MISMOS.


A. El presente es el presente de la sicología y la psiquiatría. Cada vez más, la gente gasta su dinero para conocerse a sí mismos, para comprender su forma de ser. Se están volviendo cada vez más populares los tests de personalidad, que supuestamente nos dicen quiénes somos verdaderamente. La gente está fascinada con conceptos equivocados acerca de sí misma. Son comunes los seminarios de entrenamiento de ventas en los que para animarlos a vender grandes cantidades de sus productos les ofrecen conferencias motivacionales donde la idea básica es que el hombre es un ser sin ninguna limitación, con la posibilidad de lograr todos sus sueños; que nada lo puede detener, que se merece lo mejor de esta vida y que por tanto no hay obstáculos en la consecución de sus más caros anhelos. Nuestra época alaba al hombre y sus éxitos y lo coloca como el centro y medida de todas las cosas. En esta perspectiva, no hay lugar para la humildad, la auto negación y la culpabilidad porque van en contra de la idea del hombre como casi dios.


B. Dice Romanos 1 que los hombres cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y honraron y dieron culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Aquí tenemos el peligro de no poseer un conocimiento claro y verdadero de Dios. Cuando se elimina a Dios del cuadro, entonces el hombre ocupa todo el centro de la atención. No conocer al verdadero Dios conduce a la idolatría en cualquiera de sus variadas y sutiles formas. Somos seres diseñados para adorar. Y si el objeto de nuestra adoración no es Dios, buscaremos otra cosa para adorarla, lo cual es una auto adoración. Pero esta mentalidad es adecuada para el mundo que no reconoce al Dios que se nos ha revelado en la Biblia. Allí encontramos que sólo él es Dios. nada ni nadie se le parece a él. Él es santo, pero nosotros somos pecadores, necesitados de su gracia y misericordia; Dios es perfecto, pero nosotros estamos llenos de defectos y vicios; Dios es bondad, pero nosotros estamos sedientos de venganza; Dios es sabio, pero nosotros somos incorregiblemente necios; Dios está lleno de amor y gracia, pero nosotros estamos llenos de odio y egoísmo; Dios es todopoderoso, pero nosotros somos débiles y sin poder hacer nada sin su favor; Dios es autosuficiente, pero nosotros dependemos totalmente de él.


C. Tal conocimiento de Dios debería producir la misma reacción de Isaías cuando después de tener una visión majestuosa de Dios, dijo: ¡Ay de mí que soy muerto!, porque siendo hombre inmundo de labios y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos. O la de Pedro, cuando dijo: Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador. D. Somos criaturas con dignidad porque somos hechos a la imagen de Dios. La importancia que toda persona tiene se debe únicamente por haber sido hecha a imagen y semejanza de Dios. Por eso Dios exige un trato correcto a todas las personas. Es por eso que debemos tratar a la gente con respeto y consideración.


III. CONOCER A DIOS NOS PERMITE ENTENDER NUESTRO PASO POR ESTE MUNDO


A. Conocer a Dios significa también el poder comprender de manera correcta el mundo que nos rodea. Conocer a Dios es entender que las cosas de este mundo son totalmente pasajeras. Juan nos advierte en contra de amar al mundo y sus deseos: No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él, 16 porque nada de lo que hay en el mundo—los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida— proviene del Padre, sino del mundo. 17 Y el mundo pasa, y sus deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre. Pero en nuestra vida cotidiana hacemos lo contrario de este versículo, porque somos tan parecidos y amoldados al mundo:


En lugar de que nuestro anhelo y deseo sea el reino de Dios, imitamos y anhelamos toda la vanidad que el mundo nos ofrece. Es muy fácil ver esto: la moda en el vestir y los artículos que debemos adquirir; la forma en que debemos gastar nuestro dinero.


En lugar de preocuparnos por si estamos agradando a Dios en todo lo que hacemos y decimos, nos sentimos muy mal si no estamos a la medida de las exigencias de este mundo.


En lugar de mirar todo a la luz de la eternidad de Dios, estamos tan aferrados a sus valores, gustos y modas temporales que nos olvidamos que todo eso pasará, que Dios nos ha llamado a vivir por toda la eternidad con él.


B. La gente vive con la equivocada filosofía de: sólo se vive una vez. No es cierto. Después de morir hay vida. Y la vida eterna con Cristo será tan diferente que no vale la pena compararla con lo que podemos recibir aquí en la tierra. Creo que nuestro testimonio en el mundo sería mucho más efectivo para los incrédulos si miráramos la vida en este mundo como Dios lo ve: un lugar temporal en el que Dios nos ha puesto para anunciar y manifestar su gloria a todos los hombres y no como el destino final de nuestra existencia.


IV. CONOCER A DIOS CONDUCE A LA SANTIDAD DE VIDA


A. Conocer los atributos de Dios nos debe llevar a niveles más altos de espiritualidad. Martín Lutero dijo: conocer a Dios es adorarlo. Y tenía razón. Es muy cierto que nuestra adoración a Dios está limitada seriamente por el conocimiento que tengamos de él. ¿Cómo adorar verdaderamente al Dios soberano y majestuoso si creemos que únicamente nosotros somos los que tenemos en nuestras manos el destino de nuestra propia vida? ¿Cómo adorar verdaderamente al Dios que provee todas las cosas si creemos que todo se debe a nuestros esfuerzos? ¿Cómo adorar verdaderamente al Dios que es tres veces santo y caer de rodillas ante él si no creemos que somos pecadores en constante necesidad de su gracia y misericordia?


B. Si hoy nuestra alma está como hueca y seca, es porque hemos dejado de admirarnos de la grandeza de Dios. Seguramente es porque hemos dejado de necesitarlo como cuando vinimos a él para la salvación de la condenación eterna; es porque él ha perdido todo atractivo para nosotros; es porque nos hemos acostumbrados a él; Dios se ha hecho tan familiar que ya no es novedad y se ha vuelto algo común y corriente; es porque ya no nos asombra ni nos infunde temor su carácter recto y justo; es porque hemos perdido toda sensibilidad a su misericordia con que nos amó y escogió desde la fundación del mundo.


C. Si en el fondo, ud. se siente así, le invito a buscar a Dios con todo el corazón: Entonces me invocaréis. Vendréis y oraréis a mí, y yo os escucharé. Me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón.