Las abuelitas de Jesus
Sabía usted que el mayor pasatiempo de muchísima gente es el ocuparse en las genealogías. En efecto, muchos buscan datos acerca del árbol genealógico familiar, nos agrada rebuscar y coleccionar información acerca de nuestra propia familia. Hay quienes tienen un pedigrí completo que incluye por lo menos tres o cuatro generaciones.
Sabemos bien lo que significa esconder la basura debajo de la alfombra. Parte de la naturaleza humana es pretender ocultar nuestros secretos de la mirada de los demás. Si alguien realizara una “investigación genealógica” de su pasado o del mío, ¿Se descubrirían acaso algunos secretos que a usted o a mí no nos agradaría revelar? La gente con “basura bajo la alfombra” tiende a pensar que están excluidas de la Familia de Dios. Ellos piensan que sus errores y los de sus ancestros los descalifican de llegar a ser adoptados por Dios como Sus hijos.
El Capítulo 1 del Evangelio de Mateo, describe a partir del versículo 18, los detalles del nacimiento de Jesús hace casi 2,000 años; pero antes de aquel relato; partiendo del verso 1, se hace una extensa lista de la Genealogía de Jesucristo que comienza con Abraham y culmina con José, el esposo de María de la cual nació Jesús, llamado el Cristo.
A menudo las listas nos dicen con exactitud si estamos incluidos o excluidos de algún evento. ¿Estoy invitado al Banquete? ¿Puedo jugar golf en este club? ¿Estoy en la placa conmemorativa de los graduados del Colegio? ¿Estaré en el equipo que saltará al campo de juego? ¿Tengo un asiento en el vuelo de regreso a casa?
Si usted o yo hubiésemos escrito La Biblia, especialmente en lo que hace referencia al árbol familiar de Jesús, probablemente trataríamos de ignorar o pasar por alto –aun a costa de sacrificar la verdad– a personajes cuyas vidas podrían traer bochorno a la sensibilidad familiar. Al considerar las abuelitas de Jesús, cuyos nombres aparecen en la lista del Capítulo 1 de Mateo, formando parte de su árbol genealógico, no podemos hacer menos que sorprendernos. Esta lista es impactante y hace resaltar la Gracia maravillosa de Dios reflejada en las vidas de hombres y mujeres, con un pasado salpicado de mundanalidad, que incluye la intriga de los seres humanos. Consideremos pues los casos de estas 3 abuelitas de nuestro Amado Salvador Jesucristo.
TAMAR – La historia completa de esta mujer está en Génesis 38:1-30. Tamar es un personaje sórdido, cuya vida parecía estar vinculada a la tragedia, la indecencia y la desesperanza. A menudo las mujeres no se mencionan en absoluto en las genealogías, pero ¿Por qué incluir a Tamar? ¿Por qué Mateo incluye en la lista a este personaje que “escandaliza”?
Tamar, una extranjera cananea se desposó en primeras nupcias con Er, primogénito de Judá, hijo de Jacob. Éste hizo lo malo ante los ojos de Dios y el Señor le quitó la vida. Tamar fue entregada conforme a la costumbre, al segundo hijo de Judá llamado Onán, a fin de levantar descendencia para Er, su hermano mayor. Onán, hizo también lo malo ante Jehová y así mismo murió. Finalmente, temiendo Judá que Sela, su tercer hijo, correría con la misma suerte que sus dos hijos mayores, engaño por muchos años a Tamar postergando su compromiso con Sela. Tamar advirtiendo el engaño de su suegro, recurrió a un ardid para levantar descendencia. Simulando ser una prostituta, sedujo a su propio suegro de quien engendró a Fares y a Zara.
RAHAB. El relato de la vida de Rahab podemos encontrarlo en Josué 2:1-24; 6:22-25. El libro de Josué es probablemente el más nacionalista de los libros de la Biblia. El pueblo israelita estaba enfocado en la conquista de la tierra de Canaán y eran personas muy desconfiadas de los extranjeros. Josué por tanto, envió a dos espías para investigar el poderío militar de Jericó y desarrollar así una estrategia de guerra para conquistar la ciudad.
Dentro de Jericó habitaba una mujer de pobre reputación. Rahab era una mujer estigmatizada. Ejercía la profesión más antigua del mundo, era una “cualquiera”, una prostituta. En lugar de denunciar a los espías israelitas, los escondió estratégicamente e hizo una demanda: “¡Inclúyanme en su lista!”. ¿Podría una mujer con estas características, ser considerada para formar parte de la nómica del pueblo de Dios?
Rahab tuvo un lugar junto al pueblo de Dios. Su fe disparó acciones inmediatas. Primero, ella confesó su temor y confianza en el Señor, abandonando las viejas creencias de su familia y aferrándose a Dios y a Sus promesas. Segundo, ella escondió a los espías poniendo en peligro aun su propia vida. Adicionalmente, colocó un cordón rojo sobre su ventana por varios días, como señal de su pacto con los espías, mientras sus libertadores celebraban la pascua antes de marchar para conquistar la ciudad de Jericó.
Rahab finalmente salvó su vida y la de su familia. Fue insertada inmediatamente al pueblo judío, luego se casó con un hombre llamado Salmón de quien engendró a un varón llamado Booz; éste a su vez, se casó entrado en años, con una viuda moabita llamada Rut.
RUT – La fascinante historia de esta mujer moabita se relata en el libro que lleva su nombre. Esta abuelita de Jesús también acarreaba tras de sí un trasfondo que hacía presagiar tan solo desventura, vergüenza, y maldición.
El origen del pueblo de Moab, del cual Rut era una descendiente, tenía todos los ingredientes de un “Talk Show” de chismes e intriga. Léase el libreto en Génesis 19:30-38 Lot, sobrino de Abraham tuvo dos hijas, las cuales viendo que no había hombres de su parentela de la cual levantar linaje, echaron mano del recurso más cercano, así embriagaron a su padre para acostarse con él y levantar descendencia familiar. De esa relación incestuosa nacieron dos naciones enemigas de Israel: Amón y Moab.
Rut, la nuera de Noemí provenía de Moab, su vida estaba marcada por la vergüenza y por el dolor. Vergüenza por causa de sus ancestros y dolor por su temprana viudez por la muerte de su esposo Majlón. Cuando su suegra Noemí, viuda y desamparada como ella, la instó a volver a Moab y a sus dioses, Ruth replicó: “¡No insistas en que te abandone o en que me separe de ti! Porque iré adonde tú vayas, y viviré donde tú vivas. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios. Moriré donde tú mueras, y allí seré sepultada. ¡Qué me castigue el Señor con toda severidad si me separa de ti algo que no sea la muerte!” Rut 1:16,17.
Esta firme resolución de Rut la ligó para siempre con el pueblo israelita y con Jehová el Señor. Al poco tiempo las bendiciones del Altísimo la alcanzaron: Booz, un pariente de Noemí, nieto de Rahab, se casó con Rut y tuvieron un hijo Obed, padre de Isaí, padre del Rey David, de cuya casa nacería el Cristo.
Al recordar el nacimiento de todo niño usualmente echamos una mirada al álbum de fotos del pequeño que incluye en muchas ocasiones el árbol familiar. Estando a pocos días de recordar el advenimiento de Jesús a este mundo, se hace necesario considerar el árbol genealógico de nuestro amado Salvador Jesucristo en lo que refiere a su linaje humano. Ambos eventos, guardan estrecha relación al punto que el primer capítulo del Evangelio de Mateo, contiene exclusivamente detalles de la genealogía y del nacimiento del Mesías.
A Dios le ha placido mostrar completo y sin ediciones el árbol ancestral de Su Hijo Jesús, queriendo mostrar con ello que verdaderamente Jesús participó en todo el extenso sentido de la palabra de carne y sangre; sus ancestros humanos, fueron hombres y mujeres cuyas vidas estuvieron salpicadas de virtud y vileza, de gloriosas gestas y estrepitosas derrotas; en esencia, de todo lo que comprende el ser humano. Por éstas características únicas, Jesús, el Hijo del Hombre, se pudo identificar mejor que nadie con la raza humana y sus miserias; pero a la vez, Jesús como Dios Eterno pulverizó la muerte y dio verdadera libertad al hombre para vencer la obra del diablo traducida en: muerte, robo y destrucción.
Ni usted ni yo podemos formar parte de este árbol a no ser por medio de la fe; por medio de ésta, podemos llegar a ser hijos de Dios y descendientes espirituales de Abraham (Ro.4:16). Además, por medio de la fe podemos integrar una lista de Dios, la de sus hijos, que incluye los héroes de la fe que se mencionan a lo largo del capítulo once del Libro a los Hebreos. Esta lista de testigos de Dios no ha terminado de escribirse e incluye páginas en blanco destinadas a aquellos que habrán de creer en Jesús.
Si hasta hoy usted consideró que no es lo suficiente digno, que no tiene las credenciales, ni califica para ser incluido en la lista de Dios, le tengo una hermosa noticia. Dios amó al mundo de tal forma que entregó a Jesús para que todo aquel que ponga su confianza en Él y lo sirva, tenga vida eterna. Jesús es un restaurador maravilloso y desea escribir páginas en el libro de su vida con un final feliz y glorioso, aun cuando los primeros capítulos del libro de su vida, no auguren un final feliz, aun cuando usted sea consciente de tener “basura bajo la alfombra”.
Dios entregó a la humanidad el más grande y mejor regalo, Su mismo Hijo Jesús. Con Jesús, su triste o vergonzoso pasado no lo destina a un futuro de miseria, dolor y vacío.
Jesús espera por su invitación para hacer nuevas todas las cosas, para regenerarlo y ofrecerle Justicia, Alegría, Paz y Vida Eterna. Haga de ésta, la más hermosa y bella Navidad de su vida. En estas fiestas vincúlese a la Familia de Dios, haga de Jesús su salvador personal. Al hacerlo, le estará también diciendo: “¡Señor, inclúyeme en tu lista!”