Esperanza después de la muerte
Job 14:7-15
Proposición Temática:
Job reconoce que el árbol tiene esperanza pero tiene conciencia de que el hombre no la tiene, y presenta, que debe haber más esperanza para un hombre que para un árbol.
Tema:
Todos reconocemos que un árbol puede retoñar después de ser cortado, muchos creen que el hombre muere y ya no vuelve a vivir, pero ¿es posible que un árbol tenga más esperanza que nosotros los hombres?
Énfasis.
Mostrar que el anhelo que tenemos de Dios y de una vida futura es de parte de Dios, y no es posible que yo ame a Dios más de lo que él me ama a mí.
Introducción.
La Biblia enseña que Job fue un hombre íntegro y piadoso del Antiguo Testamento. Vivió en el país de Uz (Job 1:1). La primera mención de Job en cualquier otro libro del Antiguo Testamento se halla en Ezequiel 14:14, 16, 20. Este patriarca vivió en alguna parte al este de Palestina, en las proximidades del desierto, en una época en la que los caldeos hacían incursiones hacia occidente. (Escuain, pp.602-603).
En algunas secciones del libro de Job lo encontramos hablando con Dios y consigo mismo. El capítulo 13:12, el había aludido a la inconsistencia de sus amigos. En los versículos del 1-15 de este capítulo lo encontramos contemplando su propia debilidad y suplica al eterno Dios, su Dios Jehová que tenga a bien mitigar su miseria. El nos hace referencia a la vida humana, dice que es corta y mala, pecaminosa y escatimada. Habla también de la muerte humana, y dice que ella pone punto final a la vida presente, a la que no hemos de volver. La muerte nos libera de las calamidades de la vida, destruye las esperanzas de la vida, nos despide de los negocios de la vida y nos rodea de oscuridad en cuanto a lo que sucede a nuestros parientes más allegados, por mucho que haya sido el interés que por ellos hayamos tenido antes.
En esta poción Job nos habla de la caducidad de la vida humana, mencionando la frase “todo hombre nacido de mujer”, que indica fragilidad, pocos días y malos. El ilustra la fragilidad de la vida con dos bellas imágenes como son la de una flor que es cortada en medio de un esplendor, y la de una sombra que huye siempre, por más que se quiera alcanzarla, y desaparece al llegar la noche. Job vivió alrededor de 130 años, pero los tuvo como cortos; David murió colmado de días, a pesar de todo ello la vida siempre parece muy breve cuando ya se ha pasado, y toda la escritura pondera de muchas maneras esa brevedad. La vida humana se torna en una vida llena de sinsabores, es decir con problemas, disgustos, penas y dolores. “Los momentos gratos se pasan rápidamente, mientras un simple dolor de muelas parece durar una eternidad.” (Henry, pp. 68-69).
Al leer estos versículos de Job reconocemos que los árboles tienen esperanza de retoñar después de ser cortados, y parece ser que los hombres al morir no tienen ninguna esperanza de volver a la vida física después de morir físicamente. Como seres humanos intuimos la realidad de la esperanza anhelada teniendo como base la resurrección de Cristo nuestro Señor.
I. RECONOCEMOS LA ESPERANZA DEL ÁRBOL (VV. 7-9).
La esperanza es descrita en la Biblia como la espera de algo que no se ve, pero que ha sido prometido (Romanos 8:24-25).
Bienaventurado es el hombre que tiene su esperanza puesta en el Señor; aunque surjan tribulaciones no dejará de llevar fruto (Jeremías 17:7-8). No hay vergüenza alguna en la esperanza del cristiano: se trata de una firme ancla para el alma, porque el Señor mismo es nuestra esperanza, y Cristo en nosotros, es la esperanza de gloria. La Venida de Cristo, no la muerte, es la esperanza bienaventurada del cristiano (I Tesalonicenses 4:13-18; I Juan 3:2,3). (Escuain, p. 330).
Podemos notar en Job que la muerte es la partida definitiva de este mundo. Un árbol tiene esperanza de volver a retoñar, en cambio el hombre ya no.
A. AUNQUE SEA CORTADO. (v. 7).
“Por si el árbol fuere cortado, aún queda de él esperanza; retoñará aún, y sus renuevos no faltarán.”
La mayoría de los árboles una vez que son cortados sobre todo en tiempo de invierno tienen muchas probabilidades de retoñar, de producir hijuelos o como dice Job no le faltarán sus renuevos. Entonces un árbol tiene esperanza de continuar con vida una vez cortado, puede volver a retoñar pero el hombre no. En ello podemos notar que la muerte es la partida definitiva del hombre de este mundo. Es un adiós total a los disfrutes de este mundo.
En el versículo anterior Job le pide a Dios que debiera aflojar la persistencia de su castigo para que el hombre por lo menos obtenga la satisfacción que el jornalero recibe en su día de trabajo. El pedido de un tiempo, por breve que parezca, durante el cual pueda esperarse un cierto gozo se basa en la creencia de que el hombre no tiene oportunidad para gozar después de la muerte. El hombre dice Job no es como un árbol que tiene la esperanza de volver a vivir aun si es cortado muy cerca de sus raíces. (Chapman, 51).
En este versículo vemos que Job al ver su propia experiencia de vida y en lo que ha aprendido de los demás contrasta definitivamente el destino del hombre con el de los árboles. El expresó enfáticamente que hay más esperanza de nueva vida para un árbol que para el hombre. Cuando un árbol dice Job es talado usualmente nuevos brotes le crecen. Sin embargo el hombre muere y desaparece como el agua que se evapora en un lago seco o en el lecho vacío de un río (Smith, pp. 69-70).
B. AUNQUE SE PUDRA EN LA TIERRA. (vv. 8-9).
“Si se envejeciere en la tierra su raíz, y su tronco fuere muerto en el polvo, al percibir el agua reverdecerá, y hará copa como planta nueva.”
Es increíble, en el estado de Chiapas hay una planta conocida como Winte otros la conocen como palma, da una flor blanca, se usa comúnmente para dividir una parcela de la propiedad de otra persona. Hay épocas del año en que los campesinos las cortan, las arrancan y dejan los manojos amontonados en las orillas de la calles. Después de cierto tiempo cuando empieza a caer la lluvia, estas ramas casi secas empiezan a reverdecer y están luego listas para volver a ser sembradas. Obviamente el tronco está en mejores condiciones de echar retoños aunque parezca podrido.
Es interesante entonces que aunque el árbol envejezca en la tierra su raíz, al contacto con el agua, empieza a recuperar su vida, a crecer con nuevos retoños y de este modo vuelve a vivir. Este proceso es extraordinario, es una acción directa de la mano de Dios en su naturaleza. Dice Job que la copa del árbol una vez cortada y al borde de ser podrido tiene las posibilidades de que sus retoños vuelvan a formarse como si fuera un árbol nuevo con una copa nueva. (Chapman, p. 5).
Podemos ver que Job nos enseña en esta porción que la muerte física del hombre es la partida definitiva de este mundo. Un árbol cortado puede volver a vivir, puede volver a retoñar, pero el hombre, una vez que expira, yace y no vuelve a levantarse (Henry, p. 69).
II. NEGAMOS LA ESPERANZA DEL HOMBRE (VV. 10-12).
“Más el hombre morirá, y será cortado; perecerá el hombre, ¿y dónde estará él? Como las aguas se van del mar, y el río se agota y se seca, así el hombre yace y no vuelve a levantarse; hasta que no haya cielo, no despertarán, ni se levantarán de su sueño.”
¿Qué es el hombre? Una de las palabras que se usa en el Antiguo Testamento para hablar del hombre es Adam (hombre), es un término genérico para el hombre, implicando “fortaleza y vigor”, de mente y de cuerpo. Se emplea apara hablar de la humanidad, los hombres, en singular y en todo absoluto y nunca en sufijos. “La mayoría de los empleos de esta palabra están relacionados directa o indirectamente con ese carácter del hombre; el hombre existe frente al supremo Dios, como ser vivo, con limitaciones que le provienen de su carácter criatural.” (Jenni, pp. 90, 110).
Es una criatura asombrosa de la naturaleza. Los naturalistas creen que el hombre es solo un animal, los idealistas y los panteístas creen que es un fragmento de la divinidad, una parte de Dios. La ciencia nos dice que es la culminación de un proceso evolucionario. La Biblia nos da la respuesta, nos dice que el hombre es la corona de la creación de Dios, es creado a la imagen y semejanza de Dios. Fue creado para tener una comunión personal y eterna con Dios, por lo tanto tiene entendimiento racional, obediencia moral y comunión religiosa. Dios le dio dominio sobre los animales y se le ordena a juzgar la tierra, es decir, consagrarla al servicio espiritual de Dios y el hombre. A causa del pecado el hombre llega a ser efímero, pasajero, vulnerable a la maldad de este sistema. Se puede ver que el destino del hombre no es una mera existencia sin fin, sino que es moral, sea una vida redimida y preparada para la eternidad, o una vida bajo el perpetuo juicio de Dios. (Harrison, pp. 264-267).
En medio de tantas limitaciones y vulnerabilidades, en la experiencia de vida del hombre comparándolo con la vida de los árboles uno pude llegar a preguntarse ¿Cómo es posible que un árbol a pesar de ser cortado tenga esperanza de retoñar y los hombres muertos no tienen esperanza?
A. AUNQUE MUCHOS DICEN ESO.
Job dice que el árbol tiene esperanza de retoñar sin embargo el hombre morirá y será cortado de entre los vivientes, perecerá y ¿dónde estará él? En el tiempo del profeta Isaías la gente decía: comamos y bebamos porque mañana moriremos. Aun en la actualidad podemos ver que el hombre no le ha dado la importancia debida a la vida, goza de todos los placeres de este mundo porque al final de cuentas según él todo se acaba, el hombre desaparece y se terminan toda clase de esperanza. Sin embargo cuando una persona reconoce a Cristo como su Señor y Salvador personal tiene esperanza porque su ideología, su cosmovisión cambia.
Parece ser que el hombre no tiene la oportunidad para gozar después de la muerte. El hombre no es como un árbol que puede volver a vivir aun si es cortado muy cerca de su raíz. Aun si se envejeciere su raíz al percibir el agua vuelve a vivir. Esto no ocurre con el hombre. Cuando el hombre muere, termina. El hombre muere como las aguas se van del mar. Hay lugares en nuestro país donde existen lagunas pequeñas, pero si el clima es muy caliente y seco, éstos tienden a evaporarse rápidamente y por su puesto desaparecen. Podemos decir entonces que el hombre es como el río que se agota y seca. (Purkiser, pp. 51-52).
La vida de algunos de los insectos se restaura con el calor del sol. Sin embargo la vida humana una vez que se ha marchitado se torna en demasiado grande, noble como para hacerla volver mediante los poderes de la naturaleza; fuera de alcance de la lluvia y el sol Henry, p. 68-69).
B. PORQUE CREEMOS EN LA RESURRECCIÓN DE CRISTO.
Job dice que el hombre muere y desaparece como el agua que se evapora en un lago seco o en el lecho vacío de un río. No hay pérdida más completa o menos recuperable que el agua que ha sido absorbida por la tierra seca. La descripción de la muerte hecha por Job es uno de sus propósitos impresivos. Zofar había empleado la figura del agua que pronto pasa, para poder describir de manera panorámica la naturaleza de la miseria (11:16); en esta porción Job la utiliza para referirse al concepto definitivo de la muerte como el retorno al polvo. (Smith, pp. 60-70)
Los hijos de Dios tenemos esperanza aun después de la muerte. Esta vida es solamente pasajera. Para los cristianos la muerte no es el final sino el inicio de la vida en la presencia de Dios. Pablo el apóstol pudo decir: “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.” (Filipenses 1:21). Como humanos negamos la esperanza del hombre. Pero como creyentes tenemos esperanza aun después de la muerte por que Cristo resucitó. De manera que la resurrección es el principio fundamental de los tratos de Dios en gracia hacia el hombre, ya que el hombre se encuentra bajo sentencia de muerte debido al pecado. Nuestra esperanza es que así como Cristo resucitó también nosotros resucitaremos de entre los muertos. Mismo Job dijo: “Yo se que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo; y después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios, al cual veré por mí mismo, y mis ojos lo verán, y no otro.” (Job 19:25-26). (Escuain, p. 1001-1002).
III. INTUIMOS LA REALIDAD DE LA ESPERANZA ANHELADA (VV.13-15).
Si un árbol tiene esperanza de retoñar aun estando cortado, cuanto más el hombre que es hecho a la imagen de Dios. Por ser creados por Dios intuimos que la vida física es pasajera, nos espera una vida eterna ya sea con Dios o sin Dios. Job dijo: “Yo se que mi Redentor vive” (19:25). Si el Dios eterno vive los que esperamos en él también viviremos con él por toda la eternidad. ¡Bendito sea Dios hay esperanza para el hombre mejor que la esperanza de los árboles!
A. PARA NOSOTROS LA MUERTE ES GANANCIA.
¡OH, quién me diera que me escondiere en el Seol, que me encubrieses hasta apaciguarse tu ira, que me pusieses plazo, y de mí te acordarás!
La Biblia enseña que la muerte es un retorno al polvo, es el final de la vida humana, es consecuencia del pecado de la humanidad. Pablo nos dice que por la trasgresión y desobediencia de un hombre (Adán) entró la muerte al mundo, pero por la obediencia de un hombre (Cristo) entró la vida a este mundo (Romanos 5:12-21). El hombre le teme a la muerte, el hombre no quiere saber nada respecto al tema de la muerte. Mismo Job en su desesperación a raíz de todo el sufrimiento que estuvo pasando expresó en su diálogo con Dios: “¡Oh, quien me diera que me escondieses en el Seol, que me encubrieses hasta apaciguarse tu ira…!”
“La palabras Seol se usa a través de todo el Antiguo Testamento en dos sentidos: (1) literalmente, de un lugar profundamente bajo tierra donde los muertos moran (Deuteronomio 32:22; Isaías 14:9, 15) y (2) figuradamente, en cuanto a un grave peligro o sufrimiento (Salmo 116:13)”. (Harrison, p. 493).
El Seol era considerado un lugar de olvido y de reposo para el creyente (Job 3:13-19). Tal vez esta es una de las razones por las cuales Job quiere que alguien lo esconda en el Seol (hasta que pase la ira del Señor), un lugar donde no se sabe nada de esta vida y sus sinsabores. Los impíos mantienen su personalidad en el Seol (Isaías 14:9-10; Éxodo 32:21-31). Sin embargo los creyentes del Antiguo Testamento tenían la certidumbre de la gloria futura y de la resurrección del cuerpo (Job 19:25-27; Salmo 16:8-11; 17:15; 49:14-16; 73:24-26; Daniel 12:2-3). (Escuain, p. 1082).
Los comentaristas creen que en su glorificación el Señor Jesucristo liberó a los muertos creyentes, y los llevó con El al cielo mismo. El hecho es que desde entonces los muertos en el Señor, en lugar de descender a la morada de los muertos, van directamente a la presencia de Cristo. El apóstol Pablo prefiere partir y estar con el Señor, lo cual dijo él es muchísimo mejor (Filipenses 1:21-24; II Corintios 5:6-8). La muerte llega ser para nosotros los creyentes “ganancia”; por lo tanto deja de ser muerte como tal (Juan 11:25).
B. PARA NOSOTROS LA MUERTE NO ES EL FIN.
“Si el hombre muriere, ¿volverá a vivir? Todos los días de mi edad esperaré, hasta que venga mi liberación.”
Para nosotros los creyentes la muerte se torna en una bendición, ya que por medio de ella somos trasladados a la presencia de Dios. La muerte es una puerta al cielo. No es el fin, al contrario es el inicio de la vida eterna al lado del dador de la vida. Al lado de aquel que dijo: “Para que donde yo esté vosotros también estéis.” (Juan 14:3). Estar con Jesús es disfrutar conscientemente su presencia, y el deleite más grande que un ser humano pueda tener. Cuando un inconverso muere los familiares suelen decir:”lo hemos perdido”. Los creyentes cuando muere un familiar no podemos decir lo mismo, puesto que algo que perdemos no sabemos donde está, sin embargo cuando muere un familiar los creyentes sabemos donde se encuentra. Los creyentes cuando morimos no pasamos a un lugar intermedio o al Seol de los judíos, los creyentes pasamos directamente a la presencia de Dios (Lucas 16:22-25).
Puedo ver en este versículo cierta duda y esperanza de Job. De que sirve que el hombre viva tantos años si al final no se sepa nada de él. La pregunta de Job es ¿volverá a vivir? En la pregunta el coloca esperanza al decir: todos los días de mi vida esperaré, hasta que venga mi liberación. Cuando experimente la muerte experimentará la vida de Dios.
Morir es empezar a vivir en Dios. Pablo el apóstol dijo que “si vivimos para el Señor vivimos, y si morimos para el señor morimos.” (Romanos 14:8).
Que bendición la muerte para el creyente no es el fin. El salmista expresó: “Estimada es a los ojos de Jehová la muerte de sus santos.” (Salmo 116:15).
Cuando Job se hace esta pregunta podemos ver en él un ferviente deseo de vivir, nace en él la esperanza, después de la muerte Todos los días de mi vida esperaré hasta que venga mi liberación. Aquí la palabra “liberación” connota la idea de un prisionero que ha obtenido su libertad después de haber sido cogido en la guerra. (Zuck, p. 75). La muerte viene siendo una liberación de las ataduras de este mundo y produce la vida para siempre con el Señor.
Podemos decir que la pregunta de Job el Señor Jesucristo la contestó en la Aldea de Betania cuando Marta le dijo que su hermano Lázaro resucitaría en el día postrero. Jesús le dijo: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que cree en mí no morirá eternamente” (Juan 11:25-26).
C. PARA MOSTRARNOS LA CERTIDUMBRE QUE LA VIDA ES DE DIOS.
“Entonces llamarás, y yo te responderé; tendrás afecto a la hechura de tus manos,”
Como creyentes debemos de reconocer que la vida que disfrutamos es un regalo de Dios. Dios permite las vida al hombre y el le ha puesto límites a la vida. Job reconoce que él es obra de las manos del Creador. Como criatura dice Job estoy listo cuando tu me llames, cuando escuche mi nombre yo te responderé, estoy seguro dice Job que tendrás afecto, amor, compasión por la hechura de tus manos.
Vimos en la parte de arriba que a pesar de incertidumbres en el corazón del patriarca Job palpita un gran deseo: que el Seol se convierta para él en un lugar de refugio donde pueda estar guardado o a salvo hasta que se apacigüe la ira de Dios. Cuando esta esté terminada, brillará de nuevo la bondad divina hacia él. Entonces dice Job, el Señor me llamará y yo le responderé desde lo más profundo. Así resurgirá a la vida de comunión con Dios en la que tanto se había gozado antes (Martínez, p. 122).
Una vez más afirmamos que Dios es el productor de la vida, el produjo la vida en la naturaleza, por ejemplo todo lo que es la flora y la fauna, el resto del universo. El hombre mismo es producto directo de la creación de Dios. Los árboles como parte de la creación fueron creados por la palabra de Dios. Sin embargo como seres humanos, El nos creó a su imagen y semejanza, fuimos formados y moldeados por sus propias manos. Hoy debemos reconocer que la vida que tenemos es un regalo de Dios, que procede de él y debe tornarse a El. El creó al ser humano para que le sirviera, para alabanza de su gloria, Pablo dice que ahora también hemos sido creados en Cristo Jesús para buenas obras (Efesios 2:10).
CONCLUSIÓN.
Es fascinante la comparación que Job hace en relación al árbol y al hombre. Job dice que el árbol aunque fuere cortado, envejeciere su raíz en la tierra, si su tronco fuere muerto en el polvo, a pesar de todo ello, al percibir el agua, retoñará, sus renuevos no faltarán, reverdecerá y hará copa como planta nueva. Que maravilloso ¡los árboles tienen esperanza! Esperanza de volver a florecer y de producir, esperanza de recuperar su identidad, su belleza, etc. Sin embargo dice Job el hombre no tiene esperanza, se seca como las aguas, se agota como los ríos, muere, pierde toda su belleza y no vuelve a levantarse.
El pesimismo de Job acerca de la muerte es comprensible. Lo que es notorio es su esperanza floreciente (Job 14:14). ¡Si Dios o alguien lo escondiera con los muertos (en el Seol) y luego lo volviera a sacar a la vida! ¡Si pudiera morir y volver a vivir!
Como creyentes si tenemos que soportar el sufrimiento, tenemos ventaja sobre Job, sabemos que los muertos resucitarán. Tenemos esperanza la cual se basa en las promesas de Dios, en la resurrección de Cristo de entre los muertos. Pablo dijo si Cristo no resucitó vana es nuestra predicación, vana es nuestra fe. Si Cristo no resucitó tampoco los muertos resucitaran.(I Corintios 15:13-17, 20). Pero como Cristo resucito los creyentes tenemos esperanza, resucitaremos en el día postrero para estar para siempre con el Señor.
El árbol tiene esperanza, es cierto. Pero un árbol no tiene alma, no siente dolor, tristeza, no experimenta el perdón de los pecados, la paz, la vida abundante. Como hombres creyentes tenemos todo ello. Aun el inconverso tiene esperanza de resucitar pero para condenación. Los creyentes resucitaremos para vivir para siempre con el Señor.
Les invito a reflexionar sobre la esperanza del árbol y las promesas, la esperanza que tenemos como cristianos en las Escrituras. Job expresó: “Si el hombre muriere, ¿volverá a vivir? (Job 14:14), El Señor Jesús, el Señor de la vida y de la muerte responde: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente.” (Juan 11:25).
BIBLIOGRAFÍA
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Luz, José Ojeda. El Libro de Job. Morelia, México. Ediciones “ETESA”, 1964.
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Nelson, Wilton M. y otros. Diccionario Ilustrado de la Biblia. Miami, Florida, EE. UU. Editorial Caribe, 1990.
Trenchard, Ernesto. Introducción a los libros de la Sabiduría y una Exposición del Libro De Job. Trafalgar, Madrid. Editorial Literatura Bíblica, 1972.
Zuck, Roy B. Job. Terrassa, Barcelona, España. Publicaciones Portavoz Evangélico, 1981.