El llamado de Dios

El llamado de Dios


Isaías 6:1-9


INTRODUCCIÓN:


Había muerto el tan querido rey Uzías, después de haber dirigido los destinos de Judá por cincuenta y dos años. Su administración fue caracterizada por paz y prosperidad. El trono estaba vacante, por lo tanto eran horas de desesperación y angustiaba. Isaías como todo buen creyente acude al templo, buscando la asistencia de Dios, quien le otorga, en lo que parecía, su hora más desesperante, una visión extraordinaria. El llamado de Dios en la vida del profeta Isaías se produce cuando él puede ver, porque Dios descorre el velo, hacia tres direcciones ¿Cuáles son estas tres direcciones? La primera tiene que ver con:


I. UNA MIRADA HACIA DIOS (vv. 1-4)


1. Todo llamado al ministerio tiene su comienzo con una experiencia profunda con Dios. Isaías descubre a Dios como:




  • a) Soberano “sentado en su trono reinando”



  • b) Omnisciente “conocía todo lo que estaba aconteciendo y el propio profeta sintió ser denunciado”



  • c) Omnipresente “llenaba toda la tierra”



  • d) Pero aprendería además que él es Santo: “Dios estaba separado de todo”, los serafines lo proclamaban diciendo: “santo, santo, santo”. Todo aquel que anhele representarlo deberá también ser “santo”



  • e) Dios no ha cambiado (Ap. 4: 8)


2. Esa visión es la nos hace responsable y nos impulsa a comprometernos con la misión. Después de una visión similar, tanto fue el impacto recibido que:




  • a) Moisés (Ex. 3:1-12) como



  • b) Saulo de Tarso (Hch. 9: 1-9 y 1Cor. 15: 8)



  • c) Quedaron comprometidos con los planes de Dios de por vida.


3. Según la experiencia que hayamos tenido con Dios, así la expondremos, comunicaremos a los demás. Por lo tanto, no puede haber llamado al ministerio sin una previa mirada espiritual hacia Dios.


II. UNA MIRADA HACIA SÍ MISMO (vv. 5-7)


1. Debemos reconocer nuestras flaquezas y debilidades. Note que no fue hasta que tuvo una visión de Dios que Isaías no se percataba de sus propios pecados. Un encuentro con Dios nos hace ver como Dios nos ve.




  • a) En el capitulo anterior había pronunciado contra el pueblo una serie de ayes (Is. 5),



  • b) Pero ahora es él quien dice “ay de mí”.



  • c) Su conciencia es despertada. Ahora estaba siendo medido por la vara de Dios. Encontrarnos con Dios, nos quebranta y nos vuelve más humildes, necesitados de él..


2. Note la amplia confesión de Isaías “Ay de mí” que:




  • a) “Soy muerto” (Ex. 33:20) Un mortal viendo al Alto y Sublime era algo imposible.



  • b) “Soy hombre de labios inmundos”; producto de un corazón inmundo



  • c) “Habito en medio de un pueblo de labios inmundos” note que se estaba dejando influenciar. “Que ellos se conviertan a ti, y no tu…” Como la confesión fue específica, abundante también fue el perdón otorgado por Dios.


3. No debemos salir a servir al Señor sin antes ser limpios. No deberíamos predicar a la gente lo que todavía nosotros mismos no hemos experimentamos. Dios suplió la necesidad de Isaías con el carbón ardiente. Note que ante la urgente oración por necesidad de limpieza, Dios contestó con total ligereza. Hoy ante la necesidad de limpieza tenemos: Por nuestra parte la confesión y de parte del cielo la aplicación de la preciosa sangre de Cristo. Hay posibilidad de limpieza de tus pecados (1 Jn. 1: 7, 9)


4. Debemos entender que Dios no se nos revela por nuestras cualidades, sino por pura gracia y por gracia nos usa, él bien pudiera usar a los seres angelicales, pero nos usa a nosotros, claro luego de que somos limpios de pecado.


5. Él sigue llama a creyentes a su obra, pero pocos responden a él. Muchos no lo hacen por sentirse indignos, al mirarse a sí mismo. Pero permite hoy que el Señor te haga apto, como lo hizo con Isaías, lo hará también contigo, si se lo permites.


III. UNA MIRADA HACIA LOS DEMÁS (vv. 8-13)


1. Debemos conocer al pueblo al ministramos. Una vez que ya la necesidad es suplida en nosotros, podemos recién preocuparnos por los demás.


2. Debemos entender que la misión no era nada fácil. Si observamos los capítulos 1 al 5 notaremos la caótica condición espiritual del pueblo. Era un pueblo que lo que menos quería era escuchar un mensaje de Dios, y mucho menos de arrepentimiento de sus pecados.


3. Debemos entender que Dios se nos revela con un propósito:




  • a) Dios inquieta a Isaías con un fuerte interrogante



  • b) Isaías responde a Dios con un “sí” contundente y se pone a su disposición


4. Toda visión que no es seguida por disposición jamás nos conducirá a la misión.




  • a) La pregunta del Señor sigue vigente todavía. ¿Cuál será tu respuesta?



  • b) ¿Estarías dispuesto a ir dondequiera que el Señor te dirija o envíe para ganar almas para él?



  • c) ¿Te levantarías a predicar sin que te importe como es que responderá la gente frente a tu mensaje?


5. Que al mirar a la gente, a la necesidad, puedas mirar como mira el Señor a las multitudes (Mt. 9:36-38).  La compasión es diferente a sentir lástima. La compasión nos mueve a hacer algo para suplir esa necesidad; y el Señor lo hizo, ahora espera por ti.


CONCLUSIÓN:


Aquel día Isaías entraba al templo desconsolado y desesperado por la situación que atravesaba la nación. Pero cuando sale, ya no era más el mismo. Ahora salía con un llamado divino. Dios lo ocuparía como su vocero. No sería más un mero espectador, que ora para que el Señor envíe obreros a la mies, él mismo iría. Salía de ese glorioso lugar, sabiendo que Dios seguía teniendo el control de todo. Que lo había llamado, lo había capacitado y lo había comisionado. Salía de aquel lugar teniendo la satisfacción plena de haber respondido positivamente al llamado y estaba dispuesto a predicar la Palabra y serle fiel hasta las últimas consecuencias. ¡Puede que hoy, tu salgas de este lugar como salió Isaías aquel día inolvidable!