La torre de Babel
Gloria. Una palabra que en nuestro idioma representa esplendor, fama, virtudes, logros, cosas merecidas. La gloria… ¡Cuántas cosas pasan por nuestra mente, sin duda muy grandes, al querer imaginar el significado de GLORIA! Hoy día, luego de mucho ir y venir, pensar y meditar, me encuentro con un factor casi común entre los ministros, los cristianos que han sido puestos por Dios en un lugar determinado, para ejercer una tarea asignada, con pensamientos negros como: Hay que llegar alto. Hoy día, cada cual está abocando su vida y su ministerio y sus fuerzas para extender su propio reino y no para extender El Reino. Claro, que todos me conozcan, que todos sepan de mí, que todos me vean… ¡oh…!
Es lindo ver mi nombre en un afiche, que se me escuche aquí y allá, que alguien diga:- ¿conoces a fulano de tal?- Y que el otro responda: -¡Oh! ¡Claro que sí! ¡Cómo no conocer de él, claro que lo conozco! ¡Qué hombre de Dios!- Pero cuidado, eso nos lleva a caer en un terreno bajo y resbaladizo, que acaba en lo que tantos han acabado, edificando sus propios reinos, y olvidando la esencia del evangelio. Olvidando que Jesús mismo dijo: “Antes, hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres. Pues ensanchan sus filacterias, y extienden los flecos de sus mantos; y aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en las sinagogas, y las salutaciones en las plazas, y que los hombres los llamen: Rabí, Rabí…” Olvidando que quien era Dios se hizo hombre, y siendo maestro se hizo servidor y lavó los pies de sus discípulos en vez de exigir que sea al revés, enseñando cómo se debía servir. Y si de repente decimos que somos “siervos de Dios”, nos condenamos a nosotros mismos porque nosotros bajo el nombre de simples siervos, no servimos, sino que queremos ser servidos. Hace poco, estuve predicando en algunas Iglesias de la costa, y en la casa en donde me hospedaron, hermanos muy amados, en el mismo ministerio de las misiones que yo, me cargaban diciendo: “Nosotros estamos para servir, y tú para ser HERVIDO.” Y pensaba, a más de uno se les debería decir eso… Hay un anécdota muy cómico pero muy reflexivo que cuenta sobre la entrada triunfal a Jerusalén. De pronto, entrando a la ciudad, la gente aclamaba, gritaba: “bendito el que viene en el nombre del Señor”, tendían mantos por el camino… y repentinamente, el burro sobre el cual cabalgaba Jesús volteó y le dijo: ¿Toda esta bienvenida es para ti o para mí? Es verdad, muchos “Siervos de dios” y no “siervos de Dios”, se llevan la gloria que le pertenece a Él. Son siervos que ya no sirven, o al menos, no como deberían.
El pasaje de los Salmos, capítulo 49:16-20 (NVI) dice así:
(16) No te asombre ver que alguien se enriquezca y aumente el esplendor de su casa, (17) porque al morir no se llevará nada, ni con él descenderá su esplendor. (18) Aunque en vida se considere dichoso, y la gente lo elogie por sus logros, (19) irá a reunirse con sus ancestros, sin que vuelva jamás a ver la luz. (20) A pesar de sus riquezas, no perduran los mortales; al igual que las bestias, perecen.
Bueno, yo no creo que a ninguno de nosotros nos gustaría que el Señor nos diga bestia, pero muchas veces parecemos eso. Porque nuestras obras parecen de gente que obra instintivamente, sin amor, sin causa, sin un motivo claro. Es cierto que los ministros del Señor que están bien alto y que ahora solo edifican para sí mismos, en algún momento sirvieron a Dios como Él lo manda, de otra manera JAMÁS hubiesen llegado a donde están, pero la realidad es que ahora, han desviado su mirada del llamado original. Hoy día parece que olvidamos que Pablo mismo decía en sus salutaciones, en cada epístola: “…Pablo, siervo de Jesucristo…” y siempre exaltaba a quien le había llamado. No veo que él diga nunca: PABLO, SIERVO de Jesucristo …
La Palabra dice en Mateo 24:5 que “muchos vendrán en mi nombre diciendo. Yo soy el Cristo, y a muchos engañarán”, pero parece que esperamos que esta palabra se cumpla en Mahoma, Alá, Buda, Las Sectas que dicen venir en nombre de Dios, pero la palabra “Cristo” viene de la palabra griega “christos”, a su vez una traducción del hebreo “mashiah”, que significa “el ungido”, o Mesías. Entonces, vendrán falsos Cristos, falsos UNGIDOS. Hoy día, muchos se llaman los ungidos de Dios, que en tal caso deberían llevar a cabo la obra que Dios les encomendó llevar, pero no, parece que son ungidos por ellos mismos, porque se glorifican a si mismos. Entonces, es hora de volver a pensar: Mis obras serán pasadas por fuego, ¿qué estoy edificando? Porque normalmente, lo esplendoroso ante los hombres, al llegar al cielo se transforma en material descartable. Primera de Corintios 3:13 dice: “la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará.” Entonces, pienso yo: ¿Qué estamos edificando? ¿Hemos perdido el enfoque de para quién edificamos? ¿Nos da más resultado hablar lo que a la gente le gusta que decir lo que Dios quiere decir? Claro, porque el asno, una vez que se hizo famoso quiere que todos tengan una buena impresión de la “calidad de asno que es”, pero Jesús, una vez que bajó del asno habló lo que debía sin temor a nadie, y sus palabras lo llevaron a la muerte. Hoy día, ¿seguiríamos predicando lo que Dios predicaría aunque nos cueste la vida? Si no es así, no somos discípulos. Somos cualquier cosa menos eso. El pasaje que acabamos de leer, de 1 Co. 3:13, en la NVI se traduce así: “su obra se mostrará tal cual es, pues el día del juicio la dejará al descubierto. El fuego la dará a conocer, y pondrá a prueba la calidad del trabajo de cada uno.” Es un juego de palabras más contundente, pero es hora de que lo veamos así.
Recordemos por un momento lo que la palabra enseña en la Torre de Babel (Génesis 11:1-9) La palabra enseña que cuando se quisieron hacer grandes los humanos, desterrando a Dios de su creación, Dios fue muy contundente, directamente los confundió. Él enloqueció el plan macabro humano. Él simplemente les cambió el lenguaje. ¿No parece que muchos ministros han sido confundidos? Están quedando en evidencia muchas cosas que por años estuvieron tapadas: Por ejemplo, muchos “profetas” y “apóstoles” (¡Guau! ¡Qué títulos!), que sólo se preocupan por llenar templos y estadios, y que la gente se sienta contenta… han profetizado: ESTE ES EL AÑO DE JEHOVÁ.
Este año escuché eso dos veces, el año pasado otro tanto, el año anterior también, y las cosas van cada vez peor. ¿No será que Dios ha descendido y está confundiendo a los que se dicen ser SIERVOS del Altísimo, pero que son siervos solo de su ego? Hay algo que pega a la vida de todo cristiano, especialmente de los ministros: EL ORGULLO. Cuando uno le abre la puerta, está perdido, tiene fracaso asegurado, su ministerio ha comenzado un período de estancamiento que irá en reducción hasta caer del todo. Porque el mismo Señor, al venir a enseñarnos, se “bajó de su Trono” de Rey de reyes, y se hizo un “pobretón” que ni siquiera tenía domicilio fijo. Pero su vida ha marcado la historia de la humanidad para siempre.
La Iglesia de Laodicea recibe una fuerte reprimenda porque Dios le dice: A tus ojos te has engrandecido, pero delante de mí has caído en lo más bajo. TÚ dices que eres rico, pero lo que YO veo es que eres un pobre, desventurado, ciego, miserable, desnudo… La realidad en los cielos es otra. ¿Qué estamos edificando? ¿Plata, oro, piedras preciosas o… madera, heno, hojarasca? Porque aquí todas las edificaciones se ven bonito, pero allí arriba, la realidad cambia al ser pasada por fuego. Algunas obras se consumirán, otras quedarán un tanto “chamuscadas”, otras quedarán intactas. ¿Las nuestras?