La Biblia ha sido para parte de los rehenes de las FARC, en particular para Ingrid Betancourt, para poder soportar años de cautiverio en condiciones infrahumanas, vejaciones y enfermedades en la selva colombiana.
En un país donde hasta los sicarios tienen su propia Virgen, y se dan la bendición antes de disparar para matar, y donde en la Constitución estaba escrito hasta 1991 que la fuente del poder era Dios, estas señales de fe forman parte de la vida cotidiana.
No obstante, Pérez recuerda que muchos vivieron la religión en cautividad como un “tormento”, pues se sintieron abandonados por ese Dios en el que habían creído pero que sentían que en los peores momentos les dejó abandonados. Un sentimiento que han vivido muchos creyentes en momentos críticos, como el Holocausto, una catástrofe o una guerra.
John Pinchao, un policía que logró escapar del cautiverio de las FARC en mayo del año pasado, relata en su libro ´Mi fuga hacia la libertad´ que cuando decidió leer la Biblia para poder “criticar” con conocimiento de causa en las acaloradas discusiones, “había perdido la fe, ya no creía en Dios y pensaba que si en verdad existiera no dejaría cometer tanta injusticia en el mundo”. Pero no se dejó convencer cuando Ingrid Bentancourt le decía que todo lo que decía la Biblia era cierto, admite, aunque su lectura le dejó por lo menos el gusto por los libros frente al pasatiempo de la televisión.
Fuente: AFP. Redacción: ACPress.net